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¿Qué pasa cuando muere un Papa?: del embalsamamiento a los nueve días de luto

Tras el fallecimiento del Papa Francisco comienza el período de la 'sede vacante' que finalizará con la fumata blanca del Cónclave que anunciará el acuerdo en la elección de su sucesor

Con la muerte del Papa Francisco se abre el período de 'sede vacante'.
Con la muerte del Papa Francisco se abre el período de 'sede vacante'.
21 de abril de 2025 a las 10:44h

El fallecimiento del Papa Francisco a los 88 años, tras varios meses de complicaciones médicas, ha reactivado uno de los rituales más solemnes y estructurados de la Iglesia Católica: el de la sede vacante. Este proceso, que se pone en marcha tras la muerte o renuncia de un Pontífice, representa una transición cargada de significado espiritual y político para los más de mil millones de fieles en el mundo.

Con la confirmación oficial del deceso por parte del médico personal del Papa, comienza una secuencia de actos definidos por el ceremonial vaticano. Hoy, esta verificación se realiza mediante protocolos médicos estándares, aunque en el pasado se utilizaban métodos simbólicos como el toque con un martillo de plata en la frente del Pontífice.

Homenaje al Pontífice

Tras la certificación del fallecimiento, el cuerpo del Papa es embalsamado y vestido con los atuendos litúrgicos correspondientes. Posteriormente, se expone en la Basílica de San Pedro, donde fieles y representantes de distintas confesiones y gobiernos se acercan a rendir homenaje. Durante estos días, se celebran vigilias, misas y oraciones tanto en el Vaticano como en diversas diócesis alrededor del mundo.

El funeral papal suele celebrarse entre el cuarto y sexto día después del fallecimiento. Esta ceremonia, presidida por el decano del Colegio de Cardenales, se realiza también en San Pedro, con una puesta en escena que refleja la grandeza espiritual y política del cargo. A esto le sigue un período de luto oficial de nueve días, conocido como novemdiales, en el que se continúan las oraciones por el alma del papa fallecido.

Paralelamente, se activan las congregaciones generales del Colegio de Cardenales, que se reúnen para discutir temas logísticos, teológicos y pastorales. Estos encuentros sirven como antesala del Cónclave, la reunión secreta de los cardenales electores encargados de elegir al nuevo pontífice. Solo los menores de 80 años pueden participar en esta votación, que se lleva a cabo bajo estrictas medidas de confidencialidad en la Capilla Sixtina.

El misterio del humo

Durante el Cónclave, los cardenales votan hasta que se logra una mayoría de dos tercios. Cada votación es quemada al instante, y su humo indica al exterior el resultado: negro si no hay acuerdo, blanco si hay nuevo papa. Este humo, visible desde la chimenea de la Capilla Sixtina, se convierte en el centro de atención mundial durante esos días.

Cuando finalmente se alcanza una decisión, el cardenal elegido debe aceptar el cargo. Entonces se realiza el anuncio oficial desde el balcón de la Basílica de San Pedro. El cardenal protodiácono pronuncia la fórmulaHabemus Papam, seguida del nombre del nuevo pontífice, que ya ha sido vestido con las vestiduras papales en la llamada Sala de las Lágrimas.

El nuevo Papa se presenta ante la multitud y ofrece su primera bendición apostólica urbi et orbi, marcando así el inicio oficial de su pontificado. Este gesto, simbólicamente cargado, supone la conexión directa entre el sucesor de Pedro y los fieles católicos del mundo. Días después se celebra la ceremonia de entronización, también conocida como la misa de inicio del pontificado. En ella, el nuevo Papa recibe los símbolos de su autoridad: el palio, el anillo del pescador y el Evangelio. Esta misa solemne reúne a líderes religiosos y políticos de todo el mundo, consolidando su figura como jefe espiritual de la Iglesia y actor geopolítico global.

Este complejo engranaje institucional refleja la importancia del momento que vive la Iglesia. No se trata solo de la muerte de un líder, sino del tránsito hacia un nuevo capítulo en su historia. Con la elección del próximo Papa, la Iglesia definirá si opta por continuar la senda reformista iniciada por Francisco o tomar un rumbo distinto en un contexto mundial cada vez más desafiante.

Sobre el autor

Rubén Guerrero.

Rubén Guerrero

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