La mujer costalera, anatema para la mayoría y aspiración para muchas. Esta es la realidad que se vive en las cofradías de Jerez y en gran parte de las ciudades donde la Semana Santa y el mundo cofrade tiene una importante repercusión y seguimiento social. No son pocos los debates internos y externos que ha tenido como argumento la mujer en las trabajaderas.
Lo cierto a día de hoy es que ese territorio está vetado para el género femenino con argumentos que van desde la complicada convivencia bajo un paso si fueran cuadrillas mixtas, la fortaleza de una mujer para cumplir como un hombre… Al fin y al cabo todo lo que se dice es un reflejo del rechazo a que la figura de la mujer tome parte de ese mundo ya sea por responder a esos achaques o por una simple cuestión de género.
En Jerez se ha vivido alguna reivindicación por parte de ‘cofradas’ que han intentado entrar en alguna cuadrilla. No se les ha permitido poniendo ante ella las excusas antes mencionadas además de un no taxativo por parte del capataz o de la junta de gobierno.
Sin embargo, la situación no deja de ser complicada cuando a día de hoy la mujer no tiene límites en la vida interna y externa de la hermandad. Tienen las mismas obligaciones y derechos que sus hermanos masculinos pero cuando se toca el tema de ‘abajo’ la cosa cambia.
Este medio ha localizado la que posiblemente sea la única mujer que forma parte de una cuadrilla de una hermandad en Semana Santa, María Montoro. Entra bajo el paso sin esconderse y con todos los vistos buenos del capataz y la junta de gobierno. Es costalera en un paso, el del Dulce Nombre. Un palio es de más reducidas dimensiones que un misterio, por lo que las estrecheces se agudizan hasta el extremo.
Montoro es hermana de la cofradía desde que nació. Lleva tres madrugadas con la ‘gente de abajo’ de ese palio, es decir, 29 hombres y una mujer. Su vocación le vino en la propia hermandad, que cada año saca una procesión en la que los niños y niñas de la cofradía son los protagonistas, por fiesta del Dulce Nombre de Jesús.
“Desde pequeñita siempre apuntaba maneras, ya que cuando salió el Niño Jesús de mi hermandad por primera vez que fue en 2009 ya empecé a cargarlo en parihuela hasta que en 2015 por primera vez el paso salía cargado con costaleros y lo dejé por vergüenza porque todos eran niños y pensaba que qué pintaba ahí”, cuenta María que mas adelante se animó y entró en esa cuadrilla de niños.
Aquello le despertó una inquietud grande por ser costalera en Semana Santa y en su hermandad, “mi sueño, por así decirlo, siempre ha sido cargar a mi Virgen. Era lo que a mí me gustaba”, señala, un deseo que ocultaba a sabiendas de que las mujeres no podían cargar o no era lo normal, “pero cuando cumplí 18 años igualé por primera vez en el Dulce Nombre. Y la verdad que gracias a Dios no tuve ningún tipo de problema ni con la junta de gobierno ni por parte del capataz. De los dos tuve el apoyo completo y no me pusieron ningún tipo de problema”.
Por devoción, sin más. Por devoción a la Virgen del Dulce Nombre. No persigo nada más, ni protagonismo ni afán reivindicativo ni nada parecido. Solo por devoción.
A mí no, porque yo lo veo como algo natural. Además, ya estaban tan acostumbrados a mí con el Niño Jesús donde yo era la única niña dentro de esta cuadrilla. Entonces para mí era algo normal. Era algo a lo que yo estaba acostumbrada y ellos también.
Soy una más. Yo no tengo ningún tipo de problema en la cuadrilla, al contrario, me aceptaron como si fuera uno más de ellos. Somos una buena familia. Yo estoy allí entre algodones. La verdad es que para mí son los mejores.
Sí, yo me siento muy cuidada, no solamente por ser mujer, sino porque es verdad que los que estamos debajo en mi trabajadera, tanto en la que va delante como en la de detrás, son personas que han estado toda la vida en la hermandad y a mí me conocen de siempre. Me tratan como a su niña, como muchos de ellos me dicen. Pero la verdad rd que me siento allí súper cuidada y una más de ellos.
La verdad es que no lo sé, porque es una situación un poco complicada. Es verdad que yo soy hermana y que venga una mujer de fuera que no sea hermana, quizá puede suponer un problema. A lo mejor es un poco más chocante, pero yo creo que no. Por mi parte yo no tendría ningún tipo de problema, al contrario, yo encantadísima de la vida de que fuera también parte de la cuadrilla.
Para nada. Porque para los compañeros soy yo, otra compañera. A día de hoy, gracias a Dios, no he tenido ningún tipo de problema con eso.
A ver, yo digo que hay de todo. Es verdad que a lo mejor biológicamente una mujer puede tener algo de menos fuerza que el hombre, pero para mí eso tampoco supone un problema debajo del palio. Para mí todos somos iguales.
Sí de asombro, como diciendo, ¡una mujer ha salido de debajo de un paso!. Y la verdad que a mí me hace gracia, porque con la cara dicen que eso no es normal.
Todo el tiempo que me dejen y todo el tiempo que yo pueda.
Es algo que muchas veces he pensado porque a día de hoy mi capataz no tiene ningún problema en que yo esté debajo del paso. Pero sí es verdad que muchas veces se me pasa por la cabeza de que si algún día por H o por B, el capataz ya no está con nosotros, otro diga pues a mí eso no me gusta o no me parece bien que una mujer vaya debajo y elija una cuadrilla de hombres. Pero yo creo que al estar tan integrada en la cuadrilla será un poco más complicado que otro capataz diga que no puedo seguir y me quede fuera de la cuadrilla.
Creo que sí, somos una piña y somos una familia. Y vamos todos a una. Me defenderían como a cualquier otro compañero.
La verdad es que no lo sé. Lo que sí sé que dentro de las hermandades de Gloria hay una María Auxiliadora. Este año igualó también una mujer, una chica entre una cuadrilla de hombres. Pero eso fue dentro de las de Gloria. En Semana Santa, hasta el día de hoy no tengo constancia de que haya ninguna otra mujer.
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