"Con la escritura ahuyento fantasmas del pasado y evito los del futuro"

Tras muchos años en la primera línea política, Juan Bouza acaba de publicar su primera y disparatada obra de narrativa, 'Independenshia. El procés gaditano'. "La terapia del humor puede ser fundamental en la pandemia psíquica tras este maldito año", afirma

Juan Bouza, en las calles de Cádiz, en días pasados.

 

La primera pregunta es obligada: ¿Usted es de 'Cadi-Cadi' o 'beduino'?

Yo soy de Cadi-Cadi, lo que pasa que ahora vivo en el exilio de Puerta Tierra. Progresivamente se van acabando los contratos de alquiler y me voy acercando a Cadi-Cadi. Nací en una zona muy céntrica, en la calle Diego Beato de Cádiz, eso está al lado de San Francisco, plaza Mina… estaba en todo el cogollo, buen sitio. Además nací allí, en mi casa, no como esa gente moderna que ahora nace en un hospital (ríe).

¿Qué diferencia hay entre el gaditano de extramuros y el de intramuros, hay otra forma de ser gaditano, es pura mitología?

Por lo que he visto o cuando he viajado, en todos los sitios donde hay un casco antiguo muy muy delimitado o muy concreto, y por tanto, una zona nueva también muy marcada, pues siempre existe ese pique medio en broma, medio en serio, entre el autóctono y el que se va fuera, a extramuros. No es más que una broma, pero he querido aprovechar esos piques sanos para hacer una historia truculenta y disparatada que ahonda en la crítica a los tópicos o en el chovinismo, que hace que creamos a veces que somos el centro del universo y hacemos chorradas como las que cuenta el libro.

¿Qué tiene Juan Vurbinka, el protagonista de esta astracanada, de usted?

En mi primera incursión en la narrativa lógicamente me era mucho más cómodo crear un personaje que se pareciera en algo a alguien que conozco y yo me conozco un poquito a mí mismo, y entonces sí claro, he cogido cosas de mí, cosas del entorno, aunque no es mi historia. Tiene sus cosas, pero hay un cameo continuo de gente conocida de Cádiz porque pensaba que para qué me iba a inventar tantos personajes si ya Cádiz está llena de ellos. Las ciudades, los territorios, los pueblos… son su gente. Por eso yo no entiendo ese chovinismo a veces ridículo. Somos la gente de Cádiz, de la Bahía, de Jerez, de Sevilla o del mundo mundial, y a los territorios le dan carácter su gente, independientemente de que nos marque físicamente el entorno. Si somos de una forma de ser es porque la gente que nos rodea es así.

El maestro Juan Bouza que estuvo allí

Juan Bouza Mera (Cádiz, 1965) es licenciado en Psicopedagogía y diplomado en Magisterio por la Universidad de Cádiz. Master universitario en Dirección de Comunicación, es empleado público del Ayuntamiento de Cádiz desde 1986, donde entre sus funciones en estos años dirigió la Casa de la Juventud. Precisamente en su juventud participó activamente en el movimiento estudiantil, llegando a liderar organizaciones juveniles a nivel estatal. Posteriormente ha tenido responsabilidades políticas en la provincia de Cádiz, con especial incidencia entre 2004 y 2012 como delegado de Empleo de la Junta en Cádiz, un cargo que le trajo agrias negociaciones con las plantillas de Delphi o Visteon. 

Tras salir de la política activa, se vio envuelto en un desagradable episodio del que afortunadamente salió ileso judicialmente, pero con las lógicas secuelas personales que optó por superar con buen humor. Como muchos otros políticos, tuvo que sufrir eso que llaman pena de kiosco, al verse envuelto en un supuesto caso de corrupción por ayudas a empresas y cursos de formación, dentro de la cruzada que la juez Alaya emprendió hace una década contra dirigentes del PSOE en la Junta andaluza, sin que contra él hubiera siquiera indicios, como quedó probado al archivarse la causa. Todavía hoy Bouza ahuyenta los fantasmas refugiado en su quehacer profesional y, especialmente, en los libros, el cine y la escritura.

Acaba de publicar su primera incursión en la narrativa, Independenshia. El procés gaditano (Q-Book, 2020), en cuya cubierta hay incluso un imaginario checkpoint de acceso a Cadi-Cadi, como los gaditanos conocen la zona de intramuros en la Tacita de Plata. "Cádiz vive unos días convulsos. La tradicional tranquilidad de la ciudad se ha roto y sufre la mayor crisis de su historia. Sucesos que quedarán grabados para siempre en la retina de sus habitantes. Un grupo de ciudadanos de Extramuros (beduinos), cansados de la situación de subordinación de Puertatierra al casco antiguo (Cadi-Cadi), han decidido romper relaciones de una manera trágica y ponen en marcha un procés que los conduzca a la... ¡¡Independenshia!!", reza la sinopsis de esta, como él mismo la define, astracanada. Además de todo lo anterior, es fiel cada semana a su columna, Versión Original, en lavozdelsur.es.

¿El confinamiento le pedía reírse de todo lo que nos rodea, o esto parte de esa llama de la crispación que prendió especialmente aquel 1-O en Cataluña?

La idea del libro tuvo su origen ahí, escribiendo chorradas en Facebook como hacemos todos. Apenas poco fotos mías porque no tengo la belleza sin par del gaditano, pero en esa época empecé a escribir esa historieta y la dejé aparcada. A la gente le gustó, pero la aparqué. Hace un año o año y algo la retomé, le di forma y afortunadamente he tenido la enorme suerte de contar con una persona que es fundamental para que este libro haya visto la luz, como es Juan José Sánchez Sandoval, editor, y una editorial como Q-book, que ha apostado por mí y eso era un riesgo tratándose de alguien nuevo en este mundillo. En cambio, han sacado el libro en tiempo récord y ha quedado una edición estupenda, así que estoy muy contento.

El libro, no obstante, aparece en un momento en el que si algo necesitamos, aparte de la vacuna, es un poco de humor, ¿no?

Sí, de hecho la mayor parte del libro está escrito en el confinamiento, en momentos muy desagradables, que aún seguimos viviendo, y bueno, demuestro a lo largo de las páginas, con algún que otro episodio, que a veces hay que tomarse las cosas al menos con sentido del humor. Al mal tiempo buena cara es fácil decirlo, pero todos sufrimos lo indecible con esta pandemia. Sin embargo, si se le puede sacar una sonrisa a la gente aunque sea con algo tan disparatado con este libro, pues habré cumplido con alguna función. Las cosas me las suelo tomar así, sin quitarles importancia, pero sí buscando el lado bueno, gracioso y humorístico.

El escritor y columnista gaditano, antes de la conversación con lavozdelsur.es. Autor: Manu García

Usted es psicopedagogo, ¿hay que ir haciendo ya pedagogía de cómo va dejarnos el coco todo esto cuando pase… o ya lo vamos notando?

Ya se está diciendo por parte de los expertos. Ahora tenemos la pandemia del virus, que nos ataca, nos afecta y está matando a tantas y tantas personas en el mundo, pero luego llegará la otra pandemia, aparte de la crisis económica y social, y será de orden psíquico por el desgarro emocional que estamos sufriendo por este año maldito. Tenemos como seres humanos una gran capacidad de resiliencia y ahí pongo mis esperanzas. Sabremos, espero, capear ese dramatismo que estamos viviendo. Confío en la gente, en los gobiernos y en la capacidad de los seres humanos de sobreponerse a los momentos más duros. Por eso creo que la terapia del humor puede ser fundamental y por eso hago este libro que solo busca hacer feliz.

¿De qué le libera escribir?

Escribir es algo que he hecho siempre. Y además me gusta hacerlo en todas sus posibilidades, en la narrativa, en el artículo, unas veces más de opinión y otras más literarios, como hago con vosotros, que estoy encantadasímo de escribir los domingos en lavozdelsur.es, o cuando he tenido que hacer discursos o comentarios políticos. Me va la vida un poco en la escritura y en la lectura, personalmente es terapéutico. Reconozco que me encuentro mucho mejor cuando puedo leer, escribir o ir al cine. En definitiva, son los rincones que uno encuentra para ahuyentar fantasmas del pasado o evitar los del futuro.

Fue durante años destacado representante político, ¿cuando uno ve la política con cierta distancia no tiene la sensación como si hubiese dejado las drogas o el alcohol?

(Ríe) La política me ha interesado toda la vida y toda la vida me interesará, y ay de aquel al que no le interese la política porque, queramos o no, se va a seguir haciendo y por eso me interesa estar en política porque me interesa que se hagan bien las cosas. Otra cosa es el mundo de la política en directo. Tengo experiencias super positivas, y soy un poco lo que soy como persona gracias a mi participación política, pero también los momentos más desagradables de mi vida los he tenido que vivir con la política y después de la política. Ese es a lo mejor uno de los fantasmas del pasado que me persigue, pero, en fin, también tengo que saber sobreponerme a esas cuestiones. Creo que es muy bueno que la gente participe en política y que se interese por la política porque hay otros que lo harán siempre y lo pueden hacer en contra de uno. Porque hay personas que odian las urnas pero las utilizan más que nadie. El voto es el único elemento que, por suerte o por desgracia, nos iguala, un voto vale uno. Y eso ahora se está demostrando en Estados Unidos. Por eso la libertad y la democracia tenemos que tenerlas como un tesoro.

"Hay que ser, no ya optimistas, pero sí confiados en que algún día se tocarán las teclas oportunas para que esta provincia tenga futuro. Y el futuro pasa por un proyecto industrializador de verdad"

Hablando de ‘Independenshia’, ¿políticamente de qué se ha independizado?

Hace ya muchos años que no estoy en la vida del partido, pero sigo siendo afiliado, pago mi cuota y tengo razones casi sentimentales para seguir haciéndolo después de toda la vida en un sitio. Pero la política activa la dejé hace muchos años, no tuve más remedio, y es que, además, no voy a volver nunca a la política. No voy a volver porque no estoy preparado mentalmente para eso, ahora mismo no sería capaz, no lo pasaría bien. Tuve mi época, hice mi trabajo y, en fin, hay nuevas caras y nuevas personas que se hacen cargo de estas cosas en primera línea y a mí me parece muy bien. Mi compromiso sigue vivo, y seguirá vivo mientras yo viva, pero no se traduce en el día a día de partido.

Usted fue delegado de empleo en una época en la que ‘New York Times’ titulaba un reportaje sobre la provincia con la demoledora frase ‘Cádiz, paro sin dolor’. ¿Cómo acabamos con los tópicos y cómo salimos alguna vez del boquete?

Ojalá lo supiera. Lo diría. Y si hay alguien que lo sepa, que lo diga. Lo que se ha hecho siempre es intentar vislumbrar un camino. Mira que se ha echado dinero y que se han hecho políticas para acercar económicamente y en materia de empleo Cádiz al resto de España, pero la convergencia no se ha conseguido. ¿Los motivos? Daría para un ensayo u otro libro que no estoy dispuesto a escribir, pero sí que tiene mucho que ver con un momento clave: en tiempos de Franco la dictadura concibió esta provincia más desde el punto de vista de sitio de defensa, en el que no hacían falta determinados inputs económico, se crearon un par de polos industriales, pero luego llegaron los problemas desde los 70 con la crisis del petróleo, las reconversiones industriales sin alternativas, y desgraciadamente seguimos con muchas dificultades. Ahora bien, creo que hay que ser, no ya optimistas, pero sí confiados en que algún día se tocarán las teclas oportunas para que esta provincia tenga futuro. Y el futuro pasa por un proyecto industrializador de verdad. Eso lo he vivido en carne y hueso, y no se trata de traer una inversión concreta, porque se ha visto que no funciona, sino que hace falta algo vertebrador y a largo plazo.

Archivado en: