Un Miércoles Santo de sinsabores, agridulce, gris. Por cuanto faltaba en la calle, que era mucho, y por cuanto, parece, sobró. Porque de las muchas hermandades que iban a procesionar, lo acabaron haciendo dos. Y lo acabaron haciendo bajo la lluvia.
Por la mañana, las dos hermandades más de barrio, La Sed, a la que acompañaba un año más el Rosario de Cádiz, y San Bernardo, habían decidido que no podía ser. Los partes meteorológicos lo evidenciaban y no fue una sorpresa.
Poco después, sorprendían el Carmen y el Buen Fin. Abrían sus puertas en un momento emocionante. Y que, con la evidencia de la Aemet, cuando se hizo patente la lluvia, tornó a tristeza. La de ver a imágenes con chubasqueros, la Carrera Oficial despoblada, las calles a medias entre cofrades y paseantes.
Dicen que juzgar el pasado no es justo. Pero es que ya en el presente de las tres de la tarde, parecía una decisión equivocada salir. Y se demostró. El Buen Fin, con una talla del siglo XVII entre su patrimonio, acabó tomando refugio en la Catedral. Pero el Carmen, aun con todo, volvió a la calle y no se quedó en el templo, sino que buscó volver a casa. Dará de lo que debatir en las próximas horas, y en las próximas semanas.
Mientras, el Cristo de Burgos, anunciaba con horas de margen que no procesionarían. Algo llamativo, pero lógico. El resto de hermandades irían avisando a medida que se acercaban sus horas de salida. Un Miércoles Santo que lo es menos sin Los Panaderos o El Baratillo, por mencionar algunas.
En esta última, se abrieron las puertas para que los fieles pasaran por delante del misterio. Dejó una imagen impresionante en El Arenal. Colas bajo la lluvia que no paraban de crecer. Eva era una de esas personas entre paraguas y chubasqueros. Andaba en ese momento escuchando El Llamador de Canal Sur con auriculares. "La lluvia es una decepción, tras un año esperando, pero bueno, mejor que no salgan a que hagan locuras". Porque "yo no hubiera salido. No son solo las imágenes, es el patrimonio humano, los trajes, los nazarenos... No es lo lógico". Y plantea: "Esto, antes del covid, no pasaba. Después, no sé por qué las hermandades se arriesgan más de la cuenta". Una impresión que, parece, generalizada.
Hermana de San Benito, que tuvo "la suerte de salir", y del Silencio, "que saldría mañana, aunque parece que no lo hará", no es una relación especial la que tiene con El Baratillo, sino que hacía cola bajo la lluvia porque "aunque puedes ver las imágenes todo el año, este es el momento de ver el paso montado".
Y cuando el día parecía de solo lamentos, en la misma cola del Baratillo para ver el paso, había una niña, Adriana, de ocho meses, vestida de angelito. En La Algaba, de donde es la familia, "a las niñas se les viste de ángeles", cuenta su madre. "Y a los niños de costalero". Todo, por el abuelo, Antonio, que fue costalero del Baratillo hasta hace cinco años. Si no hubiera llovido, quizás, la habrían acercado al paso, reconoce. "Bendita agua, pero podría haber llegado la semana que viene".
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