Todo empieza con el diario de su abuelo
Eliane Ortega (Orán, Argelia, 1954) nació en el continente africano cuando, en condiciones normales, debería haberlo hecho en España. Pero sus abuelos huyeron del país con el estallido de la Guerra Civil, para evitar la represión franquista. Sus padres se conocieron en Argelia, donde nació ella, que residió en esta ciudad hasta 1972, en la que la mezcla era la norma. Españoles, franceses y magrebíes convivían.
Entre exiliados se desarrolló la infancia de Ortega Bernabéu, nieta de Gerardo Bernabéu, perteneciente a las Industrias Metalúrgicas Socializadas Alicantina, una cooperativa del metal con gran presencia de la CNT, llegó a Argelia en el buque Ronwyn, para ingresar en un campo de concentración.
Nada de eso contaba a la familia, pero Eliane Ortega supo de las calamidades que pasó su abuelo materno —procedente de Alcoy— cuando su diario cayó en sus manos. Un tío suyo se lo dio. Y desde entonces se obsesionó con una investigación que dura más de 20 años, y que continuará mientras viva.
En el norte de África hubo tres tipos de campos de concentración en los que se recluyó a exiliados españoles. Los primeros son los llamados campos “de acogida y clasificación”, hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Luego están los campos de trabajo forzosos, a partir del régimen colaboracionista de Vichy. Y por último, los campos de castigo y penitenciarios, que duraron hasta su liberación en la primavera de 1943. Una clasificación establecida por el profesor Juan Martínez Leal, de la Universidad de Alicante.
Ortega Bernabéu analiza, y pone el foco, en el exilio de numerosos republicanos, sobre todo desde Alicante en 1939, en lo que se conoció como la desbandada final, trasladados muchos de ellos en barcos hasta Orán, donde entraron en campos de concentración. Entre 12.000 y 20.000 republicanos españoles buscaron refugio en el Magreb, que entonces pertenecía a Francia. La investigadora no cesa en su trabajo, que se va alimentando día a día. A familiares de exiliados les pide que le faciliten información (a través del email ortega_bernabeu_eliane@hotmail.com), para ir abriendo puertas, encendiendo luces y descubriendo detalles de un episodio sobre el que hay muchas sombras.
A la provincia de Cádiz, la investigadora viene con asiduidad. En la última ocasión, para participar en las Jornadas de Memoria Democrática de Sanlúcar, para tener un encuentro con la CNT de Jerez o invitada por el Ateneo Juan Galán El Zarandaó de Trebujena. El año anterior ya estuvo en Cádiz en una conferencia organizada por el Ayuntamiento.
Ha sido muy bonito. La gente está muy interesada, porque no tiene mucho conocimiento sobre el exilio en el norte de África, y aún menos en Argelia. Era como una anécdota, como el que ve un culebrón o una película interesante para pasar un ratito. Para mí no es eso, para mí es un drama. Primero, porque soy una consecuencia de ese exilio y porque sigo siendo yo misma una exiliada.
Durante muchísimos años gobernó el señor Francisco Franco e impuso su versión, la versión de los vencedores. No dejó que los vencidos hablaran. Los mataba, los fusilaba, o los echaba a una cuneta. Como gobernó con el terror, y eso nadie lo puede discutir, a base de fusilamientos, de campos de concentración, pues el terror hizo que la gente se callara y viviera en el silencio.
Hubo que esperar que muriese para que la gente empezara a abrir la boca, pero no a contar. Cuando empezaron otras generaciones, como la mía, a hablar y no nos pegaban un tiro, la gente empezó a atreverse a abrir sus cajones, porque no todo está en los archivos. Hay muchas cosas en los cajones de las familias, algunas se han perdido y otras se han tirado. Pero hay muchas que guardan como recuerdo que no saben el valor histórico que tienen.
Nací en un país muy rico. Como niña, vivía feliz, sin ninguna preocupación, conviviendo con mis abuelos muy humildemente. Y también tuve una infancia muy rica en emociones y vivencias. Después vino la guerra de Argelia, cuando tenía ocho años, que se te queda clavada en la retina. Pero no supe nada. Mi abuelo, con quien más estaba, no contaban las penas que habían vivido en España. No me iba a contar que había estado en campos de concentración, que estaba lleno de sarna y que le quitaron su identidad, su libertad y que vivía asustado.
"Mi abuelo no me contó que le quitaron su identidad, su libertad y que vivía asustado"
Me lo dio mi tío, que era hijo de mi abuelo y se llamaba Gerardo Bernabéu, como él. Desde pequeña siempre me ha interesado mucho la historia, siempre había tenido conversaciones intensas hablando con mi tío. Cuando me lo da ya tenía casi 40 años, sabía lo que era la política, una guerra... ahí empiezas a saber de dónde provienes. Me empiezo a interesar por las vivencias de mi familia, las penas que ha pasado... Hubo 6.000 prisioneros en los campos de concentración de Argelia. Voy por 3.000 expedientes, después de 20 años investigando.
Leía el diario de mi abuelo porque me sentía muy atada a él. Nací en Orán, pero luego te haces preguntas y ves que somos españoles, no somos moros, no somos franceses, y te preguntas de dónde provienes. Para mí España estaba muy lejos. Vas preguntando, vas ampliando y vas tomando conciencia de que en este mundo tú tienes un lugar, y cómo has llegado ahí.
Más bien es un homenaje. Me rindo de rodillas y alabo la fuerza de carácter que tuvo, después de tres años de guerra, de hambre, de perder una república, y de llegar a un país completamente desconocido. Es un homenaje grandísimo a todos esos exiliados y exiliadas republicanos, que se fueron para salvar la República, porque pensaban que los países democráticos iban a echar a Franco. Pero vino el pacto de no intervención, que fue el asesinato más grande de la República española. Ellos vivían con las maletas bajo la cama para volver. Cuando vieron que pasaron los años y que Franco seguía, se murieron muchos y allí están enterrados.
En el segundo capítulo del libro de Miguel Martínez, Alcazaba del olvido, aparece lo que pudimos salvar del diario de mi abuelo. Cuenta lo que cuentan todos: miedo, soledad, hambre, enfermedades, muerte... Relata cómo muere un compañero que ha viajado con él en el mismo barco, lo que le puede pasar a una persona que está recluida, encarcelada, fuera de su país, sin noticias de su familia y con hambre.
"En el norte de África había al menos 110 campos de concentración"
Eso en Argelia. En el norte de África, alrededor de 110.
En los 60 y 70 era un país atrasado, comparado con la cultura francesa. Y más siendo mujer. Se criaba a las mujeres para casarse y tener hijos. No había más. A la universidad, por ejemplo, llegaban muy pocas. Y no se hablaba de sexualidad. Ni se podían poner minifaldas, o eran tachadas de putas.
Con la diferencia de que África fue colonizada y explotada, y muchos asesinados por Europa, como en el Congo belga, que era propiedad privada del rey de Bélgica. ¿Sabes los asesinatos que cometió este señor en su cortijo africano? Cuando acaban las colonias, los ciudadanos quieren volver a los países de origen, que tienen más servicios sociales, mejores servicios sanitarios, mejores colegios... se vive mucho mejor que en su propio país. Lo mismo le pasa a España con sus colonias españolas.
Por el momento, conmigo no tiene caducidad. Hay documentos que aún no están descatalogados en los archivos franceses. Tengo 70 años y sigo activa. Aún hay muchas puertas cerradas.
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