Todos los viernes, a eso de las nueve de la noche, hacen convivencias. Cocinan hamburguesas, filetes, traen paella... Algunos juegan al futbolín que hay en el interior de la asociación, otros ven la televisión. Mientras las mujeres se reúnen sentadas a una misma mesa y debaten sobre su cotidianidad; los hombres, con el tercio bien frío en mano, están atentos a los móviles. Se muestran las pantallas los unos a los otros, orgullosos del crecimiento y desarrollo de sus hijos, las palomas. Hay muchos que han instalado cámaras para observar sus palomeras, otros han construido miradores para estar cerca de ellos sin que se asusten. En Guadalcacín un total de 45 hombres dedican horas y horas a la crianza de palomos alicantinos para competir entre ellos. "Si esto se pierde, este palomo se extinguiría", expresa Paco Benítez (Guadalcacín, 1967), número 3 de la entidad.
Guadalcacín, una pedanía de Jerez de unos 5.200 habitantes, está siendo repoblada gracias a una competición llamada paloma de suelta o hembreo. Los responsables de esta hazaña son los 45 socios de la Sociedad de Colombicultura de Guadalcacín, encargada de poner unas normas para que la competición esté regulada y no se convierta en el mal llamado "palomo ratero". Y es que muchos aficionados deciden mudarse a la ELA jerezana en busca de un club para competir "en conquistas" y no para ver quién tiene más palomas enjauladas.
Una de las palomas del club, caputrada por uno de los socios. FOTO: MANU GARCÍA.
¿En qué consiste la paloma de suelta? Dentro de la colombicultura o colombofilia hay diferentes tipos de competiciones y Guadalcacín "tiene el mejor club de aficionados de suelta", asegura Luis López (Guadalcacín, 1973), quien fundó la sociedad en 1998. En concreto, en la paloma de suelta, cada socio dipone de un cajón en su azotea con el que compite. En su mayoría, todos los jugadores tienen entre 20 y 40 palomas a las cuales crían desde que son pichones y educan para que no salgan del edificio. Luego, a los tres meses, las aves ya son adultas y rompen el celo. Es entonces cuando dejan que duerman en la palomera para, una vez que se lleve a cabo la suelta de colleras (hembras y machos), las palomas atraigan al sexo contrario a su cajón. Así, cuando dos palomas entran en un mismo cajón, esta se cierra a través de un sistema automático por peso; y el propietario de ese cajón puntúa, mientras que quien se encuentre el cajón vacío: puntuará negativo.
Desde hace 21 años la pedanía se encuentra dividida en dos bandos: unos son los rojos, otros los azules. Y cada viernes, uno se dedica a soltar hembras y el otro, machos. "No podemos soltar 14 palomos porque se matan entre ellos. Hay gente que no sabe de qué va esto", espeta Luis. Y es que reciben muchas críticas por parte de los vecinos que piensan que lo único que hacen estas aves es ensuciar calles y azoteas. "Hemos conseguido tener un palomo con unas buenas condiciones. Estas son inteligentes, no tienen nada que ver con la paloma zurita, la de los parques, que es la que nos traen enfermedades", explica Antoñín Mateo (Guadalcacín, 1972).
No obstante, si sus palomas no encuentran cajón y se pierden entre palomas que están a ras de suelo, hay veces que "se enzuritan" y "ya no valen". ¿Qué hacen cuando una paloma se deja engatusar por la hembra o el macho del otro? "Hay un descarte de los palomos. Si no te gusta lo que han hecho, los regalas. Ahora, los que son buenos se quedan de semental, de padre, para criar a otros. Es todo un proceso muy selectivo", responde Pepe Velarde (Jerez, 1957), mítico portero del CEIP San Juan de Dios, actual tesorero de la Sociedad de Colombicultura de Guadalcacín y el único que no compite porque reside en Jerez. En el club hay una norma: "Si te lo han capturado, no lo puedes poner. Pero si son jóvenes luego sí tienen otra oportunidad".
Premios que la sociedad ha ido entregando a lo largo de estos 21 años. FOTO: MANU GARCÍA.
Por ello, es una afición respetuosa con la naturaleza, con el animal. Ni acaban con las aves que se quedan fuera de la competición, como por ejemplo todavía sigue ocurriendo en las carreras de galgos; ni alteran el medioambiente. Esta manera de entender la colombicultura es lo que ha hecho que los últimos socios que han ingresado en el club (Jonathan Chamorro, Miguel Ángel Morales 'Miguelito', el militar David de la Calle, el policía Antonio Chacón, Manuel Duque ‘El Chichi’, Fernando Andrades ‘El Budo' o Luismi, que todavía no ha podido entrar en el cuadrante) se hayan comprado una casa en Guadalcacín para poder participar en esta afición en un ambiente idílico y, sobre todo, con normas. "Guadalcacín está llena de palomeras", y es que según ellos, son el club más famoso de la provincia de Cádiz.
Todos empezaron a aficionarse a las palomas desde que eran unos críos. "Entonces nos distraíamos con los animales que había... Yo cuando vine aquí —Guadalcacín—, con tan solo 4 años, ya tenía palomos, y empecé a aficionarme con 8", cuenta Paco. "Yo soy uno de los más antiguos", espeta Luis, al tiempo en que detalla que lleva "liado con los pájaros" desde que tenía 10 años de edad. "Yo veía animales trabajando en su naturaleza. Y que esa paloma se lo lleve de un lado a su casa..., hay que ver la mentalidad del animal para conquistar, enamorar a la paloma y llevártela a tu casa. Al final el que gana es el más seductor", consigue explicar, orgulloso y todavía asombrado por el comportamiento de estas aves.
Luis mostrando su palomera en tiempo real a través de una cámara instalada en su azotea. FOTO: MANU GARCÍA.
Antoñín comenzó con la afición cuando tenía 13 años, en la barriada jerezana del Polígono de San Benito Ismael, como también hizo Pepe. E Ismael Vargas ‘El Nelo’ (Guadalcacín, 1981) se mudó a la pedanía jerezana por su mujer, "pero yo ya estaba dentro de esta afición antes de conocerla". Hace poco que a 'El Nelo' se le han muerto 26 palomos, "no sé el dinero que se ha dejado en pastillas", comenta uno de sus compañeros. "Si lo sacrificamos es cuando está enfermo, para que no se extienda. Pero nosotros los cuidamos: les ponemos vendas, los curamos… Le damos mucho valor al palomo para que la gente se esfuerce más", comparte Paco. Todos pasan largas horas en su azotea, observando y mimando a sus palomas. Y debido a esta gran devoción que sienten por estas aves, sus parejas también se han hecho "palomeras". "Ellas también crían a los pichones y poco a poco se van metiendo en esta afición", incide Antoñín.
"Hay mucha gente que pasa por la carretera y piensa que estamos locos, porque nos ven con un paraguas, bajo la lluvia, viendo a los palomos", ríe David Caravaca ‘Cata’ (Guadalcacín, 1974), número 8 de la sociedad y aficionado a la colombicultura gracias a su hermano, quien le dejó sus palomos al marcharse a trabajar a Logroño. "Esto es una afición que mucha gente debería conocer", destaca Luis. Sin embargo, quieren dejar claro que la armonía, el respeto por la sociedad y la convivencia hacen posible que sea uno de los clubes colombófilos más importantes de Cádiz, ya que "hay gente dedicada a esta afición que no son legales, que son fulleros", como denuncia Pepe del barrio jerezano en el que vive: La Milagrosa. "Aquí no, aquí disfruta cualquiera, por eso hay mucho aficionado que se está viniendo a vivir aquí solo por el club", remata.
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