“Inténtalo que tienes un buen perfil, confía en ti y ya verás”. Son las palabras que resonaron en la mente de la portuense Carlota Armillas cuando se le pasó por la cabeza que quizá podría estudiar el máster en ingeniería para el desarrollo sostenible de la Universidad de Cambridge. Uno de sus profesores, que ya había tenido una experiencia en esta institución, reconocida como una de las más prestigiosas del mundo, no paraba de repetírselo.
Licenciada en Ingeniería Mecánica y Diseño Industrial y Desarrollo del Producto por la Universidad de Cádiz, con un 9,6 de media, Carlota, a sus 24 años se ha convertido en la única universitaria española de la última década que obtuvo una de las becas que otorga desde el año 2000 la Fundación Bill y Melinda Gates en la Universidad de Cambridge. De las 90 concedidas, la portuense se hizo con una de las 55 disponibles para estudiantes de todo el mundo, ese año 35 estaban reservadas para Estados Unidos.
“Tenía inquietud por el tema del ecodiseño y la sostenibilidad, pero era un máster que yo no me podía pagar porque era carísimo, debes tener preparadas unas 24.000 libras”, explica la ingeniera a la que le parecía “un poco complicado” que le otorgaran esta plaza. Envió la solicitud, cruzó los dedos y la vida le sonrió. “Se dieron un cúmulo de factores, mucho esfuerzo y trabajo durante muchos años, constancia, para siempre dar lo máximo, desde siempre me he esforzado mucho por intentar ser mi mejor versión, prepararme muy bien, aprender lo posible e intentar tener un buen currículum”, expresa la joven para la que fue “como cuando un sueño se hace realidad, tenía la oportunidad a mi alcance”.
Desde pequeña, Carlota ya apuntaba maneras y demostraba tener una actitud admirable ante la vida. Le encantaba aprender, empaparse de conocimientos, explorar. Autoexigente y muy poco conformista, siembre busca la forma de mejorar. Pero más allá de su propia iniciativa, la ingeniera, que nunca para quieta, ha tenido la suerte de contar con el apoyo incondicional de su círculo familiar. “Mi madre ha forjado mi carácter motivándome y enseñándome referentes, siempre me ha hablado muchísimo de arquitectos, de ingenieros, de artistas, de científicos, ella se leía la biografía de alguien y luego me la contaba”, comenta la que tenía claro que “quería ser también una persona que hiciera inventos que contribuyeran a tener un mundo mejor”.
Para ella, la familia es fundamental. Sin embargo, con sus propios ojos ha presenciado como en algunos casos no es más que una traba para alcanzar metas. Como voluntaria de Inspira STEAM que fomenta la vocación científico-tecnológica en las niñas y sean libres para elegir su camino, se ha encontrado “con una niña que, por ejemplo, me decía que ella quería ser criminóloga pero que su madre le decía que mejor se dedicara a ser profesora de matemáticas”. Según la ingeniera “ellas mismas se dan cuenta que eso es una tontería, pero quieras o no, cuando tu círculo más cercano te repite eso una y otra vez al final hace mella”.
Carlota es lo que se conoce como una fuera de serie, arrasa allá donde va, tiene un don y no lo desprecia. Habla cinco idiomas, inglés, francés, alemán, italiano y portugués – “poder hablar con personas de otros países me encanta”- y su trabajo ha sido reconocido en diferentes ocasiones. En 2016 quedó finalista nacional en el concurso internacional de diseño James Dyson Award, donde desarrolló junto sus compañeros unas gafas para ayudar a las personas invidentes a moverse con más facilidad. Y en 2018 se afianzó el primer premio WONNOW a la excelencia académica destinados a alumnas universitarias de carreras con menor presencia femenina.
Con un currículum brillante es uno de los cerebros que se fuga del país en busca de un futuro mejor. “Siempre me imaginé en España, una prefiere quedarse en su tierra, pero cuando ves que es difícil encontrar el trabajo para el que has estado preparándote durante tanto tiempo en tu país, da pena, pero hay que irse”, explica la ingeniera.
“Cada vez conozco a más gente que se tiene que ir fuera, a países como Alemania o Reino Unido porque realmente allí puedes acceder a muchas oportunidades laborales siendo un recién graduado, te pagan muy bien con unas condiciones laborales estupendas que en España son difíciles de conseguir”, sostiene la joven.
Para los estudiantes excelentes tampoco es fácil hacerse un hueco. Pero, de momento, Carlota ve el futuro con optimismo “Digamos que las recompensas van poquito a poco, al fin y al cabo, la vida es una carrera de fondo, hay que seguir trabajando para que en las siguientes etapas que me esperan en la vida también sienta que el esfuerzo se va recompensando poco a poco”, dice.
La portuense lanza sus reflexiones a lavozdelsur.es. “Si tienes un buen perfil, lo esperable es que te cueste menos, pero también depende de muchas cosas, de un poquito de suerte, que se junten las oportunidades, a veces, incluso de tener los contactos adecuados”, explica para la que tener un buen currículum “ayuda, pero otra cosa es que luego ese empleo se adecue a lo que estabas esperando. Es difícil ser joven y tener un buen sueldo. Hay mucha gente que se tira un buen tiempo como becarios o que empiezan con prácticas gratis”.
Desde que acabó su carrera, Carlota observa como a muchos compañeros “les piden muchísimos años de experiencia o les dan puestos sin remuneración y trabajando muchas horas, eso realmente sí que desmotiva, y al final sienten que no se les recompensa”. En su caso, nunca le ha faltado motivación. “Yo recuerdo que cuando estaba en bachillerato estábamos en plena crisis, pero yo no me sentía desmotivada, yo decía bueno ya mejorarán las cosas”, y con esa actitud afronta la pandemia que paralizó su experiencia en Cambridge.
La becada de Bill Gates ha tenido que completar su máster de forma online, desde su casa. No quedaba otra que seguir formándose aislada en su cuarto. Según expresa, “lo importante es adaptarse a los cambios, es una habilidad que te ayuda a tener una mejor calidad de vida”.
Por eso, pese a que tuvo que volver, ha aprovechado la oportunidad y ha desarrollado su proyecto de máster con tesón. En estos tiempos raros, Carlota quería aportar su granito de arena. “España tenemos la suerte de ser un país con suficientes recursos y tener hospitales, y aun así la pandemia nos está pegando un golpe bien fuerte, y pensé: -¿qué pasará en esos lugares en los que, por desgracia, no tienen el acceso a la sanidad que tenemos nosotros?”, explica con soltura la que se percató de que había ingenieros y diseñadores que querían ayudar a estos países, pero no conseguían desarrollar productos médicos efectivos y útiles.
Así, diseñó una guía interactiva que ayuda a los ingenieros durante el proceso de diseño de aparatos médicos para que estos sean efectivos y sostenibles. “Me pregunté cómo puedo ayudar yo a estos profesionales que quieren colaborar y que no pueden viajar a donde hace falta, a que realmente su ayuda sea efectiva”. La ingeniera asegura que el trabajo presencial es muy importante para dar vida a estos productos y entender el contexto en el que van a ser utilizados. Según detalla, "muchos de los aparatos medicos que se han diseñado durante la pandemia tienen problemas de sostenibilidad social o ambiental, los diseños no se adaptan a las necesidades de los países en los que se tenían que usar, culturalmente no encajan o los sanitarios no los entienden porque no son intuitivos o su formación es distinta".
La licenciada busca que su trabajo “tenga un impacto positivo en alguna parte”. Esa idea de mejorar la calidad de vida de las personas es la que la mueve a seguir dándole vueltas a su ingenio siempre en clave sostenible. “Pienso que es una cosa que debemos tener en cuenta en la industria, es un cambio necesario, las normativas también están cambiando, pero es que, si no, nos podemos enfrentar con un problema global grande, igual que con la pandemia que nadie la veía venir y al final vino y fue un golpe fuerte, pues el cambio climático es una cosa parecida”, sostiene a la que a todavía le queda mucho camino que recorrer.
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