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En Trebujena, una localidad de 7.000 habitantes de la Costa Noroeste de la provincia de Cádiz, están tan acostumbrados a los cortes de luz que conviven con ellos como si tal cosa. Que ni se acuerdan desde cuando les viene pasando. Nadie acierta a decir una fecha. Lo que sí está claro es que son ya demasiados años así.
¿De dónde viene el problema? De la línea que conecta Jerez con la localidad trebujenera, que cruza por cortijos y fincas privadas. El pueblo está dividido, energéticamente, en dos partes. La que depende de Jerez y la que depende de Lebrija. La segunda también sufre interrupciones en el suministro, pero menos frecuentes. Nadie se libra, pero se puede decir que los segundos tienen "suerte". Muy entre comillas.
Hay tantos cortes de luz en la localidad que los vecinos no saben ni decir cuántas veces al día se les interrumpe el suministro eléctrico. La semana pasada, la última vez —no hay semana en la que no se produzcan cortes—, fueron diez, 15 veces. Son microcortes de pocos minutos, habitualmente. Las peores, dura varias horas. Y ahí es cuando se agravan los problemas.
En casa de Manuela Guerra, de 95 años, temen por su salud cada vez que hay uno. Desde hace un tiempo, depende de una máquina de oxígeno para poder respirar, ya que sufre de insuficiencia respiratoria. Uno de los pulmones lo tiene inhabilitado, el otro, muy débil. Cuando hay cortes, si dura pocos minutos puede aguantar sin máquina. Si se prolonga, usan una máquina de batería, pero solo dura media hora.
"No hace falta que llueva, pasa continuamente", dice una hija de Manuela, Catalina Raposo, a la que todos conocen como la Nini en el pueblo. Su hermana, Conchi Raposo, que comparte vivienda con su madre, cuenta que hasta han decidido quitar la vitrocerámica y poner una cocina de gas, porque los cortes son tan habituales que se han quedado muchas veces sin poder cocinar.
Ella, Conchi, también sale muy perjudicada de cada corte de suministro, sobre todo cuando se produce durante la noche. Sufre apnea del sueño, por lo que duerme con una máquina, que se apaga cuando se queda sin energía. "Me entra ansiedad y me voy al sillón", cuenta. Esa noche apenas duerme. Pero le preocupa menos que lo que pueda ocasionarle a su madre un corte prolongado.
Este lunes, 2 de diciembre, convocados por el Ayuntamiento, vecinos del pueblo se han sumado a un apagón simbólico, en el que es el primer acto del calendario de movilizaciones previsto contra Endesa. Unas 500 velas reparte el Ayuntamiento, que se encienden pasadas las 19:00 horas, cuando Trebujena se queda a oscuras.
La idea del Ayuntamiento es repetir el apagón, al menos, mensualmente. Este lunes se ha reunido con Endesa, que ha vuelto a prometer inversiones para solucionar el eterno problema con el suministro en Trebujena. "Basta ya de promesas incumplidas", proclama Ramón Galán, alcalde de la localidad, que habla a sus vecinos a oscuras, iluminado por las velas. "No nos podemos fiar de Endesa", agrega el regidor.
"No vamos a parar porque dejemos un tiempo de sufrir cortes, llevamos demasiado tiempo sufriéndolos", señala Galán, que asegura que "el pueblo va a seguir en la calle" hasta que haya soluciones definitivas. Un pueblo, insiste su alcalde, "al que se le va a escuchar". Si algo caracteriza a Trebujena es su capacidad de movilización, ya sea para pedir mejores servicios sanitarios o líneas perdidas en sus colegios. Normalmente, lo consigue.
El asunto de los cortes de Trebujena, a nivel político, ha pasado ya por distintas Administraciones. Desde el pleno del Ayuntamiento, por supuesto, al de Diputación de Cádiz, el Parlamento andaluz e incluso el Congreso de los Diputados. Independientemente de estas gestiones, el alcalde pide que haya "unidad". Endesa, cuenta el regidor, ha impulsado inversiones para reforzar el último kilómetro de la línea que llega a Trebujena, dentro de su plan del trienio 2025-2027, pero el Ayuntamiento quiere "soluciones concretas". E inmediatas. "Sigamos echándonos a la calle, detrás de cada corte hay un problema", insiste Galán.
Problemas como los que sufre Ana Pazos en su negocio, Supermercados Paco, que su padre fundó hace 40 años, más o menos los mismos que tiene ella. Recuerda, desde su niñez, sufrir cortes de luz. En su caso, le supone pérdidas económicas. Se ha encontrado una tarde de Nochebuena, con el supermercado lleno, sin poder cobrar las compras. O tirando lácteos y el género más delicado, estropeado por la pérdida de frío.
En Supermercados Paco tienen un generador eléctrico que sale al rescate del negocio cuando se quedan sin suministro. Pero las neveras e incluso las cámaras de seguridad se acaban estropeando por los constantes cortes de luz. O la batería del ordenador con el que cobra en caja, que tiene que cambiar anualmente —un coste superior a 150 euros que no tendría que hacer en condiciones normales—. Por eso este lunes han apagado todo y se han sumado a la protesta.
En la asamblea abierta que celebró el Ayuntamiento hace dos semanas, en la que se decidió que se iban a iniciar una serie de protestas contra Endesa, participó a título particular Jesús García Cancela, que es abogado en ejercicio. En su propio despacho, sufre las consecuencias de los cortes de suministro. Hasta que tuvo que cambiar de ordenador para dejar de perder trabajos. "Es una molestia que lleva muchos años", dice. En su caso, si tiene reuniones con clientes de noche, en invierno, se queda a oscuras sin poder atenderlos.
García Cancela es partidario de interponer reclamaciones ante la Junta Arbitral de Consumo de Andalucía, un órgano que canaliza peticiones de consumidores, para que presionar a Endesa con una avalancha de reclamaciones. De la asamblea abierta de la que salió la protesta de este lunes, la segunda del año, tras una celebrada en enero. La protesta acaba con un grito unánime: "El pueblo unido jamás será vencido".
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