25 años de la Expo 92: la participación de Jerez en la Exposición Universal de Sevilla

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La ciudad estuvo presente, envuelta una vez más en la polémica, en un pabellón de casi 7.000 metros.

La concurrencia de la ciudad de Jerez en la Exposición Universal de 1992 no estuvo exenta de polémica. El alcalde Pedro Pacheco posibilitó la presencia de la Ciudad del Sherry en tan magno acontecimiento gracias a la iniciativa comercial, puesto que varias empresas jerezanas, sobre todo del sector vinícola y gastronómico, acudieron a la Expo agrupadas bajo el amparo de un mismo pabellón de carácter efímero, cuyo rótulo era Tierras del Jerez.

El discurso pronunciado en el Palenque por Pacheco el 21 de septiembre de 1992, día de honor de Jerez, no dejó indiferente a ninguna de las personalidades allí presentes. El político jerezano hizo hincapié en una presunta marginación del pabellón de su ciudad, llegando a acusar al presidente de la Sociedad Estatal de la Expo, Jacinto Pellón, de tener "oscuras razones políticas" contra la presencia jerezana en la muestra. Pedro Pacheco llegó a manifestar: "Incompresibles y oscuras acciones políticas han impulsado a algunos a marginar a Tierras del Jerez, borrándola de los planos, guías y publicaciones oficiales, creándole un sinuoso rosario de dificultades administrativas, llegando incluso a recomendar a determinadas delegaciones que no visitasen nuestro pabellón" (Diario 16). El alcalde de Jerez aprovechó aquel acto para anunciar a bombo y platillo una ficticia candidatura de su ciudad para acoger una futura Expo en el año 2003, que se celebraría en Jerez y tendría al vino como principal protagonista.

El pabellón Tierras del Jerez, diseñado en conjunto por los arquitectos Ignacio de la Peña y Ramón González, ocupaba una parcela de 6.900 metros cuadrados al norte de la Isla de La Cartuja, entre el Pabellón de los Estados Unidos y la Plaza Sony. Se trataba de un edificio de carácter efímero, levantado con la intención de ser demolido tras la clausura del certamen.La publicación Edificación del 92 en Sevilla define al pabellón Tierras del Jerez de la siguiente manera: "Se trata, más que de un pabellón, de una concesión comercial a la iniciativa privada andaluza, que posee la exclusividad de la venta de vinos con denominaciones de origen Jerez-Xeres-Sherry y Manzanilla de Sanlúcar en el recinto de La Cartuja". Por lo tanto, el edificio jerezano destacó por su carácter lúdico y gastronómico y por ello, en abundantes publicaciones, fue promocionado como El Pabellón de la Fiesta.

Configurada en torno a una gran sala de exhibiciones y ornamentada al estilo de un zoco árabe, la zona expositiva del pabellón jerezano destacaba por contar con una gran variedad de piezas singulares. Resaltaban maquetas de los edificios más representativos de la ciudad, un androide con indumentaria del siglo XVIII que ingeniosamente recitaba a Shakespeare o la muestra de vehículos que habían resultado ganadores en las últimas competiciones celebradas en el circuito de velocidad de la ciudad gaditana.

Exteriormente, el edificio contaba con un gran espacio al aire libre conformado por nueve casetas que acogían restaurantes como El Pico de Oro de Chiclana o Mesón El Coto, así como un pequeño espacio escénico rodeado de graderío donde los visitantes podían disfrutar de los espectáculos ecuestres que se programaban diariamente desde las 12 a las 17 horas de la tarde y de las actuaciones de flamenco. Dentro de su programación, el pabellón jerezano contaba cada viernes con la presencia de los caballos cartujanos de la Yeguada del Hierro del Bocado, sorprendiendo a los asistentes con la perfección de su doma.

La herencia de la Expo 25 años después

Integrar en el entramado urbano las infraestructuras de una Exposición Universal, al término de la misma, es uno de los problemas que siempre se han planteado las autoridades de todas las ciudades que han albergado una muestra de este tipo.

En el caso de Sevilla’92, como ya hemos visto con el ejemplo del pabellón de Jerez –construido en hierro y hormigón a toda prisa en junio de 1991 y demolido en 1996–, la mayoría de los elementos del área expositiva fueron diseñados con carácter efímero, siendo desmontados muchos de ellos una vez clausurado el certamen.

La Expo de Sevilla fue la primera gran muestra que ha contado con un plan de reutilización preconcebido. Fruto de esta planificación fue el proyecto Cartuja’93, cuyos elementos principales fueron el Parque Científico y Tecnológico (PCTC) y un pequeño parque temático (Isla Mágica). Pero ¿hasta qué punto se rentabilizaron las instalaciones de la Isla de La Cartuja tras la Expo?

Gracias a la celebración del certamen, la ciudad de Sevilla cambió por completo su fisonomía urbana. Nuevas terminales de tren y aeropuerto, así como varias rondas de circunvalación y seis nuevos puentes ayudaron a la metrópoli andaluza a colocarse como una de las capitales punteras del sur de Europa. El gran problema radicaba en las 215 hectáreas del recinto expositivo. Una vasta extensión al otro lado del río que tendría que ser integrada de forma excesivamente rápida en una ciudad que por aquel entonces contaba con algo menos de 700.000 habitantes. Activos como el monorraíl, el telecabina o numerosos pabellones (Descubrimientos, Cine Omnimax o Lago de España) fueron infrautilizados para, más adelante, desaparecer para siempre. El proyecto botánico, uno de los más ambiciosos en la historia de nuestro país, fue literalmente abandonado (Jardín de las Américas) y numerosos activos con un gran valor histórico-patrimonial, salvajemente destruidos (Balsa Uru, el mirador «Edificio para un vacío» de Anish Kapoor o la obra en madera «Sin título» del alemán Stephan Balkenhol).

Las desavenencias entre los diferentes partidos que presidieron el consistorio sevillano en los años que siguieron a la celebración de la Expo y la caótica propiedad del suelo en la Isla de La Cartuja, han sido factores determinantes que han contribuido a la pérdida de este patrimonio a lo largo de estas dos décadas.

Veinticinco años después, nuevos proyectos han generado una nueva oportunidad para que la Isla de la Cartuja pueda convertirse, al fin, en un espacio cultural para la ciudad de Sevilla. La gran transformación del sur del recinto, cuyo espacio más emblemático es el formado por el Complejo Torre Sevilla, o el nuevo proyecto de Archivo de Andalucía a ubicar en el antiguo Pabellón del Futuro deben ser tomados como estandartes para revalorizar en su totalidad este patrimonio tan maltratado.

Bibliografía:

-García de Bock, Juan Carlos. La Exposición Universal de Sevilla veinte años después. Estípite Ediciones. Sevilla. 2013.

-VVAA: Expo 92 Sevilla. Arquitectura y diseño. Electa. Sevilla, Milán. 1992.

-VVAA: Edificación 92 en Sevilla. Escuela Universitaria de Arquitectura Técnica de Sevilla. Sevilla. 1992.

-Crónica de la Expo 92. Número 181. En Diario 16, 21 de septiembre de 1992.

-Crónica de la Expo 92. Número 182. En Diario 16, 22 de septiembre de 1992.

-Tierras del Jerez: de sueño efímero a larga pesadilla. Los que dejaron el pabellón bien alto. En Diario de Cádiz, 16 de abril de 2017.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

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