Lia y Espléndida no paran quietas, sobre todo cuando escuchan algún ruido a su alrededor. Entonces, van rápidamente a comprobar de qué se trata. Son madre e hija y, si no fuera por una mancha negra en el costado de la primera, se podría decir que son idénticas. Ambas tienen la mirada viva e inteligente típicas de la raza, experta en la caza de roedores, el ratonero bodeguero andaluz, con un fuerte asentamiento en Jerez, pero muy presentes ya en todo el país.
Andalucía tiene unos 51.200 ratoneros bodegueros censados, según datos aportados por el Club Español del Ratonero Bodeguero Andaluz (Cerba), con sede en Jerez, un municipio al que debe su nombre, y su historia. Hace poco más de un año, en septiembre de 2020, hasta el pleno municipal declaró a esta raza como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad, con el voto favorable de todos los partidos, ya que “forma parte de la identidad cultural de los jerezanos y jerezanas”, según Rubén Pérez, delegado de Protección y Bienestar Animal.
Pero para llegar hasta ese reconocimiento hay que entender cuándo se asienta esta raza de perro en Jerez, y por qué. Muchas familias británicas, atraídas por el olor del vino del Marco, llegaron a la ciudad a lo largo del siglo XIX. Con ellas, normalmente venía un pequeño perro, de pelo liso, de raza fox terrier, que era signo de distinción. Además, ayudaba a mantener a raya a ratas y ratones en las bodegas, lo que lo hizo también muy útil para el sector.
“Tenemos que estar orgullosos de que se mantenga la raza”, cuenta Benjamín Sánchez, presidente del Club Español del Ratonero Bodeguero Andaluz (Cerba), cuando atiende a lavozdelsur.es. “Lo hicimos, no porque tuviéramos la conciencia de mantener la raza, fue más bien por esnobismo, porque como lo trajo gente de clase pudiente era un honor tener uno de estos perros”, explica.
El presidente del Cerba, además, desmiente algunos mitos, muy extendidos, que hay en torno a la raza. “Se han dicho cosas tan estúpidas como que el perro es blanco porque las bodegas eran oscuras y así se veían… No tiene sentido. Ya venía blanco de Inglaterra”. O sobre el origen del nombre: “La idea original de bodeguero no es tanto por el espacio físico como por el concepto de que llegó asociado al vino”.
Otro mito: que el ratonero bodeguero andaluz es una mezcla de fox terrier con un perro autóctono usado para cazar ratones en bodegas. “Es mentira. Es un cuento para hacerlo nuestro, pero no hacía falta. Nosotros lo heredamos de Inglaterra, que ya había decidido hacer otra cosa con él y perdió la raza. En todo el mundo hay derivados del original, pero el original es el nuestro”, aclara Sánchez.
“El ratonero bodeguero era la raza que había en Inglaterra hace dos siglos, en pleno nacimiento de la cinofilia —estudio de los perros—. En el caso de los terrier, cada condado tenía su raza, cada pueblo quería una”, reseña Benjamín Sánchez, presidente del Cerba, un estudioso de esta familia perruna. De hecho, él fue quien redactó el primer estándar de la raza cuando estudiaba Veterinaria en la Universidad de Córdoba, a principios de los años 90.
El camino hacia el reconocimiento del ratonero bodeguero como raza empezó en la década de los 80 del siglo pasado. “Entonces comenzó a gestarse la idea de consensuar las razas caninas autóctonas españolas y así darles cabida en el mundo cinológico”, explica el presidente del Cerba. “De toda la vida, en Jerez entendíamos que la raza estaba”. Hasta el año 2000 no se reconoció al ratonero bodeguero como raza por parte del Ministerio de Agricultura y la Real Sociedad Canina de España. En 2014 se publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el prototipo racial del ratonero bodeguero andaluz regularizándose el reconocimiento de las organizaciones de criadores de perros de raza pura. Y en 2020, fue reconocido Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de Jerez.
¿El siguiente paso? El reconocimiento internacional de la raza. Para ello, la Federación Cinológica Internacional (FCI), exige una serie de requisitos, como tener una población suficiente de la raza, con una genealogía conocida, algo que es "difícil de demostrar", señala Benjamín Sánchez, presidente del Cerba. Sobre todo porque Andalucía es una de las regiones que tiene “cedidos” los registros de razas a la Real Sociedad Canina de España. “Por protección de datos, nos ha costado que nos los den, pero ya lo hemos conseguido”, señala.
En 2022, Madrid acogerá la Exposición Mundial Canina que debía celebrarse en 2020, aplazada por la pandemia. Para entonces, el Club Español del Ratonero Bodeguero Andaluz espera que la raza sea reconocida internacionalmente, lo que permitirá competir en todo el mundo. “Hemos ido ganando territorios poco a poco”, señala Sánchez, “pero ahora toca la internacionalización”.
El club, con sede en la calle Santo Domingo de Jerez, se encarga de “la difusión de la raza”, por lo que tras victorias como las conseguidas últimamente, quiere seguir sumando reconocimientos. “Tenemos muchas ideas. Que haya una rotonda del bodeguero, un parque del bodeguero, que en la Pisa de la Uva haya bodegueros, que salga en el cartel de la Feria del Caballo, que haya una ruta turística con estatuas de bodegueros realizadas por estudiantes de la Escuela de Arte, que esté presente en el Zoo…”, relata el presidente del Cerba.
"Como meta nos marcamos que el ratonero bodeguero sea otro de los iconos de la ciudad, como son el caballo, el vino o el flamenco", agrega Minerva García, tesorera del club jerezano. "Siempre nos pasa, cuando algo lo traen desde fuera es bueno, lo nuestro no", agrega. García, propietaria de las perras Lia y Espléndida, es una enamorada de la raza, "muy necesaria en el trabajo en las fincas", agrega. Su implantación en Jerez, cuenta, hace que fuera muy fácil el reconocimiento como patrimonio jerezano. "Es un bien cultural evidente", recalca el presidente del Cerba. "Ahora también es cuestión de los políticos preservar la raza", avisa. Que así sea.
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