Según datos del Ministerio de Transición Ecológica, unas 700.000 personas en España viven en territorios inundables. En Andalucía, son 43.000 los vecinos que viven en territorios con este riesgo, especialmente en las localidades sevillanas por las que pasa el Guadalquivir (Lora del Río, Catillana, Alcalá del Río…) y algunos barrios de Córdoba. Según datos del propio Ministerio, entre las 15 zonas con mayor riesgo de inundación de toda España, cuatro están en nuestra comunidad autónoma: Isla Cristina – Ayamonte en Huelva, Palmones – Guadarranque en Cádiz, el Bajo Guadalhorce en Málaga y el Bajo Andarax en Almería son algunas de las zonas más peligrosas de la península cuando llegan las crecidas.
Pero, ¿qué son las zonas inundables? Según explica el consultor ambiental Antonio Figueroa estas zonas son el espacio que ocupa el agua de los ríos cuando hay lluvias o crecidas extraordinarias. Además, insiste en que estas crecidas son “algo absolutamente normal dentro del funcionamiento natural de un río, y más aún en una zona con clima mediterráneo”.
En la provincia de Cádiz, además de Palmones – Guadarranque, existen otros puntos negros como la cuenca alta del Guadalete a su paso por Ubrique, donde se han producido inundaciones en momentos de grandes lluvias que han anegado parte del pueblo, y la zona del Bajo Guadalete a su paso por La Barca de la Florida hasta la desembocadura, donde el río acusa problemas importantes para desaguar de forma natural y existen infraestructuras como carreteras que cruzan el río y que han provocado la formación de pequeños diques que no dejan a las aguas volver a su cauce cuando desbordan.
Según Figueroa, para prevenir grandes inundaciones es necesario un “buen sistema de vigilancia y control que pueda estimar cuándo va a llegar un temporal fuerte, cuánto va a desaguar y cuánto van a crecer los ríos”. Además, critica que las políticas de los últimos 50 años “no solo no han arreglado los problemas, sino que los han acrecentado”. Afirma que para prevenir este tipo de inundaciones no existe una “receta mágica”, pero uno de los pasos a seguir es el respeto a las zonas inundables.
Figueroa también habla de la importancia de concienciar e informar a la población sobre cómo reaccionar a episodios de crecidas. “Falta cultura del riesgo. Hay mucha gente que no sabe qué hacer en determinados momentos. Las inundaciones no se evitan construyendo infraestructuras. Creemos que las inundaciones se pueden evitar, que los ríos se pueden encauzar… Son una serie de premisas que están en nuestro discurso y que habría que desmontar”.
Otro de los aspectos que mucho tiene que ver con las grandes inundaciones son las construcciones que se realizan en terrenos no edificables. “El problema básico de las inundaciones no está relacionado con los ríos ni con las lluvias, es un problema de urbanismo y organización del territorio. Si se edifica en zonas inundables el río viene y saca sus escrituras de paso. Cuando una zona agraria se deforesta para plantar cultivos de secano u olivares, se favorece que cuando hay grandes precipitaciones el agua, en lugar de quedar atrapada en el terreno va hacia los ríos e incrementa el problema de las inundaciones. Esto se corrige con ordenación del territorio”, cuenta un Figueroa que, además, critica el Decreto aprobado hace unos días por la Junta de Andalucía para legalizar unas 330.000 viviendas construidas en suelo no consolidado. “Es una barbaridad y las consecuencias van a ser impredecibles”, sentencia el consultor ambiental.