Gracias al “chollo linguístico”, como él lo llama, que le enseñó una joven alumna llamada Gema, el americano Charlie Geer (Charleston, EEUU, 1970) se coló en los teléfonos y dispositivos móviles de miles de personas gracias a la didáctica y tronchante explicación en vídeo de la expresión ancabuela. “Son seis palabras por el precio de una”, apunta. Su alumna había estado en casa de su abuela y ese día le dio una lección y una idea para un vídeo que lo hizo tener una repercusión que no esperaba.
Él también es sureño, concretamente de Carolina del Sur, un Estado en el que se habla “un inglés un poco cerrado”. Este amerizano, como se define —de hecho es su nick en redes sociales—, llegó a España hace más de doce años. Primero ejerció como auxiliar de conversación para un centro educativo del municipio cordobés de Puente Genil, pasó por Los Palacios (Sevilla) y lleva unos años en Jerez, donde reside con su actual pareja, Concha, confidente y profesora a su vez de Charlie, que ahora estrena libro. En ¿Qué dices, teacher? (Editorial Plan B) donde recoge expresiones que ha ido aprendido durante su estancia en el país, donde fue consciente de que el castellano que había aprendido le serviría de poco.
¿Por qué este libro?
Son relatos que ya había publicado en inglés y que he querido rescatar. Yo soy escritor, más que youtuber. Lo de ancabuela fue como un capricho. De eso surgió el libro. Yo encantado, porque me ha servido para que una editorial se ponga en contacto conmigo, el gran sueño de todo escritor.
¿Cómo se define entonces? ¿Youtuber? ¿Profesor? ¿Antropólogo de la lengua?
Más que nada soy escritor. Enseño porque de algo tengo que comer. Con la enseñanza aprendo mucho, pero soy escritor y ahora también monologuista. Lo de YouTube fue un capricho, no paso mucho tiempo grabando vídeos, pero estoy encantado con la repercusión. La gente no lee como antes y es otra manera de contar historias. Hay cosas que funcionan mejor en vídeo y otras en forma de texto.
Soy escritor, más que youtuber. Lo de ancabuela fue como un capricho, pero de eso surgió el libro y yo encantado"
¿Seguirá haciendo vídeos entonces?
Voy a continuar porque es una buena manera de contar historias. Pero sigo escribiendo. Hago las dos cosas. Mis alumnos me dicen: Oh Charlie, eres youtuber. Para ellos es como su sueño. Creen que con cada visualización ganas un euro y es mentira. No sé quién les habrá dicho eso. Es difícil ganarse las habichuelas así, pero me encanta el diálogo que se genera con los vídeos. Escribir puede ser una labor muy solitaria, y los monólogos aún más, pero tengo mono de hacer más monólogos. Me siento más cómodo en el escenario hablando en español a desconocidos que en un bar hablando con alguien
¿Había sido monologuista antes de llegar a España?
No, he sido profesor muchos años, que es como tener un público todos los días, un público muy difícil. Es como una preparación, en cierto sentido. Hace unos años publiqué una novela en Charleston, y he hecho interpretaciones en las presentaciones, porque había personajes llamativos, hacía voces… Me encantó y pensé que a lo mejor algún día hacía monólogos. Pero no pasó hasta que no llegué aquí y encontré a un público interesado, algo que es un lujo para un narrador.
¿En qué ha cambiado su vida desde el vídeo de Ancabuela?
No ha cambiado mi vida porque no me obsesiono con los números. Antes de ese vídeo tenía diez me gusta y estaba genial. Ahora dices: ¿Solo 300? Si persigues seguidores es como una especie de esclavitud. Es como la escritura, hay que hacer tu proyecto y a ver qué pasa. Sigo enseñando, sigo trabajando otros libros y en relatos, pero es verdad que tengo más contacto con la gente en redes sociales.
¿Se considera influencer?
Yo digo que soy sinfluencer, porque no tengo mucha influencia. Ya no soy joven, rondo los 50 años, no es mi rollo. Veo con claridad cómo las redes abusan de nuestra inseguridad, de nuestra vanidad, es como un rico que nunca tiene suficiente dinero… tienes un millón y quieres dos. He visto eso desde el principio, por eso intento no perseguir seguidores y visitas.
¿Cómo lleva eso de que lo conozcan por la calle?
Es genial, de vez en cuando me paran por la calle en Jerez y es un subidón. Y no es por mi aspecto, porque soy más calvo que una bola de billar, es por mi arte, por así decirlo, por un relato que he contado. Se me pone la piel de gallina de solo pensarlo, aunque es verdad que estoy más cómodo en el escenario que por la calle.
En España comer no es solo comer, es reunirse, ver a gente, ponerse al día… Es como Acción de Gracias todos los fines de semana"
¿Cual es la expresión que mezcla inglés y español que más gracia le ha hecho?
Hay muchas, casi todas las recojo en el libro. Tienen que ver con malentendidos, como que un chino es un hombre de China pero aquí se dice vete al chino a buscar cinta adhesiva. ¿Pero eso qué es? ¿Un insulto? No, es una tienda. Gran parte del libro tiene que ver con eso, con ver la lengua española a través de ojos americanos. Aquí la gente tiende a hablar de sus asuntos de salud con más honestidad, eso fue curioso para mí también. Lo llamo la sanidad publica, muy pública. Otra parte del libro tiene que ver con lo que pasa con el inglés en España. Hay anglicismos españolizados, como crack, que es una grieta, e incluso la grieta del culo, y que usáis para decir que alguien es muy bueno en algo. O la pronunciación de wifi en lugar de waifai. O friki, que no usamos como sustantivo en inglés, solo puede ser adjetivo.
¿Qué cree que puede aprender EEUU de España?
Más que nada, cómo comer. Aquí se hace un rito de la comida. A mi esposa Concha siempre le impresiona cuando estamos en EEUU la rapidez con la que comemos, incluso mientras andamos. Hay que comer, ¿pero por qué no hacer un arte de esa necesidad? Eso pasa aquí. Comer no es solo comer, es reunirse, ver a gente, ponerse al día… Es como Acción de Gracias todos los fines de semana.
¿Qué expresión gastronómica de las que ha aprendido es su favorita?
A mí me encanta pelar la pava, aunque ya no se utiliza tanto. Hoy compramos la pava ya pelada por un puñado de pavos, pero la frase nos enseña algo de Historia del cortejo que no tenía nada que ver con WhatsApp, cuando la comida no era un producto industrial. Hay mucha historia en una expresión. Como estar más perdido que el barco del arroz, también tiene una historia muy interesante. O una que aprendí hace poco: en un pueblo en Málaga a los taladros los llaman guarritos, por lo visto viene de la antigua marca británica Warrington.
¿Cual es la última palabra o expresión que ha aprendido?
Manguara. Es un aguardiente de Huelva que parece que viene de man water, agua para hombres. Los ingleses lo llamaban así cuando llegaron a Río Tinto y de man water pasó a ser manguara.
¿Cuándo se dio cuenta de que el castellano que había aprendido valía de muy poco en Andalucía?
Incluso antes del andaluz, me di cuenta con el español, con la palabra tío. Para mí era la forma abreviada de tipo o el hermano de tu madre, pero me he encontrado a una pechá de sobrinos. O la leche, que es un producto lácteo, pero una canción puede ser la leche, ¡incluso un vino puede ser la leche! Luego hay gente con mala leche, gente cagándose en la leche… Es muy complicado. Después, el andaluz es otro nivel, han sido muchas desventuras y aventuras, pero siempre aprendiendo.
¿En qué se parece Carolina del Sur a Andalucía?
En la manera de hablar, hablamos cerrado y también hemos tenido prejuicios contra nosotros a lo largo de los años por la manera de hablar, por tener una cultura más rural. Mira Los Simpsons, el tonto es el que tiene más hijos que dientes y un acento profundamente sureño. Aún se asocia a la ignorancia. Yo diría que la persona que sabe preparar un pavo, por ejemplo, no es un ignorante, es la persona con la que quiero tener una amistad. Sí que hay similitudes, si no seguramente no estaría aquí todavía. Estoy contento aquí pero también me gusta visitar Carolina del Sur, porque es otro tipo de campo, más subtropical. Eso sí, a mí me encanta dormir en la terraza con el fresquito de la noche y allí no se puede por los mosquitos.