El cierre del ciclo veraniego 'Solera y Compás', ayer sábado en las bodegas Tío Pepe, traía una selección del toque, el cante y el baile jerezanos, más un invitado estrella. Lo presentaba con ojo de insider el prolífico Juan Garrido y la afición en platea daba para una tesis en sociología, pues reunía a curiosos y cabales de diverso pelaje al calor de algunos de los ases del flamenco de Jerez, y no sólo. Esta vez lavozdelsur.es pudo tomar imágenes de lo que se auguraba una noche fotogénica.
Abrió el guitarrista Diego del Morao, hijo del llorado Moraíto Chico. No sé si el presentador le hizo un favor al recordar los nervios escénicos (en momentos así su padre le decía: "T’ubiera' dedicao' a otra cosa"), pero sólo pudimos constatar la soltura guitarrística de uno de los pocos hombres capaces de bailar sentados. Tanto se ha prodigado Diego que bromea con ser "el guitarrista oficial" de Tío Pepe. Ayer nos venía con un repertorio concertista, primero en solitario y después acompañado por la guitarra de Rubén Martínez y el cajón de Ané Carrasco. Se percibió un deje moruno en la segunda pieza, pero sólo un brevísimo amago de bulería en la última. Por el público se propagaba una epidemia de "Olé, Diego", jaleos para uno de los exalumnos más aventajados de la academia de guitarra de El Carbonero (yo seré seguramente el menos).
El segundo tramo correspondía a un cantaor con fuerte presencia en esta temporada de festivales, premiado en la bienal de Sevilla tras una década escasa llevando la voz cantante. Pedro El Granaíno se presentaba con la controlada guitarra de Antonio de Patrocinio y con su propio hijo Miguel Heredia entre los palmeros. Empezó por granaínas, recordando al rey moro y exhibiendo quizá los mayores matices de una desarmante voz afillá. Se adentró en la seguiriya jerezana, una popularizada por Chocolate y otra de La Pompi. Luego combinó tangos de Remedios Amaya y de Morente para terminar con un único y fulminante “fandanguito”, como él lo conceptualizó.
El tercer acto reunía a Tomasa 'La Macanita' con Diego del Morao, quien aprendió con ella a subirse a un escenario. El guitarrista, que ha acompañado a lo más térreo del flamenco local (José Vargas 'El Mono', Juana la del Pipa…), mostraba ahora el toque santiaguero. Completaban el equipo Carlos Merino al cajón y un trío de palmeros-jaleadores liderados por el veterano Chicharito.
La Macanita imponía respeto desde las propias vestiduras y no se amedrentaba por unos breves problemas de sonido ("Me encanta este pitío, me encanta"). Soleares de Triana y unos tangos de Pastora, aunque en la seguiriya se retorne siempre a Jerez (Tío José de Paula). Así íbamos entrando en materia: "Como estamos en el barrio [de Santiago] voy a cantar un poquito por bulerías". 'Poquito' que se convertiría en un mini fin de fiesta bailado y cantado con y sin micro, versos de La Perla de Cádiz reinterpretados por una artista que acababa de ser presentada como perla del cante de Jerez "y más allá".
Tras la fiesta santiaguera, la danza innovadora de Mercedes Ruiz. Bailaora no gitana formada con los flamencos de la zona, sería muy pronto invitada por el apóstol del gitanismo Manuel Morao a su compañía Manuel Morao & Gitanos de Jerez. Al principio estaba a solas en el escenario con el cantaor El Londro, recibiendo de este un pregón flamenco ("se me han roto las alpargatas y se me ha clavado un cristal"). Luego entró el resto del "cuadro", soltó el mantón y tomó las castañuelas. La bailaora se ausentó el tiempo que duraron unos trémolos y una pequeña bulería para regresar con la propuesta más netamente rítmica de la noche: un braille polifónico de taconeo, palmas, cajón e incluso la guitarra de Santiago Lara como instrumento percutivo adicional. Mercedes salió de escena bailando con un palmero, aunque el suelo seguía temblando un poco.
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