A mediodía del pasado sábado, la casa de hermandad de Las Viñas acogía uno de los encuentros del ciclo Spe Lucis que organiza la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Jerez, donde los integrantes de la mesa redonda en la que se debatía sobre la delgada línea que divide la devoción del folclore de las procesiones en la ciudad, no dejaba títere con cabeza y se convertía en uno de los foros de discusión más interesantes de los que llevamos en esta Cuaresma.
Moderada por Miguel Perea, los intervinientes que iban a ser conducidos a priori bajo una línea programática en la que la compatibilidad o no de los dos conceptos iban a ser las pautas para seguir, terminó a la deriva en una serie de reivindicaciones y confesiones vox populi, donde quedaron patentes las costuras que actualmente sostienen el traje de las hermandades y cofradías.
"La iglesia 'jerárquica' desecha y degrada lo que siempre le ha funcionado"
Expuestas como "el gran banderín de enganche de la iglesia", para que las personas se acerquen a los templos, todos coincidían — de derecha a izquierda, Pablo Baena, Manuel Barrera, Martín Gómez y Manuel Tristán— en que "nos hemos dejado llevar por el secularismo y esto ha hecho que muchas veces se pierda la devoción", tal y como afirmaba el sacerdote jerezano, quien señalaba que cuando una persona forma parte de una procesión lo hace por "tres motivos, principalmente: señas de identidad, folclore o culto a una imagen".

"Falta de formación en las hermandades"
Y echando en falta el papel del director espiritual que "sane la falta de formación en las hermandades", incidía en que los responsables de esta área "no pueden estar al frente de 17 cofradías" y, en muchos casos, el párroco o el ordinario del lugar no es la persona más adecuada para "estar en las juntas de gobierno, formar a los jóvenes y los adultos o que esté presente en la vida de hermandad". Como consecuencia, fruto de ese abandono por parte de la iglesia —y también de los cofrades comprometidos con ella—, ahora mismo "esto se ha convertido más en folclore" que otra cosa.
"Hoy en día hay más personas viendo un ensayo, que en un día de quinario"
A todo lo anterior, Baena añadía que actualmente "se está sustituyendo la devoción por una afición" y ese factor está eclipsando el componente devocional en las hermandades, afeando a estas que pongan más esfuerzo en "actos que no son de culto", ya que ahí es donde también radica otro de los problemas principales. "Hoy en día hay más personas viendo un ensayo, que en un día de quinario" argumentaba, subrayando una eminente carencia de valores debido al desconocimiento, porque "no se puede amar lo que no se conoce".
Del rezo y la devoción, al selfi y la afición
"El problema es que se deje de mirar al Señor con esos ojos y las generaciones que están ahora mismo al frente o llenando las calles está eclipsada con otras cosas", afirmaba apuntando que "todos tenemos una responsabilidad compartida".
En este sentido, invitaba a los presentes a que prestaran atención a "los photocalls" en que se han convertido muchos besamanos y besapies, donde las imágenes titulares de las hermandades quedan relegadas a un segundo plano, bajo "un gran decorado donde las personas van, se hacen la foto al lado del santo para subirla a Instagram y, en el mejor de los casos, besarán la mano o el pie".
"Los jóvenes que piden formación son los raritos de las hermandades"
Por otro lado, también censuraba la posición del clero en muchas actividades, ejemplificando cuando "quieres hacer una exposición del Santísimo, con toda la solemnidad y te dicen que no, que menos cantos, sin la capa pluvial, cuanto menos velas mejor o menos flores y eso pasa factura". "La iglesia jerárquica deshecha y degrada lo que siempre le ha funcionado", lamentando que no sepan "aprovechar a las hermandades" porque parece que "los cofrades somos cristianos de segunda, cuando hay otros movimientos a los que no se le exige tanto y gozan de más privilegio y más prestigio".

El 'hooliganismo'del mundo de la costalería
¿Qué está fallando? Se preguntaba el sacerdote, exponiendo que "el mundo del costalerismo, debe tener vocación, pero lo hemos convertido como una afición y un poco de hooligans". "Si nos vamos a los jóvenes que piden formación, son de los raritos de las hermandades" añadía Barrera, aludiendo a las generaciones actuales que no anteponen "el individualismo y el egocentrismo" a la religiosidad y la devoción. Ante esta tesitura, lamentaba que el lunes pasado veía prácticamente solo el regreso del Cristo de la Coronación por el Gallo Azul y pensaba "si está aquí Virgen de los Reyes o Rosario de Cádiz esto está a reventar".
Y ante la interpelación de que quien tenía la culpa, si la hermandad o los sacerdotes, sentenciaba que "los curas hemos utilizado a los cofrades como cristianos de segunda y, últimamente, a las hermandades como hucha de los obispados".
"Andalucía tiene una forma muy particular de mostrar sus sentimientos"
Por alusiones, los capataces Martín Gómez y Manuel Tristán —este último hermano mayor de la cofradía del Viernes Santo que acogía el encuentro—, exponían que "Andalucía tiene una forma muy particular de mostrar sus sentimientos" y que ellos en su faceta de capataces tratan de que "el costalero sepa por qué está aquí y qué hace aquí", elogiando las virtudes de vocación, entrega, servicio y "regalar esos dones que Dios nos ha dado" de quienes componen sus cuadrillas, conscientes de que cuando los pasos se ponen en la calle como manifestación religiosa popular, ello no deja estar "ligado a la fe".
"Vivimos una sociedad que va muy rápido y que tiene muchísimas más prioridades que la cofradía, por tanto la gente no tiene ese concepto o esa necesidad o ese tiempo que antes tenía" apuntaba Martín Gómez, incidiendo en que "la hermandad hace lo que tiene que hacer", pero que también los sacerdotes se han acostumbrado en el templo a "darle la bronca al que venía y eso también ha hecho mucho daño porque las personas dejan de ir muchas veces a los quinarios porque hace mucho frío, la homilía dura casi una hora y encima se llevan una bronca".
"Los sacerdotes se han acostumbrado en el templo a darle la bronca al que venía"
"En nuestra hermandad hemos tenido sacerdotes muy buenos, pero no sabían llegar a la gente porque no sabían predicar y, por otro lado, también sacerdotes que dejan mucho que desear como personas, pero que predicaban muy bien" subrayaba Tristán, alertando de que si la iglesia "cree que nosotros somos más folclore o una fuente de devoción hacia el pueblo y si esta quiere a los cofrades como instrumento para evangelizar o por otra cosa".

Un Siglo de Oro de las hermandades más estético que devocional
Alertando del peligro en el que la devoción y el folclore puedan llegar a disociarse, Baena esgrimía la posibilidad de que haya personas que "huelan el incienso en un bar cofrade, pero no lo haga nunca dentro de un templo" como punto de inflexión de esa separación y disociación real.
Y, como conocedor de "su ganado, donde hay de todo", Barrera lanzaba piedras sobre el tejado de la curia por "no ser capaces de aprovechar el movimiento cofrade", si bien profundizaba en un análisis de muchas juntas de gobierno de estas corporaciones con "perfiles que no está cualificados o formados siquiera" y que forman parte de estos órganos directivos por "el yoismo que ataca a las hermandades y también al clero" por culpa de una "indigencia intelectual" debido a la falta de formacióne se cubre con "el poder y mangoneando, porque somos hijos de nuestra cultura".
"Tenemos que ser valientes y que no nos dé vergüenza el resto de la sociedad"
"Nos hemos preocupado mucho de la estética, pero a lo mejor no hemos profundizado y no nos podemos dejar llevar por el brillo" argumentaba Gómez, subrayando que "hay cofradías que han cambiado hasta de nombre", si bien es cierto que se ha dejado atrás tener una Semana Santa donde "el exorno floral era un jardín feísimo". "Tenemos que ser valientes y que no nos dé vergüenza el resto de la sociedad", añadía solicitando al clero que "se adapte a los nuevos tiempos" porque las hermandades y la Iglesia deben ser "modélicas en todos los sentidos, tener un presente muy firme y mucha responsabilidad en lo que hacemos".
Así las cosas, Baena exponía que "podemos hacer las cosas mucho mejor", matizando que ahora muchas personas "se pasan la vigilia por el forro del alma", ya que en antes en las hermandades, después de cualquier actividad siemre "había un pescaíto frito y ahora se llama al McDonald's", lo que supone perder el vínculo con lo verdaderamente religioso y en esos signos se que "todo da igual y no puede ser y las cofradías no lo deben permitir".
"Muchas personas se pasan la vigilia por el forro del alma"

No puede haber nada peor que ser ateo y vivir en Tornería
En torno a cuestiones como los valores que están transmitiendo las hermandades hoy en día a la sociedad y lo que esta piensa acerca de que "estamos todos los días de cachondeo y de folclore y lo que lo único que nos gusta es un paso", Barrera se sinceraba lamentando que "no hemos sabido vendernos", a pesar de tener un "producto muy bueno — que es Cristo y es María— porque la falta de formación del director espiritual no anima a las hermandades para que sean testigos en la sociedad".
"Estamos haciendo muchas procesiones extraordinarias y sacando las imágenes a la calle sin darle un sentido" apostillaba, señalando que "no hay peor castigo que ser ateo y vivir en Tornería; tenemos procesiones todas las semanas". "Si la estética no nos lleva a la ética, no nos sirve para nada", sentenciaba alertando de que estamos en un momento donde "prima la estética y no la ética a la hora de la forma de vivir, comportamiento y valores".
"Estamos haciendo muchas procesiones extraordinarias y sacando las imágenes a la calle sin darle un sentido"
"Cuando el misterio deja de ser misterio, se seculariza y, cuando se seculariza el misterio, entonces no tiene significado para la sociedad; si la hermandad no anuncia a Cristo, apaga y vámonos" remataba, exponiendo que durante una de las eucaristías infantiles que imparte en su parroquia preguntaba a los niños qué serían capaces de entregar a dios y qué no le entregarían por nada del mundo y "me quedé muerto cuando me respondieron que lo que jamás le entregarían a Dios sería la tableta, no su padre o su madre o un hermano, sino la tablet y esa es la cultura que estamos teniendo". Por ello, alentaba a que "nuestro testimonio en este mundo" se convirtiera en el "único evangelio que la gente puede ver".