Tatiana nació hace algo más de 50 años en una pequeña aldea de Ucrania. Allí vivía rodeada de animales, “sin muchas riquezas, pero con todo el amor de mi familia”. Su abuela era la curandera del pueblo. Hasta la casa donde vivían, en el campo, llegaban todos los días vecinos pidiendo consejo o sanación para sus males. “Mi abuela era una mujer muy sabia que ayudaba a todo el mundo desinteresadamente. Ella conocía muchos secretos de la naturaleza y del universo que otros desconocían, por eso era apreciada en toda la comarca”.
Criada en ese ambiente, la videncia y la espiritualidad siempre formaron parte de la vida de Tatiana como algo natural. Cuando tan solo contaba con siete años, esta tarotista hizo su primera premonición: “Le dije a mi profesora que estaba embarazada de tres semanas, y acerté. Cuando mi madre se enteró, me pidió que no volviera a decir esas cosas en la escuela: eran otros tiempos y tenía miedo de que las autoridades tomaran represalias contra mí, porque entonces la videncia era tomada como brujería y estaba prohibida en Ucrania”.
Sin embargo, Tatiana nunca dejó de lado “el don” que había heredado de su abuela. "Me enfoqué en ayudar con él a la gente que tenía a mi alrededor”, cuenta. Con ese mismo fin, estudió Psicología, “una materia que aplico cada día en el trato con la personas que acuden a mí”. Después de 17 años viviendo en Barcelona, Tatiana llegó hace tres a Jerez y se enamoró por completo de la ciudad. “Los jerezanos son personas muy creyentes, que respetan mucho el mundo espiritual”, asegura.
"Lo que más preocupa a la gente es el amor. Sin amor no podemos vivir"
En su consulta de la calle Medina, realiza limpiezas de energía, lectura de manos y de las cartas del tarot, consultas de numerología y astrología y rituales de todo tipo. “Lo que más preocupa a la gente es el amor. Todos queremos amar y ser amados. Sin amor no podemos vivir. Mi trabajo muchas veces consiste, como digo yo, en hacer de celestina: yo he presentado a muchas personas. A tantas, que me han invitado a cerca de una veintena de bodas”, confiesa entre risas.
Sus ojos claros relucen de una forma especial en la sala pintada de rojo donde atiende a las personas que acuden a ella, “la mayoría bloqueadas por algún problema al que no encuentran solución”. A la izquierda de la mesa donde reposa extendida una baraja de cartas, hay multitud de estampas con santos y vírgenes. A la derecha, estatuas de Buda y otras figuras relacionadas con las creencias hindúes.
“Yo soy ortodoxa”, reconoce. “Pero respeto todo tipo de creencias. Todo el mundo, alguna vez, se arrodilla a pedir a Dios. Al Dios que sea, eso no importa, lo importante es que todos, en algún momento, necesitamos creer en algo. La espiritualidad es, ante todo, ser humano: ayudar a los demás y dar gracias a Dios por el don de la vida que te ha sido concedido”, explica.
Tatiana asegura que también es capaz de advertir si la persona que llega a su consulta "viene acompañada por espíritus"
Tatiana asegura que también es capaz de advertir si la persona que llega a su consulta “viene acompañada por espíritus de familiares o amigos”. Según su experiencia, “hay muchas cosas que no podemos ver, pero sí sentir”. Por eso, la energía es una de las piedras angulares de su trabajo. “Los seres humanos tenemos muchísima energía, eso es un hecho científico. Nosotros podemos compartir nuestra energía o absorber la de los demás. Yo trato de que la gente aprenda a generar buena energía para dársela a los otros, en lugar de apoderarse de la de los demás”, concluye.
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