El final de la crónica de un derribo anunciado. Llegó el día que nadie pensó que llegaría. La Casería de Ossío, en San Fernando, perdió el color con el derribo de sus casetas. Décadas reducidas a chatarra y un desalojo express de los enseres de toda una vida. Toda una vida "buscándose uno la vida". Porque ese era el modus vivendi en Casería: salir a mariscar o echar suerte al trasmallo, por si algo caía.
La mañana del lunes, 14 de febrero, comenzó con uniformes policiales y acordonadas las casetas, o lo que quedaban de ellas. El ambiente era extraño, como de ausencia. Pasaban las horas y el número de personas curiosas aumentaba. El sonido de las grúas desentonaba con la calma de la mar. Después de más de un año y medio de tiras y aflojas, la Demarcación de Costas en Andalucía Atlántico ejecutó la sentencia de muerte de un lugar de ocio para unos y un espacio donde cobijarse para otros.
Francisco Cortés Jiménez llevaba diez años entre casetas de amigos y familiares. "Veníamos a buscarnos la vida, a coger almejas, a mariscar para después vender", cuenta. En verano, ir a las casetas tomaba un cariz más familiar. Pero el escenario ha cambiado drásticamente y ahora se encuentra esperando a que terminen de trabajar las grúas para coger la chatarra de las casetas. "Ya que no podemos mariscar, por lo menos nos buscamos la vida con los hierros que nos den, aunque sean 20 euritos para cada uno", comenta entre compañeros.
Una voz quejosa se oye a lo lo lejos. Es Israel Gómez Romero, dueño de tres casetas y conocido por su faceta de actor en las películas de La leyenda del tiempo y Entre dos aguas de Isaki Lacuesta, entre otras. “La carta me llegó el jueves pasado y ponía que tenía un plazo de 15 días para desolajar, pero a los tres días ya no estaban quitando", comienza con indignación: “Fíjate tú si tenían ganas de quitarnos”.
Israel guarda un mensaje para la alcaldesa de su ciudad: “Para la Cavada el dinero es lo que manda, porque esto es un parque natural, ni los árboles, ni ese eucalipto deben tocarlos. Pero igual que pasó con el puente de La Casería, que lo tiraron por la noche porque si no, el pueblo se le echaba encima”, declara mientras va de un lado a otro sin poder acceder a lo que quedan de sus casetas.
"Esto es histórico, 'ompare'", se reafirma el isleño, que tenía tres casetas para disfrutarlas con sus cuatro niñas. "A mí no me gusta la playa, yo me he criado aquí y aquí me venía con ellas", expresa. Además de como actor, se ganaba la vida con el trasmallo en un botecito que tiene. "Esto viene de generaciones, aquí estuvieron mis abuelos y mis padres, por eso siempre he intentado que esto vaya a mejor", asegura con la voz de puro arraigo.
A Israel esta situación le genera "impotencia, ganas de llorar y de partirlo to". Señala a los políticos por su falta de ayuda y de voluntad. “Esto era un paraíso. Al principio, La Casería nada más que la queríamos nosotros, los de aquí, y a través de las peliculas se hizo más conocida", señala orgulloso, ya que gran parte de su reconocimiento fue gracias a las películas que protagonizó, una de ellas tan solo siendo un niño.
Aquellos juegos entre mar y fango, quedarán en el recuerdo de las películas, las de 'El Isra' y 'Cheito'. Mientras, las redes del trasmallo de los pescaores llevarán el reflejo de los colores que un día brillaron y que a partir de hoy lucen en blanco y negro.
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