Hasta que reciba en su casa el gramófono dorado pasarán todavía unos meses. Sin embargo, Antonio Rey Navas (1981) ya saborea las mieles de lo que ha supuesto para su carrera musical haber sido galardonado, hace escasamente una semana, con el Latin Grammy al mejor álbum de flamenco del año. “Un sueño del que poco a poco voy despertando”, cuenta a lavozdelsur.es, en un frío y lluvioso mediodía de noviembre que para él, en el peor año que se recuerda, ha pasado a ser un mes radiante y cargado de futuro.
Un año después de que la categoría estuviera desierta, veinte años después de que The Latin Recording Academy introdujera al arte jondo como género con espacio propio en estos prestigiosos galardones, Antonio Rey, nacido circunstancialmente en Madrid pero jerezano a todos los efectos, “soy de San José Obrero, me crie allí y en La Granja”, se ha convertido en el sexto guitarrista (tras Vicente Amigo —en dos ocasiones—, Tomatito —en tres ocasiones—, Pepe de Lucía, Juan Habichuela y Paco de Lucía —en cuatro ocasiones—) que obtiene una distinción que “económicamente no da nada, pero que abre muchas puertas”. Un espaldarazo a una carrera musical plagada de sacrificios personales, disciplina, tenacidad y ganas de jugársela siempre hasta alcanzar un hueco en el Olimpo de los grandes guitarristas de la historia de la música.
Hemos quedado en un bar cerca de su casa, al norte de Jerez, en un parque desenfunda su sonanta, una Manuel Reyes que le regaló su amigo Vicente, el autor de Ciudad de las ideas. Uno de sus maestros que, junto a Paco, se llevó de gira a este niño de pelo negro y espeso que sigue jugando con las seis cuerdas. “Empezó como un juego pero ya es un juego demasiado serio”, reconoce. Como buen flamenco, desayuna a mediodía. Pone ajo, aceite y york a la tostada. Ha estado hasta bien entrada la madrugada haciendo cosas que los flamencos antes no hacían. Estudiar como un poseso. “Me pongo a repasar los temas en el estudio y me dan las tantas. Cuando tocas en directo no puedes dar para atrás, tiene que salir todo perfecto. Es un amor-odio esto de la guitarra. Muchas horas…”
Paco decía que la guitarra era una hija de puta.
Como instrumento es horrible, la sueltas dos días y te suelta ella un mes: quilla, te toco todos los días ocho horas, te he dejado dos días, no seas así… Es un instrumento muy cabrón porque de repente te crece una uña más que la otra o cambia la temperatura, me voy de aquí a Japón, ¿qué pasa…? La madera se mueve, coge tensión, o se pone más blanda, o se pone como un pelote… Son muchos factores, no es el piano que te ponen ahí, te lo afinan, le das al pedal, tiene reverb, un volumen increíble. Qué va, qué va, la guitarra tiene muchos factores, aparte de que te coja estudiado y trabajado, aunque ya doy por descontado el hecho de que estés en forma.
¿Cuánto le dedica de media diaria?
Ocho horas, el día y la vida le echo. Ocho horas hoy y mañana una no valen para nada. Es una vida dedicada y es muy jodido.
Menudo escaparate es esto, ¿no?
Hombre, esto es un sueño que no tenía pensado alcanzar, la verdad. Ha pasado así, lo estoy viviendo y cada día me voy despertando porque con la guitarra flamenca no pensaba yo que pudiera tener un Latin Grammy… y menos yo, que no vengo de una dinastía, ni de gente famosa, ni de familia… Yo soy mitad gitano y mitad no, no soy como el que viene porque su padre o su tío… En mi familia, quitando a mi padre y a mi tía, nadie es flamenco. Y mi padre ha sido un buscavidas en tablaos, no ha sido nadie reconocido. No me esperaba esto. Y tampoco me lo esperaba por los cuatro cantaores que han estado en la final (Antonio Reyes, Ezequiel Benítez, Naike Ponce y Antonio Campos). Todavía digo: madre mía, que soy el mejor disco flamenco del año… y veo super discos al lado del mío, pero… ha sido así.
¿El título del disco —Flamenco sin fronteras— da una idea de por dónde va su música?
Exacto. He tratado de que los palos, los ritmos o las formas de interpretar el flamenco no sean una barrera para la gente que no sabe de flamenco o que nunca escuchó flamenco. He hecho un disco, flamenco por supuesto, pero que puede atraer a otro tipo de oyente. El público de Pablo Alborán (que colabora en el disco con Un sueño contigo) llega al flamenco por aquí. Niñas que escuchan a Alborán a lo mejor van a pasar automáticamente si hago solo una taranta, una soleá o unos tientos. Porque el flamenco tradicional es duro para el que no entiende o no lo ha escuchado nunca. Y sobre todo en América: es muy difícil que alguien se coma un disco de guitarra una hora sin voz y con palos tan duros. Este disco está lleno de melodías, de estribillos, termina la canción y se te queda el estribillo de guitarra, cuando tengo que hacer virtuosismo lo hago, pero estoy más al servicio de que la gente escuche música, no solamente flamenco.
¿Corre el riesgo de caer en lo puramente comercial?
Yo veo todo los destrozos que hacen en la música hoy en día y me parece que no estoy saliéndome del camino. Hoy en día le ponen flamenco a cualquier cosa.
A eso iba, el año pasado no hubo categoría flamenca en los Grammy Latinos y barrió Rosalía, que empezó con algo parecido al flamenco y fíjese ya por dónde camina…
Claro, yo no es que haya dejado de hacer flamenco, sino que mi mensaje es más de, como te diría, no rigiéndome a unos cánones. Me apetece algo, lo siento, y lo hago; y toque lo que toque, jazz o clásico, no sé tocarlo de otra manera que no sea flamenco. Llevo desde los nueve años tocando para cantar y bailar, dando vueltas por el mundo escuchando y tocando flamenco. Es mi música. Porque haga una balada con Pablo Alborán o un tema con El Barrio no estoy dejando de ser flamenco. Creo que es bueno, además, que el flamenco llame la atención a artistas de otros géneros y vengan a vernos. Cuando estoy en directo, ya en el Palau o en la Bienal, ahí sí toco lo mío, pero ya te he traído, ya estás aquí. Y ahora te toco por soleá, porque sé tocar por soleá. Y por tarantos, y por bulerías… A veces para apreciar un jamón de 50 euros tienes que empezar por comer uno de 15. La gente, de entrada, parece que consume lo barato y lo fácil. No quiere prestar atención, sino algo fácil y para divertirse. En España no se consume la música, en general, para estar en el sofá, tomándote una copa de vino con tu mujer, sin hacer nada más que escuchar música. Hay poca cultura musical en España. Cuando voy a Estados Unidos o Japón te das cuenta solo con el silencio de cómo te escuchan y cuando terminan te dicen: has tocado esto, has cambiado de tonalidad aquí… cultura musical. Entonces, a mí no me parece que yo haya roto ninguna barrera o esté cargándome el flamenco. Estoy haciendo mi flamenco y creo que eso es ser puro.
¿Pero qué es la pureza?
Ser honesto contigo mismo. Si siento esto, es lo que siento. Estamos en el siglo XXI, no tengo por qué tocar como tocaba Sabicas hace 50 años. Es que no lo siento así. Ya en mi vida hay más información musical que antes. He estado tocando jazz con Richard Bona, esa información se me queda; he estado tocando pop andaluz con músicos como Pablo Alborán… no puedo frenar que mis inquietudes salgan, dentro de un respeto al flamenco. Pero hay que ponérselo fácil al público: tómate esta tapita gratis, y si te gusta, aquí tienes todo el jamón. Hay que ir atrayendo nuevos públicos. Si meto a mi hija con 10 años en una ópera me dice que es un aburrimiento, y a lo mejor está cantando la mejor soprano. ¡Qué pena que se lo pierda o no lo pueda entender! Pero a la fuerza, así porque sí, no se pueden meter músicas tan duras y especiales. Entonces, Flamenco sin fronteras es un disco que lo puede escuchar cualquier persona, entienda de música o no haya escuchado flamenco nunca. Y eso a los norteamericanos creo que les ha caído bien del disco: hay fandangos, bulerías… y todo es cantable. No es sólo mira cómo me como la guitarra, sino que trato de ser un cantaor con la guitarra y que te lo pases bien. Y luego otra cosa es el toque de Jerez o el cante de Jerez, que lo respeto, lo conozco, he hecho cinco discos, y en todos he hecho de todo. Pero al final, si Paco no llega a haber grabado Entre dos aguas quizás no estaría ahí, y es el tema, entre comillas, más fácil de Paco de Lucía.
El flamenco se busca sus trucos para llegar al gran público.
¿Por qué no va a ser puro si yo toco esto de verdad y con honestidad? ¿Por qué Paco sonaba flamenco tocando el Concierto de Aranjuez o tocando con Di Meola y Mclaughlin? Porque su alma era flamenca, daba igual qué género tocara.
Es muy interesante eso de cantar con la guitarra. ¿Al final es el vehículo de expresión de sus quejíos, no?
Imagínate. Tu vida pero sin palabras. Es aún más difícil. ¿Cómo te hago para pintar un paisaje o un desamor?
"En España hay poca cultura musical. En Estados Unidos y Japón te das cuenta con el silencio de cómo te escuchan"
O ese día del concierto en el que por lo que sea se torcieron las cosas…
Claro… porque un compositor escribe, pero ¿cómo te lo cuento yo con armonías? La magia de la música es esa. Mi historia no lleva palabras y como te las imaginas, pues te la llevas a tu historia. Por eso la música es tan especial. Sin letras, pfff, te abre los ojos y te lleva…
¿Le habla mucho su guitarra?
Bueno, me dice que no la deje tanto… yo le hablo más. Le he puesto la justiciera. Si estás bajo de ánimo te pregunta ¿qué quieres que haga…? Si estás en forma te lo agradece. Es un instrumento que está vivo, el cabrón.
A lo tonto lleva casi 30 años tocando…
Lo que pasa que empezó como un juego y ahora es un juego demasiado serio (ríe).
¿Recuerda cuando tuvo en sus manos su primera guitarra?
Sí, claro, perfectamente. De la mano de mi padre, Tony Rey, guitarrista y cantaor. Ha sido mi maestro. Y luego, aparte, estuve con el maestro Paco tocando de gira, con Vicente Amigo… con grandes que con solo tenerlos al lado ya aprendía.
¿Cómo llegó a ellos?
Me llamaban, me buscaban… la vida me los puso ahí. A través de todos los concursos que he hecho, y he tenido la suerte de ganar, como La Unión, Córdoba, Giraldillo de Sevilla, Los Cernícalos en Jerez…, luego los cinco discos, que el primero, A través de ti, me lo produjo Gerardo Núñez. Y a través de jugármela, porque yo me la he jugado mucho en los discos. Colaboraciones como Vicente Amigo, Diego El Cigala, Diego Carrasco, Miguel Poveda, Richard Bona…
"Un chaval que toca el cajón o los coros por 400 euros y ha hecho cuatro cosas en lo que va de año… ¿qué hace con eso, y la familia, y la hipoteca…?"
¿Hasta qué punto jugársela?
Jugármela económicamente. Aquí no tienes ningún padrino ni a nadie. Montar el estudio en mi casa, grabarlo yo, vender mi coche para comprar los aparatos… muchas cosas que hay detrás del Grammy. Y sin nadie que te apoye y sin nadie que crea en ti, habiendo miles de guitarristas buenísimos en mi país. Creo que lo que me ha dado ventaja a mí es eso, que se lo pongo fácil, lo trato de poner fácil para que la gente no se aburra y se sienta partícipe del concierto. Porque son los mismos que van a ver a Pat Metheny o Richard Bona y se lo pasan bomba. He estado de gira con Richard y digo: hostias, qué gran bajista pero qué poco se complica la vida… No significa que tengas que hacer mala música, sino tener poder de convocatoria. Hay que hacer un poco de todo.
Un cuarto de cabales es un cuarto de humedad, no un estadio de fútbol.
Exactamente. Esto era aquí para cuatro señoritos que ganaban billetes y decían: ponme un guitarrista y un cantaor ahí que vamos a echar un ratito. Hablaban, comían, cenaban, tenían ahí a sus chicas, y esos dos ahí toda la noche cantando y tocando como si fueran un disco. Le pagaban y adiós. Eso era el flamenco.
"El flamenco no es de ningún sitio"
¿Ha encontrado poco a poco la dignidad que merecía como música universal?
Hombre, yo creo que la merece en toda regla. Por eso me duelen muchas cosas que pasan en mi país, como que el otro día fuese la gala de los Latin Grammy y en los telediarios no mentaran la palabra flamenco, solamente que, con todos mis respetos, había ganado Perales. Luego decimos que el flamenco es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad o que es una seña de identidad de España… ¿Acabo de ganar un Grammy Latino al mejor disco flamenco y no mencionáis, ya no a mí, sino a la categoría, a que lo ha ganado un disco español? Lo peor es que en tu país no te reconozcan. Y no hablo por mí, porque gracias a Dios no como de mi país, sino que hablo de nuestra música. Tengo muchos amigos indignados, he hablado con Alejandro Sanz de esto, con Vicente Amigo… Coño, ¿a las tres de la tarde en TVE, se habla de los Grammy Latinos y no se menciona nada del flamenco…? ¿De verdad ocurre esto? ¡Qué pena!, ¿no?
¿Le ha escrito para felicitarle gente que le ha sorprendido?
Me ha escrito felicitándome Niña Pastori, Alejandro Sanz, Vicente Amigo…
Me refería más a nivel institucional…
No, la consejera de Cultura, la alcaldesa de Jerez…
¿El presidente de la Junta, el ministro de Cultura…?
No, pero a mí de verdad lo que le da valor a ese Grammy es que artistas de la talla de Estrella Morente o de los que te he mencionado antes me den su enhorabuena. Ese es el mejor premio.
Hilaba por lo que hablaba antes del apoyo real de las instituciones públicas al flamenco, aunque luego se les llene la boca a los políticos…
Sí, es así. Luego alguien gana un partido de tenis o ha ganado en una carrera de motos y todo son felicitaciones. O va a El hormiguero…
El momento es jodido. Unión Flamenca, el sindicato de artistas donde está usted, hablaba hace unos días de que casi la mitad de los artistas flamencos deberán renunciar a su carrera si no cambia el panorama actual.
Sí, porque nosotros que estamos un poco más delante… yo cuando toco llevo a mis músicos, pero ellos van tocando también con otros. Entonces económicamente tienen que tocar con más gente para verle color a esto. Y uno cuando toca pues le ve color porque está ahí delante. Con cuatro o cinco conciertos que he hecho este año me he bandeado, pero un chaval que toca el cajón o los coros por 400 euros y ha hecho cuatro cosas en lo que va de año… ¿qué hace con eso, y la familia, y la hipoteca…? No tienes más remedio que buscarte la vida por otro lado.
¿Dónde le pilló la pandemia del siglo?
Me agarró la pandemia por San Francisco, estaba mezclando y masterizando con mi compañía discográfica, Cerrito, Flamenco sin fronteras. Cuando hice el primer concierto en Los Ángeles me llamaron para que me viniera para España que la pandemia iba para Estados Unidos. Tenía muchos conciertos por delante, billetes de avión, tickets comprados que había que devolver… todo se canceló. En lo que llevamos de año he tocado en Cáceres, la Bienal, un concierto el otro día en Flamenco viene del Sur (Sevilla), y dos colaboraciones con El Cigala. De tener 60 conciertos a tener 4, imagínate el año que he tenido. Pero al menos puedo decir: puedo tirar. Pero es que hay compañeros que no han tocado en todo el año. De todos modos, soy positivo y ya le veo la recta final a esto. Cuando escucho a alguien negativo digo, mira no, ya está bien, que he estado sacando la basura en el confinamiento como si cometiera un delito. Encima ha ganado Biden… yo quería que se fuera ya la gallina esa (risas)… tengo contactos allí que me dicen que hay más ganas e ilusión, y la verdad que dependo mucho de Estados Unidos porque toco mucho allí. Gran parte de mis ingresos dependen de ahí, México, Japón e Irán.
¿En Irán?
Hay una afición increíble. Parece que en cualquier lado hay más afición que aquí. Aquí nos creemos que cantamos, bailamos y tocamos muy bien. Somos los mejores, ompare. Para mí, Jerez ya no tiene fronteras y el flamenco no es de ningún sitio, ni de Jerez, ni de Andalucía. Mira Mayte Martín o Miguel Poveda cómo cantan y son catalanes. O Sabicas, que era de Pamplona…
"¡Si fuera tocar nada mas! Aquí tienes que ser relaciones públicas, productor, arreglista, técnico de sonido…"
Y ya hacía en los 60 discos de flamenco y rock con Joe Beck…
¡Vamos! Esto de puro y nosotros, no, tío. Paco de Lucía no era gitano y es el mejor guitarrista que ha pasado por el planeta. Yo soy de Jerez en todos los sentidos porque, aunque mi madre es de Sevilla, mi padre es de Jerez, mi hermana Mara, que es bailaora y cantaora, es de Jerez, y toda mi familia es de Jerez. Cuando nací, mis padres estaban trabajando en el tablao Torres Bermejas de Madrid, donde empezó Camarón, y allí nací, pero a los dos años nos vinimos para acá. Yo me siento de Jerez y cuando probé los chicharrones, aquí me quedé (ríe).
Aun así tuvo muchas vivencias que le abrieron la mente…
A los nueve años me fui para México, allí aprendí a tocar la guitarra; me fui un año a Tokio a tocar en tablaos; luego doce años en Madrid… pero yo soy de Jerez, me siento de aquí, me he criado en San José Obrero. Aunque no tengo el toque de Jerez. Diego del Morao, hijo de Moraíto, es padrino de mi niño Antonio, es mi compadre, y yo cuando le veo tocar… él si tiene ese toque jerezano puro, de acompañar. Yo lo veo diferente, me gusta la guitarra de concierto, y nos queremos y nos respetamos mucho. Yo toco como toco yo y si no te gusta, lo siento. Pero bueno, Jerez me ha apoyado mucho, la gente me felicita por la calle, el de la farmacia… he notado el cariño.
Ahora los flamencos también tenéis que estar en el marketing, en los medios, en las redes, en Instagram…
¡Si fuera tocar nada mas! Aquí tienes que ser relaciones públicas, productor, arreglista, técnico de sonido… por eso cuando ves a un artista ahí que lleva tantos años dices: madre mía, todo lo que habrá tenido que pasar… Cómo va a ser igual eso a esos triunfos rápidos que pone el mercado, cómo va a ser lo mismo las fatigas que pasa uno por su carrera… Creo que voy por buen camino y creo que el Grammy me da un empujón para decirme a mí mismo: Antonio, ya es hora de que creas en ti porque no vas por mal lugar. Para eso sirve porque económicamente no hay nada, aunque sí te abre puertas. Tengo con mi grupo en 2021 más de treinta conciertos por Estados Unidos, ya tengo otra vez el Palau de la Música en Barcelona, el Festival de Jerez… Está claro que esto es importante, pero muchísimo más en Estados Unidos, donde no paran de abrirse puertas, pero en mi país casi no he salido en las noticias. Esto es como un Oscar para un actor, no hay premio más alto. He ganado todos los concursos de guitarra de España, me he pegado meses estudiando 14 horas diarias, yendo sin dormir a concursos, compitiendo con grandes guitarristas… Seguramente, cuando pasen 20 años y ya tenga más canas, y venga de Estados Unidos, pues dirán algo… pero es parte del decorado y también te estimula.
Lo importante al final es creer en uno mismo, ¿no?
Claro, y ser humilde, y que los compañeros te respeten y disfrutar de lo que haces. Y yo ya con poder comer de lo que hago y poder mantener a mi familia tocando mi guitarra… eso sí que es un Grammy.