La imponente cruz de plata del Cristo de la Expiración de Jerez fue realizada en 1744 por Francisco Márquez, platero de Medina Sidonia, hecho constado documentalmente por el historiador Fernando Aroca Vicenti. La cruz es el resultado del legado testamentario de D. Alberto José Manuel Caballero Dávila de la Cerda, feligrés de la parroquia de San Miguel que donó el capital necesario para su realización tras fallecer el 6 de marzo de 1743.
En El Guadalete de 1 de abril de 1896, el erudito presbítero Miguel Muñoz Espinosa realizó un interesante estudio de la iconografía que presentan los relieves de la cruz, a la que define como “un poema esculpido sobre planchas de plata”. Miguel Muñoz Espinosa era un sacerdote muy instruido que fue director de la Revista Religiosa, publicación de gran importancia cultural e histórica de finales del XIX. También publicó artículos en la prensa local, como éste que tituló: La Cruz del Santísimo Cristo de la Expiración.
Existen algunos estudios sobre los motivos esculpidos en esta cruz, en donde se verifican las inscripciones latinas que contiene y su traducción, así como la identificación de otros elementos ornamentales. Sin embargo, llama la atención la interpretación que hace Muñoz Espinosa, quizá el primero en interpretarlas, aludiendo a frases célebres de los padres de la Iglesia o a pasajes de la biblia. En toda la cruz hay referencias al Génesis (los principios) y a los símbolos de la pasión de Jesús, metáfora de la muerte como el final de la vida terrenal y el comienzo de la Resurrección como superación de la muerte.
La Cruz se estructura con 19 cilindros de plata poligonales de 6 caras. El travesaño vertical (stipes) está formado por 11 cilindros y el travesaño horizontal (patibulum) por 8. Todos los cilindros poseen una decoración vegetal continua en donde alternan medallones con relieves que representan escenas, inscripciones e insignias de la pasión. La cruz se remata con una gran cartela de plata con la palabra INRI. El análisis que realiza Muñoz Espinosa en 1896 denota su preparación en teología y su conocimiento de las escrituras. El mencionado presbítero recalca que la iconografía de la cruz fue ideada por los curas beneficiados de San Miguel, siguiendo el encargo realizado por el donante.
El análisis que realiza Muñoz Espinosa comienza por el anverso de la cruz del stipes en donde destaca y analiza los siguientes motivos: un hombre que camina sobre ondas llevando una cruz y la inscripción Baculo caelesti potitur (Posee el báculo celestial), frase que atribuye a San Jerónimo (agradezco esta traducción a Francisco Antonio García Romero (CEHJ); la mayoría de las inscripciones latinas las proporciona el mismo Muñoz Espinosa); crucifijo en lo alto de una escalera y la inscripción Gradus quo scanditur (Escalón por donde se sube), palabras también de San Jerónimo en alusión a la escala misteriosa de Jacob; trompeta de la sentencia de Cristo; bolsa de las 30 monedas de Judas; un hombre cargado con leña y la inscripción Inculumis sibi fert ipse dulce pondus (Con dulce peso es conducido sin daño alguno), frase también de San Jerónimo; árbol con inscripción Arbor haec vera sospita vitae (este árbol es verdadera prosperidad de la vida), palabras de San Ambrosio; una escalera; un cráneo, dos tenazas; los clavos de la pasión y dos martillos; los tres ángeles que se aparecieron a Abraham debajo de la célebre encina de Mambre según el capítulo XVIII del Génesis con estas palabras del venerable Beda: sub umbra illius panis angelorum porrectus (Bajo su sombra fue ofrecido el pan de los ángeles); el arca de Noé con esta frase del San Ambrosio: Nostrae fuit signum salutis (Fue señal de nuestra salud); una ramo de espinas y dos disciplinas; Adán y Eva con esta inscripción: Ipse lignum tunc notavit, tomada del hermoso himno de pasión que empieza con Pange, lingua, gloriosi, lauream certaminis (según Francisco Antonio García Romero (CEHJ) podría traducirse como “él mismo entonces marcó el madero” que acompañado con el relieve de Adán y Eva se puede interpretar como que con el árbol del madero de la cruz de la muerte de Jesús se perdonó el pecado original provocado por otro árbol. Muñoz Espinosa lo hace coincidir con el Canto a la Cruz de Venancio Fortunato, según el mencionado García Romero (CEHJ): “Canta, oh lengua, la victoria de la gloriosa batalla”; el final del anverso de la cruz se remata con la inscripción: Siendo mayordomo Antonio Bravo y Pedro Ximenez y Alonso Francos hermanos mayores año de 1744, que sin duda alude a la fecha de donación de la cruz de plata a la hermandad.
En el anverso del brazo derecho del patibulum posee la inscripción del venerable Beda: Commissa dolet hoc pignus salutis (Deplora esta dádiva de salud las culpas cometidas), que Muñoz Espinosa considera que puede aludir al pecado cometido por Jacob con su nuera Thamar, mencionándose el capítulo XXXVIII del Génesis que lo refiere en el medallón que lo contiene; escena de la bendición de Jacob a los hijos de José, sus nietos, con estas palabras: Crux reddit bona bonis (La Cruz da bienes a los buenos), aludiendo a los brazos de Jacob puestos en forma de cruz para dar la bendición, tal como se lee en el capítulo XLVIII del Génesis; escena de un hombre arrodillándose delante de un ángel, conmemorando la bendición que Jacob pidió al ángel, según el capítulo XXXII del Génesis; medallón de un rey con una cruz en la mano derecha y la inscripción con la frase de San Basilio: En Judae inauferibile sceptrum (He aquí el centro de Judá) , aludiendo a la profecía de Jacob a uno de sus hijos.
En el anverso del brazo izquierdo del patibulum: medallón con escena representando a un hombre con un madero en la mano. Representa a Moisés con el madero que sumergió en las aguas salobres de Mara, cuya amargura movió murmuración entre los israelitas. Le acompaña la frase de Orígenes: Amara in Mara dulcavit (Endulzó en Mara las (aguas) amargas); escena representando a dos hombres con dos maderos y a otro con Satanás al lado junto a la inscripción Daemonis astus eludit (Burló la astucia del demonio); al final de este brazo está Moisés con la vara y la frase de San Ambrosio: Prodigiorum mensura inmensurabilis (La medida inconmensurable de los prodigios).
En el reverso del stipes de la cruz se ven continuos medallones con símbolos de la sagrada pasión: la corona de espinas; la linterna (en alusión a la linterna que portaba el esbirrio Malco en el prendimiento de Jesús); la caña de la burla con la palabra Ecce Homo; los dados; la inscripción: Se puso por obra de Don Xptobal Clemente Torrixos, Cura Bdo. De la iglesia Parroquial del Sr. S. Miguel, y por D. Manuel Vicente Torrixos, Cura Teniente de dicha Iglesia, los que consagran su corazón al SSmo. Xpto. Año de 1744 (probablemente a estos dos sacerdotes de San Miguel se debe la inspiración de los distintos elementos iconográficos que adornan la cruz); medallón con la lanza y la esponja; una cruz de la orden del Temple dibujada con la inscripción: Esta Cruz la legó en su testamento a este SSmo. Xpto. de la Espiración D. Alberto Manuel Caballero; al final del reverso de la cruz está la túnica y la mano del soldado con una inscripción latina que Muñoz Espinosa no pudo copiar y la columna con el gallo de las negaciones de San Pedro.
En cada uno de los brazos de la Cruz, por el reverso, se ven cuatro medallones en los que se pueden ver, en el derecho, un libro con la palabra Oratio, unas sogas, un conjunto de llamas y el cáliz; y en el izquierdo un pan con la voz Ayuno, la barrena, 10 piedras y el Divino Rostro.
La cruz de plata del Cristo de la Expiración de Jerez contiene un esquema iconográfico muy completo y lleno de erudición. Fue concebida concienzudamente como una exaltación de la Cruz, una metáfora del triunfo de la resurrección sobre la muerte, el triunfo de Cristo, a través de su pasión, para redimir los pecados del hombre. Y todo ello aludiendo a numerosos motivos bíblicos del Génesis y a frases de los padres de la iglesia u otras personalidades cristianas como San Jerónimo, San Ambrosio, San Basilio, el verable Beda o el padre de la iglesia griega, Orígenes. Sin duda, la Cruz de plata del Cristo de la Expiración es una obra de orfebrería extraordinaria y una de las obras de arte más importantes de Jerez que procesiona con su titular todos los Viernes Santos.
Por último, confirma Muñoz Espinosa en su artículo la tradición existente de que la cruz fue pintada de verde durante la invasión francesa para evitar el expolio y la rapiña de los soldados franceses. Aunque José I decretó la expropiación de todos los objetos de oro y plata de las iglesias que no fuesen de culto con la intención de sufragar los gastos de la guerra, los franceses rapiñaban todo lo que podían. La cruz se pintó de verde para que pareciese de madera y no llamase la atención de la soldadesca. Quizá por ese motivo se salvó de la rapiña y hoy forma parte de unos de los mayores activos del patrimonio devocional y artístico de Jerez.