En la novela de la nicaraguense Gioconda Belli, Waslala es el utópico paraíso en cuya búsqueda se perdieron los padres de Melisandra, su protagonista. En Jerez, esa utopía se torna realidad en torno a un proyecto que también parece ficción: un cohousing ecológico y autosuficiente, único en la provincia de Cádiz.
"A nosotros nos gusta llamarlo vivienda colaborativa", dice Geli Sánchez, conocida activista social de la ciudad y una de las impulsoras de la iniciativa junto a su pareja, Jesús Diosdado, y dos familias más. "Llevábamos tiempo con esta idea, habíamos visto un terreno familiar pero no nos cuadraba. Hace dos años encontramos el sitio y la persona: queríamos una vivienda sostenible en nuestro barrio", explica Jesús en compañía del arquitecto Alejandro Renedo, del estudio E². El bloque, en plena construcción, albergará cuatro viviendas —una de ellas quedará libre como casa de invitados—, y una parte común que pretende ser un espacio multiusos para colectivos y asociaciones vinculadas a La Milagrosa, el barrio donde se ubica.
"Los primeros invitados van a ser los vecinos, se han comido toda la obra", dice Geli, que está muy ilusionada con el alcance del Proyecto Waslala. Explicarlo no es fácil. En esta cooperativa, creada explícitamente para la construcción de este espacio, se encuentran varias motivaciones: el propio cohousing o vivienda colaborativa, la sostenibilidad ecológica, la construcción, de un estudio de arquitectura local y la empresa Indeso, la financiación con banca ética —Fiare— y la labor y fin social. Pero, ¿cómo se lleva a cabo?
"Esto es lento, y es parte de la filosofía de la vivienda colaborativa: que hagamos todo desde el principio", explica Geli, que ha sido partícipe desde el minuto uno de la compra de los terrenos, la planificación junto al arquitecto y la financiación. "No es un camino fácil, pero hay mucha gente que quiere seguir este modelo", añade sobre el cohousing, un modo de convivencia que implica necesariamente compartir la vida “ahora y en este momento”.
“Somos familias que tenemos en común muchos compromisos y luchas sociales. Queremos compartir el presente y el futuro, es un modelo para cuidarnos”, dice. En base a esa filosofía de los cuidados mutuos se sostiene otra de las patas del proyecto: abrir el espacio al barrio. "No queríamos estar fuera, es necesario que nos impliquemos en la mejora del barrio", explica.
En cuanto al acceso, el Proyecto Waslala se basa en la vivienda cooperativa en cesión de uso. Es decir, la propia cooperativa constituida para la construcción de las cuatro viviendas es la propietaria, una circunstancia que imposibilita la especulación, ya que las personas socias no pueden vender ni alquilar las casas. "En Jerez hay muchos suelos asequibles, este modelo podría ser muy útil", dicen en referencia a la posibilidad de crear un parqué de vivienda asequible a largo plazo, una de las posibilidades que ofrece la iniciativa. No obstante, al basarse en la comunidad, es necesario tener una red de cuidados previa de cara a la convivencia. "Hay gente que me lo ha preguntado: ¿Tú te llevas bien con tus cuñadas?", ríe Geli, que compartirá este espacio con las hermanas de Jesús.
Para ponerlo en marcha, las tres familias van a vender sus actuales viviendas, que tienen en propiedad, y contarán con la financiación del banco ético Fiare, que dispone de un fondo específico para este tipo de proyectos colaborativos. Si bien la construcción de este bloque puede conllevar algunos gastos extra a los de la compra de una casa convencional, cuentan con un nivel muy superior en cuanto a calidad de construcción y consumo posterior, ya que su certificación energética será A o B. “Un promotor no puede llegar a eso”, explica el arquitecto.
'Passivhaus', la casa ecológica del futuro
La futura casa de Geli y Jesús es algo más que un proyecto para Alejandro Renedo, del estudio de arquitectura E². En sus manos está cumplir con las exigencias del modelo Passivhaus, un estándar para la construcción de viviendas que comenzó en los años 90 en Alemania.
"Cuando termine la construcción, tendré que aprobar un examen", dice en referencia al balance energético que tendrá que cumplir la vivienda, examinada por un organismo independiente. El objetivo es que se consuma menos de 15 kWh al año de calefacción o refrigeración, uno de los indicativos para que se le otorgue la etiqueta de casa pasiva. “La diferencia de consumo que puede haber con una vivienda convencional es del 80%”, explica Alejandro, que cuida al milímetro cada detalle en la construcción del bloque.
Para seguir los parámetros de esta casa ecológica del futuro con consumo energético casi nulo, se tienen que seguir una serie de principios básicos en torno al aislamiento, la hermiticidad y la producción de calor y energía, que recoge tanto de la orientación hacia el sur como de las placas solares. “La hermiticidad es algo que no se suele dar en la construcción aquí. Cuando decimos que la casa es hermética es que no hay filtración de aire”, explica el arquitecto mientras enseña la masilla que rellena los recovecos de un bajante. “Todo está sellado. Son detalles que van sumando”, añade.
Para la climatización, las viviendas contarán con una máquina en un falso techo del cuarto de baño. El sistema de ventilación provoca que el aire frío que llegue desde fuera se convierta en caliente, mientras que en verano pase a ser fresco. “Gasta como una bombilla de 100 vatios”, dice. De hecho, este gasto puede ser cubierto con la instalación energética del bloque. El aire filtrado es, además, de mejor calidad para las personas que padecen algún tipo de alergia.
Sobre los materiales de construcción, el cerramiento es de hormigón celular, un material seguro, pero “súper ligero”. Sin embargo, para cubrir todas estas ventajas, tanto el arquitecto como los obreros que trabajan en la construcción de la vivienda, no pueden permitirse ningún margen de error. “Hay que cuidarlo todo muy bien”, dice mientras se desplaza al futuro salón de una de las viviendas. “Aquí da el sol, es otro de los principios del diseño bioclimático. En invierno, la altura del sol calienta tu casa de forma gratuita. En verano, creamos este hueco entre las ventanas para que de sombra”, explica señalando el espacio que separa a las ventanas del exterior.
Geli y Jesús escuchan atentamente las explicaciones de Alejandro, que camina paso a paso por el suelo del que será su futura casa. "Ahora mismo estamos pisando el estudio", dicen emocionados. Otra de las sorpresas está arriba. A través de una escalera, subimos a la segunda planta y luego a la azotea. El hueco central lo ocupará un ascensor adaptado para personas con movilidad reducida. Las vistas lo dicen todo. "Este es nuestro barrio", comenta Geli, que señala el entorno de La Milagrosa. Con una fecha de finalización prevista para noviembre, las tres familias esperan poder pasar las Navidades de este año en Waslala. La utopía les espera.
Comentarios