La nueva vida del monasterio de la Cartuja tras la marcha de las hermanas de Belén

La seguridad preocupa al Obispado, que viene trabajando en cuatro frentes: conservación, seguridad, culto y proyección cultural. El monumento lo 'habitan' ahora los trabajadores que se encargan de su mantenimiento

Un trabajador sale del monasterio de la Cartuja, deshabitada tras la marcha de las hermanas de Belén.
Un trabajador sale del monasterio de la Cartuja, deshabitada tras la marcha de las hermanas de Belén. JUAN CARLOS TORO

Tres turistas aparcan y entran, lentamente y observando todo con parsimonia, en el monasterio de la Cartuja de Jerez. Acceden al atrio, husmean en la capilla, abierta al culto, y contemplan con admiración la fachada de la iglesia, del siglo XV, cuando comenzó a construirse el conjunto monumental que es hoy día. 

La imagen no tiene nada de particular, de no ser porque en ese momento estos turistas son los escasos habitantes de un espacio declarado Bien de Interés Cultural. A ellos hay que sumar algunos trabajadores, jardineros y personal de mantenimiento. Desde que hace dos meses las hermanas de Belén, la orden que habitó la Cartuja durante dos décadas, se marcharan, se cambiaron los hábitos por los monos de trabajo. 

¿Y ahora, qué?, es la pregunta más repetida en la ciudad desde que se conoció su marcha. De momento, se trabaja en cuatro frentes: conservación, seguridad, culto y proyección cultural. Las viene repitiendo José Rico Pavés, obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez, en las últimas semanas, cada vez que tiene ocasión.

En la Cartuja se respira paz. Cuando la visita lavozdelsur.es, sopla el viento y no hay mucho ruido. Apenas una podadora que se oye a lo lejos, trabajando en algún arbusto. Cada poco tiempo, se deja ver algún trabajador. Una plantilla se encarga del mantenimiento. Y también hay jardineros, y alumnos de un curso de jardinería que practican en el mismo monasterio. Trabajo hay muchísimo. 

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Turistas, visitando la Cartuja.  JUAN CARLOS TORO

Junto al aparcamiento, un cartel anuncia una inversión superior al millón de euros —1.019.054,59 euros, para ser exactos—. “Obras de consolidación estructural del claustro grande del monasterio de la Cartuja de Santa María de la Defensión”, se lee. Una actuación financiada por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana del Gobierno de España, ya que el monasterio es propiedad de Patrimonio del Estado, y ejecutada por la empresa Condisa.

"El proyecto consiste en la consolidación estructural de todos aquellos elementos afectados por diversas patologías de forma que no se altere la estética ni configuración del Claustro. Entre las actuaciones más importantes están las destinadas a corregir el hundimiento y vuelco de pilastras, la reparación de grietas en arcos y bóvedas y la sustitución de la solería en los lados este, sur y oeste", describe la constructora.

"En las bóvedas se ejecutará el cosido de grietas mediante grapas de acero inoxidable y microcemento con acabado final de mortero de cal para mantener la estética original", señala Condisa. Una descripción que por sí sola da muestra del estado en el que se encuentra el monumento, y uno de los motivos por el que se han ido las hermanas de Belén. No estaba en condiciones para la vida monástica. 

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Un mensaje 'espantacacos', en una puerta trasera del monasterio.   JUAN CARLOS TORO

"A la proximidad y el ruido de las carreteras, el paso frecuente de aviones y un entorno del monasterio cada vez más poblado, se une el desafío constante del mantenimiento y restauración de este gran monumento histórico", decían las propias hermanas de Belén, en una carta dirigida a la ciudadanía de Jerez, poco antes de su partida. 

La seguridad, la principal preocupación

Cuando las monjas anunciaron su marcha, la principal preocupación del Obispado, y de los vecinos de la ciudad, pasaba por garantizar la seguridad del monumento. De hecho, antes de su mudanza, a finales del año pasado, ya se registraron robos. 

De hecho, en una puerta oxidada, a espaldas de la entrada principal, se puede leer: "Todo robado, cámaras grabando". Un mensaje destinado a disuadir a los ladrones que se acerquen al monasterio, que ha impuesto medidas de seguridad. Basta con acercarse para que ladre también algún perro, otra medida espantacacos.

Hay personas que rondan por el entorno que confirman que han entrado a robar no hace demasiado tiempo. "Pero no se llevaron mucho". La Cartuja ha quedado deshabitada, pero no vacía. Y ya se trabaja en la reforma de la que será la casa de una familia que cuidará del monasterio y, de paso, ahuyentará a posibles ladrones. 

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La Cartuja, en días pasados.   JUAN CARLOS TORO

Dotar de contenido a la Cartuja 

El obispo de Asidonia-Jerez, José Rico Pavés, no esconde los problemas que rodean al monasterio, y habla del "ruido exterior" que perturbaba a las hermanas de Belén. Por no hablar de que para "un conjunto histórico de esa envergadura, sin la ayuda de las administraciones, la sola Diócesis no puede sostenerlo", decía en una entrevista en lavozdelsur.es.

El Obispado, insistía, trabaja "en cuatro líneas. Una primera, el tema de la conservación", que pasa por "actualizar los informes para ver en qué estado de uso se encuentra La Cartuja". La segunda, la seguridad. "Vamos a garantizar que haya allí siempre alguien viviendo", por lo que apostaba por contar con "una familia de mandaderos, que son los que estén pendientes del edificio". También con el refuerzo de medidas de seguridad.

La "proyección pastoral" es la tercera pata, "garantizando que el templo va a seguir abierto al culto, de momento manteniendo la periodicidad dominical y en alguna solemnidad va a ser lugar también de encuentro a nivel diocesano", insistía Rico Pavés. Y por último, la "proyección cultural", abriendo la Cartuja a las visitas.

El grupo editorial SM, de hecho, ya trabaja en una futura visita virtual al monasterio, en una sala inmersiva que permitiría entrar en zonas inaccesibles hasta ahora, por la vida monástica.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Director de lavozdelsur.es. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo como director. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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