Teresa Rodríguez (Cádiz, 1981) afronta esta crisis sanitarias casi con las mismas preguntas que el resto de la humanidad sobre qué pasará, aunque sí tiene algunas respuestas sobre lo que viene. Le indignan la gestión de esta crisis desde Europa, basada en la insolidaridad, y las posiciones de Vox, en el otro extremo. Teme una reacción tras esta crisis de desafecciones. El dibujo sería otro, opina, de estar Podemos fuera del Gobierno, motivo de la ruptura final con la dirección estatal y la apuesta por tomar fuerza con el proyecto de Adelante Andalucía, que tiene también discrepancias internas desde la llegada de Toni Valero a la dirección de IU
¿Cómo lleva el confinamiento? ¿Le da tiempo a hacer cosas que está haciendo la gente, tipo cocinar pan o ver Netflix?
Estoy con muchas ganas de salir, en una casa pequeña donde somos muchas personas. Es duro. Vivo en un bajo sin balcón, eso para mí ahora sería un lujo. Me da tiempo de hacer comidas, levantar niños, revisar tareas... Es una situación tan extraña.
¿Cuándo se dio cuenta de que esto era tan grave?
Yo era de las ilusas que pensaba que esto sería para 15 días. Como soy política, la gente que me preguntaba, mis vecinos, podrían creer que sé de todo. Yo pensaba que era para 15 días, invirtiendo este tiempo en erradicarlo en lo posible. Lo he ido asumiendo poco a poco.
¿Qué nota le pone a cada administración? Empecemos por la UE, que conoce tan bien.
La Unión Europea, un cero patatero. Cuando uno renuncia a su soberanía, a una de las más importantes como la política monetaria, pero también comercial, agraria, en cuestiones importantes, lo hacer pensando que formas parte de una especie de comunidad, de una familia, que te va a apoyar cuando lleguen situaciones duras. Pero en este caso es como si enfermas y pides ayuda a tu familia y te ofrece préstamos al 4%. Yo soy europeísta, pero de Europa.
Seguimos más que nunca con esa diferencia entre países ricos y pobres. Los del Norte, que piensan que han hecho sus deberes, pero el Sur no. Sin embargo, Holanda ha acabado pidiendo ayuda sanitaria al entorno.
Ahora mismo lo necesario es que los llamados países pobres, los PIGS que decían (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España), se unan, para buscar nuevas herramientas y plantar cara al Norte insolidario. Hablo de sus gobiernos, no de los pueblos. Hay que rebelarse ante normas absolutamente absurdas. Es como una familia a la que le ocurre algo inesperado y no tiene ahorro y capacidad para afrontarlo. Estamos al 100% de duda del PIB y podemos llegar al 150. Hay tratados que obligan a acceder a los gobiernos al BCE a través de entidades financieras comerciales. Son tratados en favor de la banca privada, que prestan al Gobierno muy por encima del interés al que acceden ellos al dinero. Hemos renunciado a la maquinita de hacer dinero, y necesitamos liquidez, pero los bancos se van a lucrar. El 63% de nuestra deuda desde 1995 son intereses bancarios. Hay que pensar eso.
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¿Está en riesgo la UE? ¿Peor que el Grexit y el Brexit?
No lo sé. Creo que es uno de los momentos de mayor crisis de legitimidad. No sé si a Grecia le habría ido mejor si se hubiera marchado, porque aquello fue humillar a un país para que se sometiera a través de chantajes a las más duras políticas de austeridad. Hay otras crisis de legitimidad, como la política de fronteras, que no respeta las normas de refugio y asilo. Vamos en la dirección del egoísmo, el nacionalismo exacerbado, hacia la extrema derecha.
¿Qué nota le pone al Gobierno central?
Ni el Gobierno central ni el andaluz estaban preparados, nadie lo estaba. Igual que digo que hay que ponerle un cero a la Unión Europea, soy comprensiva con los gobiernos andaluz y español. No es posible evaluarlo. Sí que le pongo un cero a las políticas de austeridad previas, a los recortes brutales del sistema sanitario de los que no nos hemos recuperado. Y hay otra cosa a la que no le hemos prestado atención suficiente, y me incluyo, que es a las residencias de ancianos. Hemos tenido mareas verdes por la educación, mareas blancas por la sanidad, mareas negras por los funcionarios, marea naranja por los servicios sociales, marea de pensionistas, pero ninguna marea en defensa de la dignidad de las personas mayores en las residencias. Han sufrido privatizaciones, recortes, y es una situación que nos tiene que avergonzar. Además, por la austeridad. De esta crisis deben salir compromisos claros de blindaje por los servicios públicos. Vamos a presentar una propuesta para que el 7% del PIB se dedique por ley a la sanidad pública. No creo que sea algo revolucionario, sino que es la media de nuestro entorno. Le pongo un cero a esa austeridad previa, pero no a ninguno de los gobiernos, incluyendo a los que están fuera de nuestro espectro político.
Entiende a la Junta en sus decisiones.
Yo sé que el Gobierno andaluz tiene propuestas diametralmente opuestas a las nuestras, y las critico. Hablan de eliminar impuestos, más recortes, rebajas fiscales, entrar en un modelo de baja fiscalidad, y ese es su modelo de desarrollo. El nuestro es garantizar los servicios públicos, la educación, la sanidad, los servicios sociales, la dependencia, apostar por la planificación en una tierra en la que cuando viene una crisis se nos ven las vergüenzas. Si seguimos al albur de los mercados, seremos los de empleos temporales, contratos de turismo low cost, agricultura low cost, que apuesta por la exportación a granel perdiendo el valor añadido, con contaminación del medio natural, la esquilmación de los recursos naturales. No es desarrollo eso, y es necesaria una política económica fuerte. Se ve ahora en los datos del paro de Andalucía, datos propios de guerra. No es hora de soltar las riendas. Eso es lo que quiero a futuro, pero no es ser de esos capitanes a posteriori que saben ahora lo que había que hacer para esta crisis. Por eso siento cierta comprensión hacia el Gobierno andaluz.
¿Deberíamos apostar por un modelo, ahora que la globalización parece en jaque, más autárquico?
No, más que una autarquía, un desarrollo endógeno, y reproduzco lo que dicen economistas. En una economía global, la autarquía es difícilmente planteable. Pero sí procesos en los que no seamos dependientes de los vaivenes de la economía internacional y de los caprichos. Algunos, entre comillas, festejaban el hecho de que el terrorismo fuera un factor de éxito para que los turistas del Norte prefirieran venir a Andalucía. No podemos depender de esos factores. Hay que hacer camino. postar por el valor añadido más allá de la agricultura intensiva, repartir la renta, fomentar la pequeña propiedad, las cooperativas, un turismo de calidad, y parar los procesos de uberización. Ésa es la última vuelta de tuerca, el hecho de que las tierras sean de fondos de inversión extranjeros, que el turismo urbano pase a depender de airbnb, destrozar el sector autóctono del taxi, la cuestión del comercio local frente a los internacionales de franquicias. Hay que desandar ese camino.
¿Tiene miedo del mundo que viene?
Tengo miedo de que no sea la última pandemia. Más allá de que haya que leer más investigar más sobre la base biológica de este tipo de pandemias, creo que caminamos hacia un horizonte ciertamente complicado. No quiero ser fatalista, pero es el cambio climático, la contaminación, la esquilmación de recursos naturales, los fenómenos atmosféricos extremos... No me gustaría dejarle un mundo a mis hijos e hijas en el que la excepcionalidad sea norma, de cada dos por tres con confinamientos. Ojalá recordemos esto como un mal recuerdo. Y que tengamos algunas enseñanzas. Que seamos más autónomos, no dependamos de las fábricas de fuera para pruebas, para mascarillas, porque al final no fabricamos nada. Tenemos que tener recursos para estas crisis.
¿Esta crisis es el 15-M de la extrema derecha? La desafección llega ahora al límite.
Están en ello, quieren rentabilizar la lógica indignación de esta crisis social. Hay que combatir una salida en falso, porque no olvidemos que la extrema derecha está muy vinculada al poder económico, y de forma muy clara. Y por otro lado, porque han apostado por políticas de austeridad, recortes en sanidad, educación, servicios sociales... Esta gente defendía, no en los grandes mitines quizás, pero sí sus voceros, las políticas económicas de apuesta por los poderosos. Es la misma gentuza que votó en contra de que elimináramos la posibilidad de despedir trabajadores durante una baja por enfermedad. Quieren eliminar completamente el entramado estatal a excepción de policía, jueces y ejército. Una salida de la crisis en esa clave sera peor, y hará que la próxima crisis sea mas dura. Aparte de la crueldad que muestran con los más débiles, los que no tienen nacionalidad española. Necesitan chivos expiatorios contra el más débil y no los poderosos. Son enemigo de mujeres, del colectivo LGTBI. Y estar junto a los poderosos es uno de los motivos por los que tienen pasta, están bien financiados y tienen una capacidad mediática importante. Luego, cuando hablábamos de no entrar en gobiernos con el PSOE, uno de los motivos era que no queda contrapunto en la izquierda. Todo el enfadado con el gobierno lo rentabiliza ahora la extrema derecha. Ése es el problema.
Esta crisis ha impedido que se selle el divorcio con Podemos estatal.
Eso se hizo por acuerdos, pero fue más bien una separación. Nos sentamos y apostamos por cooperación, no por competición. Ahora toca construir Adelante como sujeto andaluz, como un perfil propio, para colaborar, no para buscar escenarios en los que compitamos.
¿En qué momento está su relación con Izquierda Unida en Andalucía?
Tuvimos y tenemos unas discrepancias muy razonables, de cuestiones políticas que se pueden entender. IU piensa que es una buena idea entrar en gobiernos con el PSOE. Nosotros no. Es un debate con opiniones diferentes. Nosotros hablamos de la necesidad de un grupo propio en Madrid y colaborar con otras fuerzas del estado español. Creemos en una voz andaluza en el Congreso. Si no está, la desigualdad territorial nos perjudica. Y tenemos también discrepancias en asuntos como salarios o limitación de mandatos. Esos son los tres debates. Para colaborar, no tienes que estar al 100% de acuerdo. Apostamos por construir adelante sin enrocarnos en lo que nos separa, sino en lo que nos une. Ahora, en un contexto de mucha vulnerabilidad de la gente, los hay pasando hambre. Esto nos obliga a cooperar sin renunciar. Mi compromiso es de tres aós, y luego ya veremos. Ponte a calcular ahora para después. Mi compromiso es trabajar para que seamos dignos de la confianza de los andaluces en autonómicas y municipales.
Al abrir el espectro de Adelante, ¿piensa también en el antiguo PA? Hay personas importantes, como alcaldes, que muestran simpatía hacia Podemos.
Creo que en AA tenemos la suerte de contar con la herencia más sana del PA, y me remontaría más, la del antiguo PSA. Mi padre fue militante de aquel partido. Si tenemos que vincularnos es con ese partido más que con su degeneración. Ese que fue capaz de gobernar luego con blancos, negros, amarillos, azules y no tenía un perfil de izquierdas. Tenemos esa suerte con Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista, que ya en el PA eran posiciones críticas internas, con un proyecto que sea antagónico a las políticas neoliberales y socioliberales, que defienda a Andalucía, con posiciones ecologistas, andalucistas e internacionalistas.
¿Se abre una nueva ventana de oportunidad para la aparición de nuevos partidos?
Ojalá se abran procesos sociales, pero no para ir a la parte final de un partido político, sino de la necesidad de recuperar el sentido común en esta crisis. La anterior se afrontaba desde la denuncia a los poderosos, no queríamos ser mercancía en manos de políticos y banqueros, y no queremos ahora, sino unir a los de abajo. Una de las consignas del 15-M era que el pueblo unido jamás será vencido. El problema sería la otra salida posible a esta crisis, la de la extrema derecha, que no denuncia a los poderosos, no apuesta por la libertad y las políticas sociales.