La presión ejercida por el dispositivo de la Guardia Civil en el río Guadalquivir está dificultando la actividad ilícita de las bandas de narcotraficantes que vienen operando en el sur andaluz con potentes lanchas trimotores.
El contrabando de hachís va cambiando de ruta de entrada en función de dicha presión policial, que viene siendo muy intensa en el Campo de Gibraltar y la Costa del Sol, por lo que los narcos se trasladan otra vez a la desembocadura del Guadalquivir y la costa de Huelva.
Según la información a la que ha tenido acceso lavozdelsur.es, la Guardia Civil viene desarrollando una intensa investigación en toda la línea de costa desde Chipiona hasta Lebrija por el río, pesquisas de todo tipo que les han permitido conocer el actual modus operandi de las bandas a las que le viene siendo más complicado completar el transporte de mercancías.
Pero también les complica el suministro de combustible de alto octanaje imprescindible para el funcionamiento de las potentes narco lanchas, un repostaje qué tiene que contar con la colaboración expresa de estaciones de servicio dado el enorme volumen de gasolina qué han de acumular para garantizar el funcionamiento de las embarcaciones usadas por el transporte desde el buque nodriza en alta mar fuera de la línea del horizonte hasta el punto final de destino de desembarco.
En un video tomado desde uno de los helicópteros de la Guardia Civil se puede apreciar perfectamente que no es hachís sino gasolina lo que tiran por la borda los narcotraficantes para aligerar las lanchas y escapar la persecución de la Benemérita.
La presión ejercida por el dispositivo de la Guardia Civil lleva a los contrabandistas a mantener sus embarcaciones el mayor tiempo posible en el agua lo cual les obliga a una logística de suministro de víveres y mantenimiento de las propias embarcaciones, muchas de ellas de recreo o pesca que terminan deterioradas por la intensa actividad y el efecto el agua marina por lo que acaban siendo abandonadas en la playa.
Por otra parte las narcolanchas tienen un elevado consumo de combustible gasolina de 98 y aditivos. Se trata de motores que pueden llegar a costar cada uno más de 30.000 euros, cuya vida útil se acorta por el esfuerzo a que son sometidos a diario.
Los agentes han podido verificar que las narcolanchas de transporte y alijo pueden llegar a pasar hasta una semana en el mar hasta que se dan las condiciones óptimas para la operación correspondiente.
Los narcos han de sustituir las tripulaciones, garantizar los suministros y mantener operativas las lanchas, además del refuerzo de su propio sistema de control y vigilancia que no solamente es humano sino que cuenta con radares, escáneres y recursos tecnológicos que no dejan de sorprender a los agentes encargados del dispositivo.
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