Hace un poco más de un mes, comenzó la puesta de casi una decena de huevos de flamenco en Biopark Fuengirola. El final de un proceso de cortejo y nidificación que, este año, se inició un poco más tarde de lo habitual. Por fin, el parque de animales da la bienvenida a los primeros polluelos, nacimientos que de momento ascienden a once.
Las imágenes son de los más enternecedoras. Algunos de estos pequeños de plumón grisáceo ya se encuentran explorando la playa de su instalación y otros, los recién nacidos, aún permanecen entre el plumaje de sus progenitores, según cuenta Bioparc en una nota de prensa.
Según informa el propio parque, este proceso que ha durado varias semanas y que ha sido posible gracias a la labor de mantenimiento y preparación de la playa por parte del equipo de Zoología, que han acondicionado este espacio para simular un cenagal de agua salobre. Esto ha garantizado que, durante estas semanas atrás, los flamencos adultos contaran con barro y arcilla suficiente para construir sus altos nidos a medida que realizaban la incubación.

La eclosión de estos pequeños puede prolongarse hasta 48 horas. Comienzan a picar el huevo muy poco a poco, hasta romperlo de forma definitiva, proceso que puede provocar su extenuación por el esfuerzo realizado.
Una vez en el exterior, sus progenitores asumirán su alimentación. Primero, generando una sustancia hiperproteica que comúnmente se conoce como ‘leche de buche’ y regurgitándola desde esta zona hasta el pico del pequeño; para más tarde seguir nutriéndolo con una regurgitación directa de lo que comen estos adultos.
Los polluelos se mantendrán en el nido de tres a cuatro días, en algunos casos incluso una semana. Cuando llega el momento de abandonarlo, inician una ruta de exploración por la colonia de flamencos.
Durante todo este tiempo y hasta alcanzar la madurez reproductiva, irán cambiando no solo el color de las plumas, sino el de sus patas. Su estatura también sirve de orientación a veterinarios y cuidadores para sospechar la juventud del ave, además de su sexo. La hembra suele tener un tamaño menor que los machos, aunque no es un aspecto determinante. Para saber el sexo de cada uno, el único método seguro es el análisis del ADN.
Las personas que visiten durante estas semanas el centro de conservación malagueño se toparán con más de un nuevo polluelo lanzándose a la aventura en el espacio en el que habitan.