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Poner letra al mar es un afán que sólo pueden afrontar algunos elegidos. Rafael Alberti fue uno de esos escasos talentos capaces y había que celebrar el prodigio en condiciones. Una travesía poética desde Cádiz hasta El Puerto de Santa María lo culminaba este sábado.
Con ese recorrido en barcos, cedidos por la asociación Cádiz con Elcano, quedaba clausurado el programa de conmemoración del centenario de la publicación de Marinero en Tierra, la primera gran obra que consagró al poeta portuense y abrió una trayectoria lírica memorable.
En un acto de justicia poética, los versos del autor condenado involuntariamente "por su padre" a vivir en lo firme regresaron a las aguas, las de la Bahía. Sobre unas siete embarcaciones de distinto tamaño, una veintena de amigos, discípulos y admiradores ofició el mejor tributo posible: la lectura y la escucha.
El director del Instituto Cervantes y estrecho colaborador, Luis García Montero, presidió la ceremonia que comenzaba poco después del mediodía. Una vez los barcos estuvieron a salvo de la tierra del marinero nostálgico, ya en mitad de la Bahía, con una mar suave y un cielo amenazante, comenzó la lectura.
Como invitadas de honor y retén generacional, cinco alumnas de Bachillerato del instituto de Secundaria Rafael Alberti. Alba Morales Cantero, Carmen Ruiz Ramírez, Irene Cuevas Ouviña, Carmen López de los Dolores y Davinia Ruiz Ramírez fueron también afortunadas que pudieron poner voz, oído y corazón a los versos del mejor cantor del mar gaditano.
A la lectura del poemario Marinero en Tierra le rodeó una suerte de feliz e informal diálogo entre los participantes. Resultó un intercambio de recuerdos, anécdotas, vivencias y retratos admirados del autor que recibía el homenaje.
Hasta participantes sin edad de haberle conocido directamente y aún así compartieron experiencias que muestran la huella que ha dejado la trayectoria poética de Alberti en toda la Bahía de Cádiz y mucho más allá, en tierra.
La travesía tuvo también como tripulantes a numerosos poetas y escritores gaditanos. Téllez, Ripoll, Fernández Palacios, Rosario Troncoso y Blanca Flores fueron algunos de los participantes. En una doble condición de organizadora y asistente, la teniente de alcalde de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, Maite González.
Con un considerable retraso sobre el horario previsto, que la mar siempre marca sus tiempos, Puerto Sherry fue el destino de la parada marinera y poética. Javier Ruibal, primero en la terraza del restaurante Berdó y luego en el auditorio al aire libre, ya guitarra en mano, aguardaba la llegada de los navegantes.
Su voz y su música ensalzaron si es posible varias piezas de la obra que cumple un siglo con la salud de un niño sano. Unos espetos y unas copas redondearon una celebración que a punto estuvo de ser aguada por la lluvia inesperada. Afortunadamente, la tormenta esperó turno educadamente.
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