Durante años creímos que el único acontecimiento flamenco más importante de 1922 fue el Concurso de Cante Jondo de Granada. Un evento auspiciado por intelectuales y artistas con el se quería contribuir a reforzar la idea del flamenco como producto artístico e intelectual. Lejos del vilipendio al que fue sometido por la generación del 98 comenzaba a ser reconocido y a liberarse del estigma de sordidez al que se hallaba vinculado.
Las exposiciones parisinas de 1889 y 1900 vieron desembarcar a un nutrido grupo de intérpretes de lo más granado del arte flamenco de entonces, será el punto de partida y de encuentro con una pujante intelectualidad, no sólo francesa también española, que recoge el testigo de las nuevas corrientes en el arte
Cuando el compositor gaditano Manuel de Falla recala en Granada comienza a frecuentar destacados ambientes de la sociedad granadina de entonces, desde lo más tradicional a la más novedosa intelectualidad. En ese caldo de cultivo el compositor se convirtió en cabeza visible de una corriente que defendía la restauración del cante desde una perspectiva purista, alejarlo de sus motivos folklóricos y de su mercantilización como producto para turista.
Extender esa idea más allá de Granada rondaba la cabeza del músico, sostenía que el flamenco se hallaba en vías de extinción y resultaba urgente esa restauración de la pureza. Conocemos bien los entresijos del Concurso de Granada, pero apenas teníamos referencia de que en Cádiz se celebrara no un concurso sino un concierto o recital también pergeñado por el compositor del El amor brujo con la connivencia de Alvaro Picardo, aficionando y mecenas gaditano , todo esto lo hemos ido sabiendo gracias a la sagacidad y al tesón del recordado Luís Suárez Ávila.

Alvaro Picardo había sido invitado por su paisano para que asistiera al concurso granadino, pero la enfermedad de un familiar le impidió asistir, dado que quería complacer de alguna manera el maestro le propuso la posibilidad de poner en pie un evento de similares características en Cádiz con la concurrencia de profesionales.
Ambos eventos de 1922 tenían como eje vertebrador la figura de Manuel de Falla que fue quien aportó un conjunto de ideas relacionadas con su particular visión del cante , eran dos acontecimientos relacionados en los que se asentaron criterios de selección diferentes, el de Cádiz no tuvo carácter competitivo y contó con la participación de artistas semiprofesionales y en el de Granada no se permitió la participación de intérpretes profesionales.
Una de las cosas más sobresaliente del programa gaditano fue que cantes que habían estado bajo la confidencialidad de las casas cantaoras, latentes pero soterrados , salieron a escena. Por otra parte, estilos que no fueron considerados en Granada, en Cádiz sí tuvieron protagonismo. En el concierto de Santa Cecilia no fue posible ofrecer todo el repertorio del legado del Mellizo, representado por sus hijos, pero fue una excelente muestra del repertorio que atesoraba aun este rincón andaluz pese que este arte musical se hallaba menoscabado y olvidado, según las palabras de Picardo, intuyo por justificar las ideas de Falla que buscaba rescatar el genuino y primitivo cante andaluz.
Picardo se implicó y mucho que aquel evento tuviera éxito, le preocupaba la imagen de la ciudad como aficionado, mecenas y representante de la sociedad burguesa de la época, aquello debería tener trascendencia por su compromiso con Falla, lo que significó que llegara a costearlo de su propio bolsillo.
El libro que hoy presentamos es fruto del trabajo de Ramon Soler, Javier Osuna y Manuel Sánchez, quienes como en una terna de diestros cada uno ha hecho la faena en la que más sobresale. Resalta en el mismo la profusión de datos y fotografías, incluyendo hasta el programa mecanografiado original de lo que se iba a interpretar en ese día. Destaca especialmente el prólogo de Luis Suárez Ávila quien con su sabiduría y socarronería a la que nos tenía acostumbrado nos sitúa en otra escala de valores con respecto al arte flamenco de ese momento. Es pues el resultado de un intenso trabajo de investigación, que además profundiza en los elementos estéticos y sociales de una sociedad en continuo cambio y en un repertorio hoy difícil de poner en pie,
Lo cierto es que el Concierto de Santa Cecilia pasó sin pena ni gloria por su carácter localista, eclipsado por los fulgores del evento granadino. Con este libro se restituye su historia, oculta tras un manto de silencio y olvido, y pone en valor lo que sucedió en Cádiz cuatro días después del concurso de Granada. Como en un acto de reconstrucción de lo que sucedió en la Academia de Santa Cecilia en los años veinte, se decidió poner en pie una obra teatralizada y musicalizada que contara las vicisitudes de aquellos aficionados y flamencos de entonces, en este libro se aporta el guion y se da cuenta de los avatares de esa puesta en escena en el Teatro Falla en 2022 que rememora que en Cádiz algo grande también pasó.
Aconsejamos a quienes estén interesados en ampliar información sobre este concierto gaditano lean el artículo de Ramón Soler Díaz para Revista de Flamencología 2023 Vol. 32 “El concierto de cante jondo de Cádiz de 1922” cuyo enlace es el siguiente: