Las calles de Sevilla dejan historias de hermanos mayores, nazarenos a la carrera, pronósticos, ansiedades y hasta polémicas, que siempre las hay. Pero la Semana Santa de Sevilla se vive de millones de maneras, entre esas prisas, hasta lo que ha sido un día deslucido ha provocado sonrisas, ilusiones.
En un centro de menores en Triana viven chicos que, circunstancias de la vida, y sin que haya que abundar en ello, no la viven directamente de la mano de sus familias. Esos recuerdos de infancia que tantos sí los han vivido, no es igual para ellos. Pero también es allí Semana Santa.
Este domingo, un educador social, trabajador público, salía con esos chicos en grupo. Los nombres son lo de menos. A veces, dan caminatas por el campo, cuentan. Esta vez, como es Semana Santa, y esto es Sevilla, hay que vivir las procesiones. Uno de ellos, adolescente, es ciego. Camina junto al educador bajo un paraguas cuando prácticamente todas las hermandades han dicho que no esperan mejoría del tiempo. Bajan desde la Catedral hasta el Arco del Postigo.
Esta vez, gracias a una asociación, han tenido ocasión de ocupar algunas sillas. Una ocasión para vivir algo más de cerca. El educador social le va relatando lo que ve. Él le iba contando que "el Señor está en la última cena con los apóstoles", cuenta el chaval. "Con los discípulos". "Sí, con los discípulos".
De hoy, de esa cercanía desde las sillas de Carrera Oficial, se queda con el susto. "Iba escuchando la banda y he pegado un salto [con los tambores[, no me lo esperaba. Dije: ¡Ostras!". Sus bandas favoritas, la de la Virgen de los Reyes y las Cigarreras. Este año, este chico ha tenido ocasión de acudir a la Hermandad del Calvario, cuya talla del Cristo fue puesta a disposición de un grupo de invidentes para que pudieran tocarlo y componer la imagen de la talla en su mente, conociendo las llagas y otras heridas.
El Domingo de Ramos, pasado por agua, ha sido la ocasión en que el grupo pueda pedir cera directamente a los nazarenos, se han llevado estampitas y "hemos hecho una tienda de campaña con los paraguas", cuenta el chico. "Hemos echado una buena tarde con su meriendita y todo", añade el educador.
Un trabajo, el realizado con chicos tutelados por la administración pública, que se realiza con cariño, "en busca de la normalidad". Un mundo, el de estos chavales, que es uno de los muchos mundos de la Semana Santa de estos días. Historias cotidianas que revelan cuánto mueve lo cofrade en la ciudad. En este caso, es la ilusión de una tarde.
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