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Torturaba a su pareja en Alcalá del Valle con "el credo de los talibanes" y bajo un "clima de terror"

El condenado era antivacuna y "no dejaba a su pareja ni vacunarse"; la obligaba a utilizar sólo el móvil en su presencia y en voz alta; la abofeteaba al recordar relaciones anteriores; e incluso una noche la dejó durmiendo en la azotea con un cuenco de agua

Vista aérea de Alcalá del Valle, donde se produjeron las torturas bajo un "clima de terror", en una imagen del Ayuntamiento de la localidad de la Sierra de Cádiz.
Vista aérea de Alcalá del Valle, donde se produjeron las torturas bajo un "clima de terror", en una imagen del Ayuntamiento de la localidad de la Sierra de Cádiz.
24 de enero de 2025 a las 10:37h

Era antivacuna y "no dejaba a su pareja ni vacunarse"; la obligaba a utilizar sólo el móvil en su presencia y en voz alta; la abofeteaba al recordar relaciones anteriores; e incluso una noche la dejó durmiendo en la azotea con un cuenco de agua, profiriéndole: "Ahí te quedas perra".

Una terrible historia dominio, posesión y maltrato físico y psicológico. Un escalofriante caso de violencia de género en la Sierra de Cádiz, en el domicilio de Alcalá del Valle donde residían. Todo, bajo el "credo de los talibanes" y en "un clima de terror", reza el fallo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que ratifica la sentencia condenatoria en primera instancia contra Adrián P. R.

El agresor tendrá que cumplir 8 años y un día de prisión por ser autor de delitos de maltrato habitual, maltrato físico y detención ilegal, además de un delito continuado de vejaciones injustas, por el que deberá cumplir la pena de 30 días de localización permanente, así como la prohibición de aproximarse a menos de 300 metros de su víctima, ya sea a su persona, vivienda, lugar de trabajo o cualquier
otro frecuentado por ella, y prohibición de comunicarse con la misma a través de cualquier medio o persona interpuesta, durante un período de 6 meses. A todo esto, se suma el decreto de la responsabilidad civil del condenado "quien indemnizará a la perjudicada en la cantidad de 10.000 euros por daños físicos y morales".

Entre los argumentos que daba el condenado para recurrir la sentencia en primera instancia estaba su drogadicción, algo que ha desestimado el juez del TSJA. 

Con antecedentes penales, queda probado según el juez que, desde marzo de 2021, el condenado "sometió a su pareja a continuos malos tratos psicológicos los cuales se ponían de manifiesto en forma de control de la alimentación, vestimenta, solo utilizar el móvil en su presencia y con el altavoz puesto, leer unas 20 veces un decálogo con normas de conducta tomadas del credo de los talibanes para que ajustara su conducta al mismo, dejarla encerrada en casa sin poder salir (sin móvil ni ordenador y en una habitación interior que le impedía pedir ayuda), interrogarla de manera persistente sobre los hombres con los que había mantenido relaciones sexuales y por cada nombre que ella daba la respuesta era una bofetada, e incluso una noche la obligó a dormir en la azota con un cuenco de agua mientras le decía antes de irse: "Ahí te quedas como una perra".

El relato de la tortura sufrida es terrible: "Le llamaba gorda, guarra y a partir del mes de abril de 2021 pasó a malos tratos físicos consistentes en tirones de pelo, agarrones, bofetadas, patadas, dejarla maniatada con bridas para que no pudiera irse cuando él se iba del domicilio, sujetar sus tobillos a los de él para darse cuenta si se levantaba por la noche". "Todo ello generaba un clima de terror en el que la víctima se veía inmersa y que llegaba a anular considerablemente su voluntad, frente al trato"basado en la fuerza y violencia que recibia de su pareja", añade la sentencia judicial.

Como recoge la sentencia que ha difundido a los medios el TSJA, el 27 de agosto de 2021 queda probado que el condenado, en el domicilio familiar, le propinó una paliza a su pareja "que duró desde el mediodía hasta las 06:00 horas de la madrugada del día siguiente (28 de agosto), porque ella quería ir a vacunarse y él no se lo permitía por ser antivacuna. El acusado le ató fuertemente las manos a una tubería de manera que no se pudiera mover y cuando su pareja le contestaba algo que no le gustaba le pisaba el pecho, la cabeza, saltaba sobre su pies, patadas en el cuerpo, le cogía los pechos y se los tiraba hacía arriba... e incluso, cuando se quedaba inconsciente le arrojaba agua por lo alto. Durante las horas que duró este episodio, la mujer no tuvo la más minima posibilidad de moverse de donde había atada, ni de pedir ayuda".

Como consecuencia de estos hechos, la víctima sufrió lesiones consistentes según Informe Médico Forense en erosiones y contusiones múltiples en cara, cuello, mamas y manos. Para su sanidad no precisó tratamiento médico distinto a una primera asistencia facultativa consistente en curas locales. Tardó en sanar diez dís y se recomendó su valoración por la Unidad de Violencia de Género, quien emitió dictamen donde se manifiesta que "debido a su afectación emocional tiene dificultad para recordar y hablar de lo sucedido, dada la experiencia traumática padecida, habiendo recibido asistencias psicoterapeútica".

Finalmente, logró escapar del domicilio el 1 de septiembre de 2022 y para ello "aprovechó que el acusado había salido a comprar comida, dirigiéndose a casa de sus padres que vivían a unos 200 metros".

Sobre el autor

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F. Jiménez

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