Tarde ventosa, pero despejada, con un cielo celeste que hace mucho no cubría el Viernes Santo. Ya no es el último día de procesiones. Se notó en una jornada más corta de lo que es habitual al faltar el Santo Entierro. La temperatura agradable hasta que cayó la noche. El viento de levante hizo que la sensación de fresco creciera. El ambiente fue bastante bueno, como es costumbre el viernes, dado lo festivo del día y después de reposar la intensa Madrugada.
La apertura del Sábado Santo descongestionó este día, siempre apretado en los horarios, algo que no sucedió, al menos, en la llegada al palquillo de Aladro donde Loreto y Viñas firmaron con adelanto. La hosteleria del centro hizo pleno otro día. Para este sector está siendo una Semana Santa excelente, muy por encima de las previsiones, como han confesado a este medio algunos propietarios de bares.
Hubo y hay negocio para todos, hasta el punto de hacerse difícil coger mesa dentro o afuera en la terraza. Así que el balance, cuando pase todo, tiene que ser positivo.
Otra cosa son los precios. Por las nubes y refiriéndonos sólo a montaditos, tapas frías y la bebida. Unos diez euros por persona si se consumen dos tapas y una bebida. Ahí queda eso.
La opción barata son los puestos ambulantes que tan bien los ha colocado el Ayuntamiento estropeando espacios de gran belleza como Alameda del Banco, ante el monumento a Gonzalez Gordon frente a la catedral o al pie de la cuesta Cristo de la Viga.
Buen ojo ha tenido el que haya asignado los espacios. Al menos estos chiringuitos dan vida a los más jóvenes, algo tiesos y con el dinero justo.
En lo estrictamente cofrade, la jornada se puede evaluar de positiva en todos los aspectos. Loreto dejó esos aires decimonónicos que tanto gusta en esta cofradía y que se ve incrementado con el nuevo estilo que está adoptando desde hace algunos años. El paso de la Virgen se presentó totalmente terminado en talla, con los espejos insertados, y con el frontal dorado. Un cortejo ordenado de unos 150 nazarenos vistiendo una elegante túnica morada. La singularidad la puso la música coral delante del paso acompañado con un realejo, instrumento a modo de órgano pero portátil.
Las Viñas fue ella misma con toda la fuerza de una cofradía que sigue creciendo y adecuando su estética, como el nuevo tono azul de la capa y antifaz que estrenó este viernes. El impresionante misterio andando con cambios, con algunos detalles que aún le faltan. Incansable, la Sentencia puso la música que tan bien sintoniza con la gente de abajo.
Ahora tocan los esfuerzos económicos en el palio de la primera dolorosa coronada en Jerez, La Concepción, que estrenó el bordado completo de la caída trasera, el techo, la peana de la Virgen y jarras. Todo un propósito de que la cosa sigue adelante. Seguro que a este ritmo en 2024 lo presentan casi terminado.
El Cristo de los gitanos, el Cristo de las melenas, sencillamente el Cristo. Solo basta en Jerez para señalar a la imagen por ser icono de la Semana Santa. La estampa cristífera más exportada de la Pasión jerezana.
Este viernes volvió a reivindicar sus formas y estilo. El paso es como un punto y seguido en el negro río del cortejo de San Telmo. Sobre un cuajado monte de clavel rojo, la estética de siempre no cambió ni un ápice.
Nutrido cortejo de hermanos de túnica negra y la otra dolorosa coronada del día, la del Valle, mandando en belleza y armonía entronizada en su palio de oro y rojo con la flor de moda o más asequible esta Semana Santa: las rosas colombianas.21:22
La cofradía eligió Rocío como marcha para entrar en Carrera Oficial. Una hermandad que tiene algunas de las composiciones más bellas de Beigbeder podría caer en la cuenta de que oírlas armoniza con unas advocaciones tan jerezanas. Curioso que este mismo viernes, en Sevilla, una cofradía eligiera la marcha Cristo de la Expiración para entrar en el recorrido común.
La Soledad cerró el día, dejándonos el buen sabor de una cofradía grande, pero al mismo tiempo una sensación de que el viernes queda demasiado corto. Todos los días la nómina se mueve en seis, excepto el martes que sube a siete. Un día grande como este no puede quedar a tanta distancia del resto.
El Descendimiento, un retablo andante, obra cumbre de Bru y Guzmán Bejarano. Un soberbio conjunto, una mole para los de abajo que con el tiempo y mucha constancia han sabido dominarlo.
Podría decirse que este misterio juega un papel secundario en una hermandad que lleva por nombre a su dolorosa, La Soledad. La de las manos unidas sujetando un clavo y de un rostro dulce. Todo se enmarca en un primoroso palio cuya luz es especial, intensa e íntima. Así, la Virgen de la Victoria cerró el Viernes Santo de candelerías apagadas por el levante que fue creciendo en intensidad a la caída de la tarde; de horarios más o menos cumplidos, de cofradías ofreciendo lo mejor.
Eso sí, no bajaron las ganas de ver cofradías, como si del primer día se tratara. Pero la realidad nos dice que estamos en puertas del fin. En puertas porque después de 40 años, el Sábado Santo vuelve a las calles.
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