Hace 215 años, numerosos navíos naufragaron en la Bahía de Cádiz como consecuencia de la Batalla de Trafalgar. Miles de hombres lucharon a bordo de buques como El Bucentaure o el Fougueux, que hoy reposan a miles de metros de profundidad evocando el recuerdo de sus tripulaciones. Chirridos de mástiles ensordecieron los oídos de aquellos que se enfrentaron al rugido del mar. En el navío de línea Fougueux perteneciente a la flota hispano-francesa que fue comandada por el capitán francés Pierre Villeneuve, 750 hombres combatieron contra la Royal Navy al mando de Horacio Nelson. Tras su derrota, se convirtió en uno de los barcos que duermen en las profundidades de la Bahía gaditana.
Se dice que los cuatro leones que rodean Trafalgar Square en Londres fueron construidos con el bronce proveniente de los cañones de la armada francesa derrotada en la Batalla de Trafalgar. Puede que los trozos del Fougueux contribuyeran a la formación de este enclave turístico, pero sin lugar a duda, fue partícipe del enfrentamiento que tuvo lugar el 21 de octubre de 1805.
La flota de 27 navíos ingleses liderados por Nelson se enfrentó a los 33 buques que formaban la escuadra aliada, 15 españoles y 18 franceses. A la mañana siguiente la flota hispano-francesa estaba hecha pedazos. Todo había quedado bajo agua.
Un ancla en el fondo de la Bahía. FOTO: UCA.
Cuenta la leyenda que todavía hoy, en el Cabo de Trafalgar se vislumbran las siluetas de los antiguos navíos de guerra. Y es que la contienda desató una gran pérdida de barcos, algunos hundidos, otros capturados por los ingleses y remolcados hacia Gibraltar y otros echados a pique intencionadamente. Naufragios que, pese a las incesantes publicaciones sobre la batalla de Trafalgar, no han transcendido.
“Aproximadamente el 20% de las flotas que se enfrentaron duermen para siempre en el fondo de las aguas andaluzas”, sostiene Javier Noriega, director de la empresa Nerea, dedicada a la investigación del patrimonio subacuático. El sureste andaluz cuenta con un total de quince navíos en línea hundidos en el océano Atlántico. Sus restos pertenecientes a imponentes arquitecturas navales españolas y francesas se encuentran enterrados entre los sedimentos de la costa, escondidos entre algas y especies marinas. Estos pecios configuran un cementerio de barcos bajo el agua que, “son el testimonio más privilegiado sobre los restos materiales y arqueología de la época, de aquella batalla que supuso un antes y un después en los dominios de los mares”, explica Noriega.
En 1999, el Centro de Arqueología Subacuática (CAS) puso en marcha el denominado Proyecto Trafalgar. Su fin era ubicar e identificar los pecios hundidos en la batalla y estudiar los materiales que se encuentran en los yacimientos arqueológicos de Cádiz y Huelva. El organismo, dependiente del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, que tiene su sede en el antiguo balneario de La Caleta, pretendía reconstruir la historia naval, poner en valor la arqueología y protegerla.
Este proyecto internacional se dividió en tres fases de actuación. La primera se centró en analizar fuentes documentales. Lourdes Márquez, técnica en el área de Documentación y Transferencia del CAS, que participó en esta labor manifiesta que “es importante destacar el concepto de arqueología subacuática no como una mera recuperación de objetos y tesoros sino como un proceso encaminado a recuperar la información histórica que un yacimiento subacuático contiene”.
Un buzo sumergido realizando sondeos. FOTO: UCA.
La segunda fase consistió en realizar prospecciones geofísicas llevadas a cabo por la fundación americana RPM Nautical y National Geographic Magazine, cuya labor fue difundir los hallazgos. Por último, se realizaron intervenciones arqueológicas en el Pecio de Camposoto en San Fernando, y el Bajo de Chapitel en Cádiz, que vincularon los navíos Fougueux y Bucentaure con estos yacimientos.
Tras varios sondeos arqueológicos y técnicas de investigación no intrusivas en el Bajo de las Morenas de Cádiz, los trabajos del CAS llegaron a buen puerto. Habían detectado numerosas piezas cargadas de información sobre la vida a bordo en los siglos XVII y XVIII, como una regla utilizada para trazar rutas de navegación, restos de sables llamados briquet de origen francés o huesos de una rata que rebelaron la insalubridad en los buques.
Entre ellas, apareció un botón con el número 79 que relacionaba directamente el hallazgo con el Fougueaux, ya que el regimiento de infantería de línea asignado a este número se encontraba en este navío durante el combate. Una vez finalizado el sondeo, el CAS expuso en sus instalaciones planos, objetos y reconstrucciones del Fougueux.
Restos arqueológicos en el fondo marino. FOTO: UCA.
“Ya había visitado antes el pecio, pero tras la exposición volví con los compañeros del club y pudimos disfrutar infinitamente de él al poder dar contexto”, comenta Uwe Acosta, instructor de Buceo de la Federación Española de Actividades Subacuáticas (FEDAS) que lleva sumergiéndose en la Bahía de Cádiz desde el año 2001. Por aquel entonces había leído el libro Cabo Trafalgar de Arturo Pérez Reverte, de modo que “durante el buceo inconscientemente tu mente se traslada al momento de la historia en que dicho buque naufraga”. A la investigación del Fougueux se sumó la del Bucentaure, el buque insignia de 86 cañones comandado por Pierre Villeneuve que se hundió en la playa de La Caleta una zona conocida como Bajo de Chapitel.
El informe de la intervención elaborado por la investigadora Josefa Martí Solano reveló el hallazgo de una tapadera metálica con dos anclas grabadas en el asa central. Esta representación situó al objeto entre 1792 y 1803 como símbolo de la Marina Francesa en ese periodo y puso de manifiesto la relación de los mismos con el Bucentaure.
Los naufragios más conocidos son el Fougueux y el Bucentaure, gracias a las labores del CAS, sin embargo, existen otros tesoros hundidos. El Santísima Trinidad, llamado El Escorial de los mares, por Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales (1873) descansa bajo las aguas de Barbate. Los restos del San Francisco de Asís, uno de los buques españoles que los ingleses no apresaron, se hallan hoy en algún lugar recóndito de la costa intermedia entre Rota y El Puerto de Santa María.
Un buzo explorando el fondo de la Bahía de Cádiz. FOTO: UCA.
Otros navíos que duermen en el litoral gaditano son el Neptuno, que se sumergió en las proximidades del Castillo de Santa Catalina de Cádiz, y el Indomptable, localizado en los bajos rocosos cercanos al Bajo del Diamante. A su vez, las ruinas del francés Intrepide y los españoles San Agustín y Argonauta permanecen en las aguas de Rota y Chipiona.
Una gran cantidad de personas que practican el buceo deportivo se topan con los restos de la batalla. Así, los buzos contemplan los vestigios de los naufragios y se percatan de que el ADN del mar rebosa de conocimiento. “Somos muchos los buceadores deseosos de poder ser formados y ayudar, al menos a divulgar este patrimonio in situ”, señala Uwe Acosta, que añade que “muchos lugares se volverán a perder en el tiempo con la complicidad de leyes obsoletas que no tienen en cuenta poner en valor los conocimientos y experiencia de buceadores que llevamos años disfrutando de nuestra historia”.
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