“He vuelto a nacer gracias a que te he visto” o “me has cambiado la vida” son mensajes que emocionan a cualquiera. Decenas de frases como estas bombardean los móviles de Sandra Trillo, de 28 años, y Lucas Toledo, de 36, desde que hace unos dos años decidieron subir un vídeo a TikTok. Lo que empezó como un juego ha acabado siendo un escaparate para luchar contra los estereotipos y demostrar al mundo que el amor trasciende al físico.
La pareja de jerezanos no se esperaba ni por asomo que sus mensajes de concienciación, sus bromas, sus bailes o sus consignas para subir la autoestima fueran a alcanzar los 18 millones de reproducciones, ni mucho menos que su perfil, Papaya XL, atrajera a más de 400.000 personas. Sandra llamó así a su personaje en redes sociales en alusión a “toto gordo, pero dicho de una manera bonita”.
@papaya.xl Amar por encima de cualquier circunstancia❤@papayote.xl #amorreal #parati #foryou #fyp #comedia #humor #obesidadmorbida #cambioradical ♬ Satisfaction (Isak Original Extended) - Benny Benassi Presents The Biz - Benny Benassi & The Biz
Sin embargo, esta expresión andaluza no solo es el nombre de su cuenta de Instagram y de TikTok, también engloba a las charlas de Tuppersex que lleva realizando desde hace cinco años y, próximamente, la tienda erótica -de momento online- que está a punto de inaugurar junto a Lucas.
Hace un año registró la marca para sacar adelante un negocio que verá la luz a principios de julio y en un futuro no muy lejano tendrá local propio donde también ofrecerá cursos de sexualidad. “Siempre he sido muy extrovertida, para lo que la sociedad era tema tabú, para mí no. Soy una persona sexualmente abierta. Con 18 años empecé a explorar mi cuerpo, a masturbarme y supe que quería dedicarme a esto”, expresa la joven que compagina las redes sociales con la asesoría de salud sexual.
"Antes de operarme estaba muerta en vida"
Sandra derrocha felicidad, es segura de sí misma y su actitud ante la vida es admirada por muchas personas. Pero para lograr su bienestar, ha pasado por momentos duros que ha afrontado con valentía y comparte abiertamente con un único objetivo, que su historia ayude a los demás. Sufrió obesidad mórbida extrema, llegando a pesar más de 175 kilos hasta que hace cuatro años se sometió a una operación de manga gástrica.
“Estaba muerta en vida, tenía hernias discales y estaba inmovilizada. Mi madre es dependiente física y tenía que ayudarla, pero llegó un momento en el que, con mi peso, no podía meterla en la ducha y me di cuenta de que no solo estaba condenando mi vida sino también la de mi madre”, cuenta Sandra a lavozdelsur.es.
"La sociedad espera que me tape"
Sufrió bullying en el instituto y su vida social era nula. “Como en la sociedad todo es el físico, yo era una persona no aceptada”, suspira. Tras la operación, su cuerpo se transformó por completo, pero le quedaron secuelas. “Mis pechos tapan mi ombligo y mis brazos y mis piernas son propias de un murciélago”, explica. Aún así, ni su sobrepeso, ni su condición física influyeron en el corazón de Lucas, que se enamoró de ella y se sumó a los vídeos para romper de una vez por todas con los prejuicios.
Por desgracia, para muchas personas era extraño que un chico “musculado y tatuado” quisiera estar con Sandra. Su amor es más fuerte que cualquier ojo manchado de crueldad. “Me conoció cuando tenía sobrepeso”, dice la jerezana que ha aprendido a quererse tal y como es.
“Cuando me ven por la calle me dicen, pero vas en tirantes y en pantalones cortos y yo les digo, sí, yo también paso calor en verano. La sociedad espera que, como tengo el cuerpo caído, me tape, y no cree que mi físico pueda ser deseado. Soy una persona natural, real y tengo derecho a mostrarme sin que me etiqueten”, comenta.
Lucas y Sandra comenzaron a salir gracias a la aplicación de citas Badoo. Ella pensaba que era la única forma –“por desgracia” –de que alguien se interesara por ella. Para la joven, “ligar era difícil, veían mi físico y era como, a esta gorda no le voy a dar la oportunidad de conocerla”. Y la jugada no le salió nada mal. Durante la conversación, Lucas recuerda aquella “aventurilla” que “se quedó ahí”, en stand by, hasta que se volvieron a reencontrar dos años después.
-“No era el momento, por entonces Sandra era más insegura”, dice.
-“Cuando una no es feliz consigo misma, no puede ofrecer felicidad a nadie”, añade ella.
-“Sandra tiene sus pieles pero a mí eso ni me importó, ni me importa”, continúa él.
Cuando volvieron a verse, las mariposillas resurgieron y, esta vez sí, iniciaron una bonita historia que tiene enganchados a miles de seguidores. Incluso retransmitieron en directo su boda desde los Juzgados de Jerez.
Sin perder la sonrisa, la pareja se dedica a zarandear conciencias como influencers que aportan “algo bueno”. Su batalla sigue siendo dar visibilidad y lograr la aceptación de la diversidad corporal frente a los rígidos cánones. “Hay mucho que hacer todavía. Cada día se enseña más y se tiende a darle mucha importancia al físico. Se podría hacer más hincapié en que eso no es lo más importante en una persona”, sostiene Lucas, que en más de una ocasión también recibe comentarios de admiración muy motivadores para seguir.
Estos jerezanos tienen claro que la clave está en quererse a sí mismos y no dejarse influir por el qué pensarán. Ellos ponen su granito de arena para que a la sociedad le cambie el chip. “Somos personas vitamínicas que inyectamos una dosis de alegría y seguridad y concienciamos de que cualquier cambio es bueno siempre que venga fomentado por la decisión de una misma y no por querer contentar”, señalan. El amor triunfa en Lucas y Sandra, rebosantes de ilusión por arrancar su primer emprendimiento.
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