Gnomónica. Hasta hace unos siglos este término era una materia de estudio más. Y no se dedica a estudiar a esos pequeños seres mitológicos sino que su foco son los relojes solares, hoy grabados en los recovecos de las ciudades. Pasan desapercibidos antes los ojos de los viandantes, menos para una granadina que lleva 15 años alzando la mirada, fijándose en estos elementos que adornan las calles. “Dicen que originariamente este era de color verde”, dice Isabel Suárez Cachá, de 58 años, afincada en Jerez desde hace 33 años, señalando un antiguo reloj doble ubicado en la calle Cruces, esquina con San Sebastián, en El Puerto.
Este instrumento para medir el tiempo daba nombre al bar El Reloj en el que muchos se reunían para pasar buenos ratos. “Uno de ellos está orientado al Sur y el otro al Este”, detalla mientras el gnomon proyecta una sombra que indica las 13.30 horas —con tres horas y media de diferencia con respecto a la hora actual.
La casa de cargadores de Indias, recientemente restaurada, conserva uno de esos objetos que siempre han llamado la atención a esta licenciada en Química Industrial actualmente profesora de esta asignatura al alumnado de Bachillerato internacional en el IES Padre Luis Coloma de Jerez, único centro público de la provincia de Cádiz que imparte esta modalidad.
Mirar las estrellas en la noche “un ratito nada más”, pero al astro rey, de día, todas las veces que haga falta. A Isabel le empezó a gustar este mundo desde que era muy pequeña. “Los domingos iba al Llano de la Perdiz, un parque a espaldas de la Alhambra, donde hay un gran reloj solar y me ponía a jugar con mi sombra”, recuerda la granadina.
"Siempre que voy a algún sitio procuro ver alguno"
Como colaboradora de un programa de podcasts de la Asociación Astronómica Magallanes a la que pertenece, se dedicaba a contar la presencia de la física y la química en la vida cotidiana. Hasta que “llegó un momento en el que tenía todo muy trillado y decidí cambiar de tema”. Isabel comenzó a divulgar los relojes solares esos por los que siempre ha sentido predilección.
Su inquietud le ha llevado a recorrer numerosas ciudades en busca de estos instrumentos de distintas épocas que persisten en el mobiliario urbano. “Siempre que voy a algún sitio procuro ver si hay alguno. Buscaba otra forma de hacer turismo y siempre te da una perspectiva diferente”, comenta. Más allá de los circuitos turísticos, indaga la localización de los mismos y va trazando rutas en Jerez, Sanlúcar, Rota, Chipiona, El Puerto, Puerto Real, San Fernando, Conil, Tarifa, Los Barrios, Algeciras, Medina o Arcos, algunas de las cuales ya ha compartido con otras personas.
Le encanta descubrir lugares a través de sus relojes y, posteriormente, crea vídeos que sube a YouTube. Así, no solo ha explorado Andalucía sino también Florencia o Roma. “Lo mas curioso es que en los países del Norte es donde hay más relojes de sol. El sitio donde hay más de los que he estado es Inglaterra, en Cambridge hay muchos”, destaca.
En España las zonas con más relojes solares, desde su experiencia, son Cataluña y la Comunidad Valenciana, donde incluso existen asociaciones especializadas que ponen en valor estos elementos tan asentados. Según la Comisión de Relojes de Sol de la Asociación ARCA, en Mallorca hay contabilizados 829.
"Hay más relojes solares en los países del Norte"
Desde hace 3.500 años, los egipcios ya medían el tiempo con la sombra del gnomon, que puede ser desde un triángulo hasta un camaleón. Según explica Isabel, “aúnan múltiples disciplinas la astronomía, el cálculo matemático, la historia, el arte, la geografía y se crean gracias al trabajo científico de matemáticos o astrónomos y la parte artística de pintores conocidos, hay auténticas maravillas”. Se le viene a la cabeza el reloj solar con forma de vieria que Salvador Dalí diseñó para la casa de unos amigos en la Rue Saint-Jacques de París. Pero también menciona el que fue descubierto en Bolonia, Cádiz, expuesto en el museo arqueológico de Madrid.
Los relojes pueden presentar diversas formas y una numeración romana o arábiga. “Normalmente se sitúan en edificios históricos, en las iglesias, en los conventos para marcar los rezos o en casas señoriales. En sitios donde el tiempo les preocupaba”, añade la granadina, que recopila tantos en total que ya ha perdido la cuenta.
“En Jerez tengo que incorporar uno nuevo que ha aparecido en la Iglesia de San Dionisio tras su restauración”, dice esta apasionada de la historia de la medida del tiempo que ha encontrado cerca de una decena en El Puerto, ciudad donde organizó una ruta recientemente con motivo de la Semana de la Ciencia.
La mayoría de ellos se encuentran en casas particulares o en lugares escondidos que no se ven a simple vista. Ella los ha visto en las ruinas de la casa de la Munición, en el número 10 de la calle Luja, donde se observa un pequeño azulejo sobre una ventana, en el 17 de la calle San Juan, pintado en la fachada del patio interior de una vivienda del siglo XVIII, en la casa de la Pólvora o en uno de los miradores de la azotea del antiguo ayuntamiento, en el Palacio Reinoso de Mendoza.
“En la antigua bodega de Terry hay uno igual que el de la plaza Rivero de Jerez, está en la pared de entrada al patio de los olivos del hotel Duques de Medinaceli”, señala Isabel, que también ha visto otro en el hotel Los Jándalos.
Algunos están deteriorados mientras que otros se mantienen intactos. “Había otro en un azulejo de la pared e la calle Luna, pero lo han quitado y han puesto una imagen de una virgen”. La docente se sabe de memoria los relojes que la rodean y disfruta observándolos en sus rutas. En El Puerto solo hay cinco visibles. Los dos de la calle Cruces y los tres ubicados en la playa de La Puntilla.
Los rayos de sol acarician una estructura ignorada por aquellas personas que pasan por delante en dirección al paseo del Aculadero. Tres relojes solares en uno que conforman un monumento inaugurado el 15 de octubre de 1995 por la dirección de Costas—colocó uno en cada ciudad costera.
Para Isabel, “es precioso”. Para otros, es un trozo de piedra en el que realizar pintadas. “Es una pena. Ha sido víctima de la barbarie, de la gente que no lo aprecia”, lamenta con la mirada clavada en la esfera armilar.
Destrozados por el vandalismo, uno de los relojes está orientado a Poniente, otro al Sur y otro al Este. Todos ellos transmiten mensajes sobre el tiempo. Carpe Diem, Tempus Fugit y Opera Manent. Vive el momento, el tiempo pasa y las obras permanecen.
El personaje Tiempo en Alicia en El País de las Maravillas de Tim Burton decía: “no puedes ganar una carrera contra el Tiempo. Soy algo inevitable”. No se puede vencer, pero sí medir y controlar. “Esta medida tiene que ver con el progreso, conforme la civilización necesita medirlo a medida que avanza. La llegada del ferrocarril hizo que se unificaran los horarios en todo el mundo, la hora solar era distinta en cada ciudad”, explica desde uno de sus rincones favoritos de El Puerto.
Son tantas las obras de arte que ha contemplado y que ha reunido en sus vídeos y podcasts que no descarta en un futuro convertir su afición en una obra recopilatoria.
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