El abandono o la muerte es el destino de más de 80.000 galgos y podencos que se utilizan en España para la caza de la liebre. De ellos, solo el 15% llegan a las protectoras, al resto les espera deambular por las calles hasta ser atropellados o morir de hambre o frío. Así lo afirma la Asociación protectora de animales Galgos del Sur de Córdoba que desde 2008 ha recogido a más de 2.000 perros, el año pasado dieron acogida a 348 y en estos momentos dan cobijo a 77, aunque esperan hasta 100 con el comienzo de la temporada de caza.
“Los propios galgueros entregan a los perros que ya no les valen para cazar en perreras o a nosotros, otros son abandonados en las calles. Antes de que los dejen sueltos y se de un sufrimiento innecesario al animal, prefiero que nos los den”, explica Javier Luna, cofundador de la asociación que recoge a los galgos para ofrecerles una vida mejor.
Al cordobés se le parte el alma al ver las condiciones en las que llegan al refugio. “Vienen en muy mal estado, con problemas físicos, con patas rotas, con heridas de haberlos probado. Y muchos llegan aterrorizados, porque son perros a los que les han pegado y han sufrido maltrato”, comenta Javier, que recuerda cuando en septiembre “un señor vino y dijo: -Si alguien no se queda con los galgos los mato, directamente”.
Los voluntarios de Galgos del Sur trabajan para la recuperación de los perros tanto física como psicológicamente. “Es difícil recogerlos de la calle, huyen de ti, han hecho que tengan miedo a la gente porque viven en soledad en un zulo y no conocen nada más que a la propia persona que va a acabar abandonándolos”, explica Javier que sostiene que una vez recuperados, buscan adopciones de calidad, un nuevo hogar. Y no solo en España, sino también en países europeos como como Alemania, Holanda, Suiza y Finlandia, “donde las leyes de protección animal están mucho más avanzadas que aquí y el respeto a los animales es mucho mayor”.
La situación de los galgos en Andalucía estremece. Cuando llega la temporada de caza, desde octubre hasta abril, los galgueros realizan una cría selectiva, desde que son cachorros descartan a los machos al considerar a las hembras mejores para la actividad. Según relata Javier, prueban a los galgos nuevos con más de un año y “se deshacen de los que no valen, al final de la temporada les quedan dos o tres galgos para seguir criando nuevos”.
Los galgueros se dedican a instruirlos en busca de los mejores para cazar liebres, pero muy pocos de ellos son válidos. Los galgos son veloces y tienen una gran visión para atrapar a un animal en movimiento, “intentan aprovechar esas cualidades para cazar, pero en el camino se quedan tantos”, lamenta el cordobés que asegura que son animales “super sociables, no atacan”, simplemtente están sometidos a un entrenamiento.
Si no dan la talla, acaban dejados de la mano de Dios. “En Sevilla uno echó al río a tres galgos metidos en un saco, también los tiran vivos a los pozos, o les pegan un tiro y aparecen muertos en los olivares”, detalla Javier con tristeza.
Según el cofundador de la asociación, actualmente se siguen ahorcando a los perros, como se hacía antiguamente cuando no existían las protectoras de animales. A esto se suma que muchos de ellos viven “en condiciones horribles, cuando vas a las perreras, los tienen en zulos, en sitios que apenas tienen luz, no salen a la calle, están atados con cadenas, están malviviendo para el único objetivo de llevarlos a cazar”.
La asociación Galgos del Sur continuará su labor mientras que esta lacra sea una realidad. Por ello, además de estar construyendo un refugio más amplio, han alzado la voz con el fin de reclamar la prohibición del uso de perros para actividades de caza.
El pasado 5 de octubre concluyó el plazo abierto por la Consejería de la Presidencia, Administración e interior de la Junta para hacer aportaciones para el desarrollo de la nueva Ley de Protección de los Animales en Andalucía. La asociación cordobesa realizó sus propuestas.
En primer lugar, solicitan el cumplimiento del Convenio de Estrasburgo sobre protección de animales de compañía, de 13 de noviembre de 1987 ratificado por España en 2015, en el que se establece que no se pueden utilizar animales para fines recreativos como la caza. “Pero los Estados cogen lo que les interesa”, reivindica Javier. Desde su experiencia, “la situación no cambia con los años, el gobierno no toma ningún tipo de medidas para parar esto, las leyes son totalmente impunes y para ellos esto es una tradición”.
Desde la asociación, el cofundador deja claro que el camino para erradicar el abandono es la prohibición de la caza con perros, “no se pueden utilizar animales meramente como herramientas, ellos tienen necesidades de estar en un hogar, necesitan el cariño de las personas, no son cosas”, dice cansado de las crías sin control y de presenciar el sufrimiento de los galgos cada día.