Que a San Fernando se le conozca popularmente como La Isla no es algo gratuito. Bastan con rodear su perímetro para observar que el océano Atlántico no da respiro a una ciudad que tiene un terreno bastante limitado. El mar abierto, la Bahía y el caño de Sancti Petri dan sentido a una población vinculada históricamente a la sal.
La Almadraba es el barrio isleño más cercano a la playa de Camposoto. Es reconocible por su hilera de casas bajas. Unas estructuras que no rompen el entorno a pesar de colindar con salinas y esteros. Sus vecinos señalan que se construyó a principios del siglo XX.
Paseando por su lado exterior uno observa un camino de hormigón que se acaba de construir. No tiene especialmente buen aspecto pero soluciona algunos de los problemas. Antes, por ese camino transcurria un caño que estaba tremendamente deteriorado y que, según los vecinos, era un foco de enfermedades.
Sin embargo, el principal problema al que se enfrenta este barrio no es otro que aquello que se conoce como 'vuelta de afuera'. Un término que se refiere a los muros que se observan en las salinas y que impiden que la fuerza del océano Atlántico, a tan solo unos metros, arrase con la población.
El problema es que el abandono de las salinas en La Isla (apenas hay un par de ellas en funcionamiento) ha provocado que nadie se haga cargo del mantenimiento de estos muros. La erosión provocada por el mar deja 'vendidos' a los vecinos cuando se producen temporales. Unos vecinos que claman por una solución que lleva años sin llegar.
"El problema se ha ido agravando con el tiempo. Desde que las salinas han dejado de funcionar, se ha abandonado la 'vuelta de afuera'", explica Antonio, miembro de la asociación de vecinos de La Almadraba. Antonio nació en esta calle en 1966 y sabe de lo que habla tras haber vivido su evolución. Tan sólo hay que asomarse a las inmediaciones de Camposoto para observar como estos pequeños muros están incompletos.
Sólo hace falta la combinación de lluvia, viento del sur y un coeficiente alto de marea para que el caso y el miedo se apodere del barrio. La última vez que ocurrió fue en 2018. El temporal 'Emma' hizo que el mar superara estos muros y llegara el agua hasta algunas casas del barrio. Por suerte no hubo males mayores, aunque podría repetirse en cualquier momento. "Cuando hay temporal, lo primero que hacemos es mirar detrás de nuestras casas", cuenta una de las vecinas de la zona.
"También hay que tener en cuenta la subida del nivel del mar en los últimos años. Si no cambia va a seguir aumentaod y eso conlleva que la 'vuelta de afuera' como barrera sea insuficiente. Su no mantenimiento hace que el agua pueda arraasar en cualquier momento", señala Susana, una vecina del barrio de toda la vida. "Estamos en una zona con fallas, en cualquier momento puede haber un susto importante".
Una de las soluciones posibles es recuperar la actividad salinera en la ciudad "por progreso y actividad económica, pero también por el mantenimiento. Haría que por el propio trabajo, la zona estuviera más protegida", afirma Susana. De momento todo sigue igual y son los propios vecinos con sus paseos quienes advierten del deterioro. Andando por los caminos que separan los esteros se observan 'mordiscos' del mar a la tierra. También ha restos de escombros o grandes piedras de hormigón que se han utilizado como solución provisional.
Esta vecina cuenta que la consideración del barrio durante muchos años ha sido marginal, "pero aquí de marginal no hay nada. Somos personas las que vivimos aquí con los mismos derechos que las personas que viven en el centro. Pedimos que se cuide el entorno porque todos nos beneficiamos de este entorno natural".
En este sentido, también se pronuncia Antonio tras apuntar la cercanía del océano y las consecuencias que han tenido algunos temporales. "Las salinas son la primera barrera, la siguiente es esta barriada. Si no se arregla la 'vuelta de afuera' sería dejar que el mar pase a la ciudad". Susana, además, apunta que "esto es un espacio que está a la espalda de la ciudadanía y poca gente conoce la importancia de su mantenimiento".
De hecho, a pesar de los riesgos, ni siquiera existe un protocolo para el desalojo. Susana reconoce que apenas tienen medios cuando se produce uno de esos sustos. Avisan al 112, a los bomberos y, si es posible, al Ayuntamiento.
"No podemos hacer mucho más por nuestros propios medios", dice Antonio. En 2018 tuvieron que acudir caminones a bombear el agua de algunas casas, pero la próxima vez podría ser peor. "Hay vecinos con edades avanzadas que no podrían salir por sus medios con una inundación más grande".
La disputa entre las administraciones
Uno de los grandes problemas para solucionar la cuestión es que ninguna administración se hace cargo de la rehabilitación de estos muros de contención. Vecinos señalan que de vez en cuando se arregla alguna compuerta, pero nadie entra al fondo del asunto a pesar de que reconocen el apoyo permanente del Ayuntamiento de la localidad.
Estos ciudadanos, incluso, hablan de que determinados concejales han llegado a mediar para la restauración de algunos desperfectos. El pleno municipal hace unos meses se unió para solicitar a Junta de Andalucía y Gobierno de España que restaurasen las 'vuelta de afuera'. La propia alcaldesa, Patricia Cavada, se reunión antes de finalizar el año con José Pacheco, subdelegado del Gobierno en Cádiz.
En el encuentro, Cavada pidió financiar la actuación con fondos europeos. "La Junta de Andalucía, la Demarcación de Costas y los concesionarios no paran de echarse la culpa de la situación unos a otros, sin aclarar responsabilidades sobre quién debe actuar", denunció el Consistorio entonces.
Los vecinos conocen estas disputas entra ambas administraciones y señalan un problema más: la burocracia existente cada vez que alguien se interesa en las salinas para explotarlas. Explican los miembros del barrio que muchos de ellos acaban desistiendo en el intento.
El propio Antonio pone a ciudades de Países Bajos como ejemplos, "hay varias por debajo del nivel del mar y los gobiernos se pusieron hace muchas décadas a pensar qué soluciones se le daba a las mareas porque el agua se metía en las ciudades".
Importancia para la biosfera
Tanto Antonio como Susana cuentan a lavozdelsur.es que uno de los argumentos que dan estas administraciones es que la construcción de este entorno, aunque hace muchos años, fue de manera artificial y que por lo tanto no es algo natural en lo que deban intervenir.
Sin embargo, la respuesta es tajante, "somos personas las que vivimos aquí. Si hay un puerto deportivo, ¿por qué nosostros no podemos estar viviendo tranquilamente sin miedo a que venga un temporal como 2018 y se lleve nuestras casas y nuestras vidas?"
Sobre esto también defienden que "se ha hecho de forma artificial, pero ha terminado provocando un espacio natural que se traduce en riquezas para la ciudad con salinas y esteros". Y es que estas 'vuelta de afuera' son las que permiten la enorme biodiversidad que se observa. Lo más llamativo son los flamencos, pero son muchas las aves que eligen este lugar para hacer sus migraciones así como las propias salinas y esteros que tanto le han dado a la ciudad.