Para los interesados y seguidores de la prehistoria, muy cerca de Villamartín tenemos la oportunidad de observar un yacimiento sencillamente espectacular y que ha arrojado luz a los muchos ‘oscuros’ que aún rodean a los primitivos pueblos que habitaron nuestros campos.
Precisamente la serranía de Grazalema y sus postrimerías es muy rica en yacimientos y localizaciones prehistóricas. Uno de ellos es el dolmen de Alberite, que se descubrió en 1993 a la vera de Villamartín, junto a cuatro sepulturas más. Se trata de una enorme tumba cuya característica más llamativa es su configuración consistente en una galería de impresionantes dimensiones en la que se han realizado excavaciones hace ahora 30 años.
Las grandes piedras que lo conforman conservan decoración pintada y grabada con soles, serpientes, armas y formas humanas. Solo se utilizó para dos cadáveres, que cuando fueron encontrados poseían a un rico y exótico ajuar funerario que se conserva en el museo de la localidad de Villamartín.
Eran los restos de dos individuos, un hombre de mediana edad y una mujer que no llegaba a los 20 años, cuyos huesos fueron descarnados y espolvoreados con ocre. El ajuar incluía útiles de piedra pulimentada, cuentas de collar en piedra, ámbar y conchas, una paleta para el ocre y un gran cristal de cuarzo de unos 20 cm de longitud.
La galería es de unos 23 metros de longitud con una entrada monumental con dos grandes losas verticales. Se pensaba que los dólmenes fueron levantados durante la Edad del Cobre, pero gracias a los trabajos del dolmen de Alberite se ha determinado que fueron erigidos mucho antes, durante el Neolítico, “unos 4.500 años a.c., cuando la humanidad todavía usaba hachas de piedra pulida”.