Cuando se habla de crisis económica en cualquier ámbito desde abril, todo el mundo piensa en los desastrosos efectos que la pandemia ha provocado en la economía mundial. Eso también es trasladable a Sevilla que, sin embargo, cuenta en una de sus calles principales, en la arteria reina del barrio de Santa Cruz, con una crisis particular que no se debe al covid. Las obras de semipeatonalización de Mateos Gago, que están en marcha desde mayo y fueron proyectadas para estar terminadas el año del Centenario de Murillo, en 2019, han convertido en una especie de campo de batalla lo que es una de las calles con más tronío de la capital andaluza, que acaba en su vertiente oeste nada menos que en la Catedral y en la Giralda.
Veladores y turistas comiendo y bebiendo eran los protagonistas absolutos de una vía que abarrotaban y representaba como ninguna el brutal crecimiento de Sevilla en materia turística en el último lustro. La construcción, planteada desde hace varios años, se ha fundido con el coronavirus, pero también con las ayudas en forma de ERTE que los empresarios de la zona han recibido. Ahora, sin el estado de alarma, esas ayudas desaparecen, pero la obra seguirá, mínimo, hasta enero.
Álvaro Peregil es uno de los hosteleros más conocidos de la zona, con dos locales en Mateos Gago, dos tabernas conocidas por muchos sevillanos y visitantes. “Nos dicen que la obra va bien y puede que incluso se adelante un mes, veremos”. Y se muestra con dudas por la simple cuestión de que el Consistorio les impide poner veladores hasta marzo. “Ahí ya están dando pistas”. Uno de los dolores de cabeza de todos los comerciantes son las ayudas en forma de ERTE, las cuales ven esfumarse. “Por obra no nos dan ERTE ni ERE, eso es a nivel nacional, no sé qué tipo de ayuda nos puede dar el Ayuntamiento”. Pero si el cómo resolver la situación de los trabajadores es un gran problema, afrontar el alquiler no lo es menos. “En esta zona los alquileres son muy altos y el 90% de los locales son alquilados. El que haya llegado a un acuerdo particular con el propietario bien, pero el resto tenemos que seguir pagando”.
El empresario tiene algunas quejas, como adecentar las vallas que rodean la obra en la parte central de la calle y que separan sus dos aceras. “Yo quiero abrir en septiembre, y para ello es crucial que cumplan lo que nos prometieron hace tres años, y es el adecentamiento de estas vallas, esto es una cochinada. Esa es la prioridad ahora mismo para que en septiembre podamos trabajar”. Habla sobre incluso reconvertir en tienda alguno de sus dos locales, reinventarse de algún modo para poder empezar a generar ganancias. “Las pérdidas son incalculables, no nos ponemos a pensar porque entonces no dejaríamos de tirarnos de los pelos”. Y se hace una pregunta cuya respuesta solo podría dar un técnico en la materia. “Lo único que pregunto es si verdaderamente era necesario”. Recuerda que se abrió la calle y se “puso todo nuevo” en 1991, antes de la Expo.
“Visto lo visto, yo no creo que esto esté para diciembre, para el alumbrado de la Navidad como nos han dicho”, comenta con poca fe en las fechas que van estableciendo desde Urbanismo. Uno de los aspectos positivos de toda esta travesía puede ser que, a largo plazo, el nuevo formato de la calle, todo en una plataforma, pueda beneficiarles cuando llegue la reactivación del turismo y la vía sea más transitable. “Ganar ya no vamos a ganar dinero hasta el año que viene”. Y mencionamos un problema comúnmente referido por algunos vecinos del centro, el exceso de veladores. “El problema no son los veladores, el problema es que hay demasiados bares y restaurantes. A nosotros nos han dicho que no nos iban a dar más veladores, yo tengo tres y con esos me quedo. El inconveniente es un alcalde que dio demasiadas licencias y ahora hay muchos locales, se juntan las mesas de unos con las de otros”.
Mateos Gago por la mañana en obras. FOTO: MANU GARCÍAPero Álvaro y todos los empresarios de la zona se han parapetado tras un arquitecto local, el cual hace las labores de asesor técnico y media con los responsables del Ayuntamiento en el asunto, haciéndoles llegar las peticiones o ideas de sus representados. Se trata de Miguel Martínez de Castilla, que se muestra contento con la sintonía a todos los niveles que están teniendo con los técnicos del Consistorio. “Lo están haciendo muy bien y nos están escuchando, a nosotros [empresarios] y a los vecinos”. El asesor resalta que la empresa constructora no solo está cumpliendo los plazos, sino que está adelantando un par de meses de momento, y menciona la buena actitud del teniente de alcalde de la ciudad, Antonio Muñoz, cada vez que tiene que reunirse con ellos y escucharlos.
“Sería deseable que al menos la pavimentación del acerado estuviera en septiembre, por los comercios y porque hay que tener en cuenta que vuelven los colegios”. En la zona hay dos, uno concertado y otro público, lo que elevaría el volumen de gente por las estrechas aceras que han quedado con el vallado. “Debemos colaborar todos en que las vallas queden con una estética más presentable si los negocios van a estar funcionando. Hasta ellos se han ofrecido a poner mupis”. Destaca que el delegado de Urbanismo y la arquitecta encargada de la construcción, Belén Valdivieso, lo citaron tanto a él como a la presidenta de la Asociación de Vecinos para elegir la solería y el tipo de pavimento, siempre dentro de lo aprobado por Patrimonio. “Tenemos que intentar que el lenguaje sea coherente con lo que lo rodea”.
Una de las quejas del arquitecto es la carga y descarga de camiones y furgonetas, que optan porque desaparezcan en su mayoría. “Desde esta calle se paraba en carga y descarga para repartir a todo el barrio de Santa Cruz, a la Puerta de la Carne, incluso a zonas de la Alfalfa y el Arenal”. Y hace hincapié en el obstáculo visual en los que esos vehículos pesados se convertían en mitad de una calle en la que constantemente impedían la visión de la Giralda. “Encima cuando ese vehículo se iba, ahí quedaba un tramo que rompe con la estética de la calle”. Y también hace referencia al escaso tráfico que quedaría y a opciones para los vecinos como un autobús eléctrico pasando a baja velocidad, ya que la carga y descarga que ha habido hasta hace poco también ha dañado en exceso el pavimento.
Pero volviendo a los comerciantes que él representa, Martínez de Castilla también tiene claro que la nueva Mateos Gago va a afectar a residentes y peatones en positivo, y ve poco justificado ese cierto miedo instalado en la ciudad en los últimos años a la gran cantidad de veladores en algunas zonas. “Van a quedar mínimo 80 centímetros o más entre árboles y farolas y la pared, que es donde irían los veladores; y luego dos metros a cada lado para los peatones en una calle que va a concentrar muy poco tráfico. Hay que mirar la calle a futuro y con esta rehabilitación irá a mejor”.
Pero no todos los locales de Mateos Gago son bares y restaurantes. También hay numerosas tiendas de souvenirs y las conocidas como “chinos”. Solo una de ellas sigue abierta en estos momentos, la de Yong Ming, que habla sobre que cerraron en los primeros meses pero por la pandemia, no por las obras. Cuando es preguntado sobre los problemas económicos que está causando el estado de la calle, lo tiene muy claro. “Pasa mucha menos gente que antes, pero los alquileres son caros y el dueño de este local es muy duro y tengo que pagar, así que hay que abrir porque mejor ganar un poco que nada”.
La tienda de Yong es familiar, por lo que no ha tenido que despedir a nadie. No es una tónica habitual aquí, Mateos Gago está compuesta mayormente por gigantes locales de la hostelería que dan trabajo, cada uno, a decenas de camareros, cocineros, limpiadores… todos ellos tienen un futuro incierto, quedan muchos meses para recuperar la vida normal en esta calle tan significativa para la ciudad y mientras sus negocios desfallecen lentamente.
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