S.M., una teleoperadora que prefiere no dar su nombre por miedo a represalias, empezó a trabajar cuando rozaba la mayoría de edad, primero sin contrato —“con esa edad piensas que no te hacen falta los contratos”— en una empresa distribuidora de bebidas, pero luego —ya asegurada— como limpiadora, atendiendo comedores infantiles, como monitora en centros escolares por las tardes… Hasta que decidió que quería ser telefonista, hace más de 15 años.
“Siempre me gustó el trabajo de teleoperadora”, confiesa S.M. cuando atiende a lavozdelsur.es, “por esas telefonistas antiguas que se veían en televisión”. Por eso en 2006 accedió a una oferta de trabajo en Majorel, anteriormente Qualytel, y empezó trabajando para Salud Responde. “Era bonito, porque dabas cita con el médico, citas a usuarios de residencias de mayores…”, recuerda. Ella, que viene de la rama sanitaria, estaba en su salsa.
Pero, desde entonces, “el sueldo ha mejorado poco”. Ahora mismo, contratada 27,5 horas semanales, cobra menos de 800 euros en doce pagas. “Tenemos el convenio congelado desde 2019”, dice S.M., y ese es uno de los motivos por los que el sector del contact center —teleoperadoras, la mayoría son mujeres— harán una huelga de 24 horas el próximo 13 de mayo, convocadas por CCOO y UGT. Y CGT otro para el 26 de mayo.
Un bono de 45 euros mensuales por teletrabajar —algo a lo que obliga la Ley de trabajo a distancia aprobada recientemente— o una subida salarial para equipararse al IPC son algunas de las medidas que piden las 120.000 personas que trabajan en el sector, unas 96.000 de ellas, mujeres. Unas empleadas que cobran de media 800 euros mensuales por 30 horas de trabajo a la semana, apuntan los sindicatos convocantes.
S.M. da fe ello. Ella teletrabaja desde marzo de 2020, con el estallido de la pandemia, desde cuando se ahorra el traslado desde su ciudad hasta el edificio que Majorel tiene en el Parque Empresarial de Jerez. “Antes gastaba 200 euros al mes en gasolina, ahora con la subida de los precios no quiero ni pensarlo”, dice. Además, compartía coche con compañeras que han sido despedidas en este tiempo.
“Yo abogaría por un sistema mixto, porque es verdad que a la hora de resolver dudas es mejor en persona”, cuenta. Ahora lo hacen a través de un chat donde hay más de 100 personas, en el que “a veces es imposible seguir la conversación”. Pero en breve está prevista la reincorporación de las trabajadoras. “Las nuevas promociones ya están en sala”, cuenta, por lo que no es extraño que deje de teletrabajar próximamente.
Su empresa es la única de las que acaparan el sector que abona este complemento —entre Majorel, Konecta, Atento, Intelcia y Teleperformance tienen el 50% del negocio—, aunque solo 18 euros mensuales para compensar los gastos en internet y electricidad. Eso si no se coge un día libre, en ese caso se le descuenta un euro por día no trabajado. “Es de vergüenza, no por el euro, sino por el gesto en sí”, comenta.
“Las condiciones no mejoran”, dice S.M., quien lleva más de 15 años en un sector feminizado y precarizado hasta el extremo. “Una vez entras, vas rotando por proyectos”, relata. Hasta el momento le ha tocado descolgar el teléfono para atender llamadas de Salud Responde, empresas de telefonía, banca y energía, aunque siempre con la sensación de “estar empezando de cero cada día”, ya que las exigencias cambian constantemente.
“Es muy agobiante. Trabajamos por proyectos y nos ponen objetivos inalcanzables”, dice S.M. “Tenemos un objetivo de tiempo, de calidad en las llamadas, debemos cumplir objetivos en encuestas, que los clientes te puntúen 9 o 10, menos no vale…”, relata. “Si quieres ser amable con el cliente para conseguir una encuesta positiva necesitas tiempo y no lo tenemos, el sistema es raro el día que funciona correctamente, el programa de facturación se cae…”, sigue contando. “Te sientes ahogada constantemente. Llevo siete años en este proyecto y tengo la sensación de estar desactualizada porque cada poco mandan comunicados de varias páginas que lo cambian todo. Es desesperante”.
Ella, sin embargo, se considera “afortunada”, porque es de las pocas trabajadoras que ha mantenido su puesto de trabajo a pesar del cambio de proyectos de la empresa. Aunque tuvo que pelearlo, porque estando embarazada, casi a punto de parir a su primer hijo, fue despedida tras concluir el proyecto en el que estaba. Cuando se reincorporó, pasó de 38 horas semanales a 30 horas de contrato. Quien está a jornada completa está cobrando unos 1.000 euros, “con la paga prorrateada”, matiza.
“Llevamos tiempo clamando por una huelga”, cuenta, “pero no podemos permitirnos el lujo de ponernos en huelga de manera indefinida porque perdemos casi el doble de lo que ganamos por día”. El paro del día 13 de mayo, para los sindicatos, puede suponer un “colapso general” en las comunicaciones de sectores como sanidad, banca, eléctricas, telefónicas o seguros, que está por ver si sirven para que la patronal, la Asociación de Compañías de Experiencia con Cliente (CEX), se siente a negociar el convenio.
Mientras, S.M. sigue pasando las mañanas atendiendo llamadas en el despacho que habilitó en su casa. “Estoy tranquila, porque mis niñas están en el instituto”, recalca. Pero su idea es meter cabeza en el sector sanitario. Para ello estudia por las tardes para ser técnico de rayos, con la idea de prepararse para las próximas oposiciones. “Siempre me ha gustado este trabajo de teleoperadora, pero desde un tiempo a esta parte te aprietan tanto que acabas con ansiedad, es desesperante el latigazo que recibes en la espalda”, dice.
Después de tantos años en el sector, cada mañana se levanta "frustrada", sin "entender lo que pasa", y sintiendo que su bagaje no le sirve de nada. Sin esperanzas de que las condiciones mejoren, espera poder cambiar de aires pronto. Y pone un ejemplo de los "incentivos" que le proponen: "Ahora estoy en recepción de llamadas y atención al cliente. No tenemos que vender, pero si vendemos nos daban cinco minutos extra de descanso... siempre que hubiera tiempo disponible. Luego nos iban a pagar 1,5 euros brutos por venta, pero tenías que hacer diez ventas al mes y entrar dentro del objetivo de tiempo. Son objetivos inalcanzables".
Alivio en el inicio de la temporada de ferias
Andalucía registra este mes de abril 33.072 parados menos, una bajada del 4,07%, que deja el número total de desempleados andaluces en 778.798, según los datos facilitados por el Ministerio de Trabajo y Economía Social. La comunidad andaluza es la que mayor descenso experimenta, por delante de Madrid Madrid (10.931) y Baleares (7.575). El sector servicios es el que más parados pierde, 20.589, seguido por la agricultura (5.461 menos), la construcción (4.248 menos) y la industria (1.777 menos).
La provincia de Cádiz, arrastrada por las fiestas que se van retomando esta primavera, es la que más parados baja, 8.153 —con Jerez a la cabeza de la bajada, con 1.436—, seguida de Sevilla (-8.067), Málaga (-6.420), Huelva (-3.406), Granada (-2.578), Córdoba (-2.003), Jaén (-1.727) y Almería (-718). En términos interanuales, el paro baja en todas las provincias de Andalucía, por este orden: Málaga (53.124, -26,69%); Sevilla (44.596, -19,56%), Cádiz (36.031, -19,67%); Granada (21.913, -20,90%); Córdoba (15.132, -18,08%); Almería (14.474, -19,79%), Huelva (11.135, -21,18%) y Jaén (9.294, -15,46%).
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