Cuando una barriada adquiere, popularmente, el nombre de un bar, es señal de que el establecimiento trasciende más allá del negocio en cuestión. Es zona de parada obligatoria para muchos parroquianos, una referencia.
Es el caso del bar El Rabanito, situado en la calle Tomasa Pinilla de Guadalcacín, la zona más afectada por el paso de la DANA en esta Entidad Local Autónoma (ELA). Un centenar de vecinos sufrieron inundaciones en sus casas. El negocio hostelero, situado en el epicentro del desastre, también se anegó.
Más de 60 años de vida contemplar al bar El Rabanito, que abrió a principios de los años 60 del siglo pasado el padre de Manolo Romero, actual propietario —desde los años 90— junto a su mujer, Auxiliadora Romero. Ambos pasan las horas detrás de una barra donde ahora hay electrodomésticos averiados y mucho barro.
Durante la jornada del jueves, todo dependía de la llegada del perito, que debe evaluar daños. Sin su evaluación, les recomendaron que no tocaron nada. "Tenemos a 20 o 30 vecinos deseando venir a ayudar, pero de momento estamos parados", comentaba Manolo Romero a lavozdelsur.es.
La clientela ganada durante tantos años, que en muchos casos se ha transformado en amistad, no ha dudado ni un segundo, y se ofreció a colaborar en lo que fuera necesario para que El Rabanito volviera a la actividad cuanto antes.
"¿Viene ya o no?", no paran de preguntarle a Manolo y Auxiliadora los numerosos vecinos que están deseando ayudar. "Están todos ya con la manguera lista, los guantes puestos...", decía Manolo, que lleva 34 años al frente del negocio.
Auxiliadora y Manolo han vivido ya tres inundaciones durante el tiempo que llevan al frente del bar El Rabanito, aunque esta puede ser la ocasión que más daños han sufrido. Cuando se sequen los electrodomésticos, sabrán el alcance exacto, pero hay neveras, arcones, hornos, refrigeradores... que no tienen pinta de que vayan a sobrevivir.
"Fue todo en cuestión de dos minutos", recuerda Manolo, que vive justo encima del bar. Cuando bajó, a mediodía del miércoles, cuando estaba lloviendo de forma torrencial, ya había entrado agua en el establecimiento. Entonces, las neveras estaban flotando.
Los destrozos llegan más allá, porque El Rabanito es, por así decirlo, una especie de biblioteca. En varias esquinas hay estanterías con cientos de libros, muestra de que Manolo es un gran lector —"me he leído cinco veces El Quijote", cuenta—. Los clientes le traen ejemplares que ya no quieren en sus casas, y él presta a quien se lo pide. Un bar-biblioteca en toda regla.
Sobre todo, Manolo lee en casa, pero también en algunos ratos muertos en el bar. De libros de psicología, a novela negra, y clásicos, con El Quijote como su libro de cabecera. "Es mi favorito, mi psicólogo. Cuando estoy bajo de ánimos me leo dos capítulos", dice.
El inmueble que alberga el bar, y la vivienda de Manolo y Auxiliadora, fue la primera construcción de una barriada que con el paso de los años se fue poblando de casas y más vecinos. De ahí que a la zona se la conozca como El Rabanito.
Una vez se pronuncie el seguro, y sepan con certeza qué cuantía cubre de los desperfectos, sabrán el daño causado al negocio, material y económico. Pero Manolo está convencido de que le costará dinero. "Y doy gracias porque el local es mío, si llego a estar de alquiler...", comenta Manolo, que esperar abrir en pocos días. Su clientela lo espera impaciente.