A Lola García de la Cuesta (1977) nunca se le agotan las ganas de seguir dándole rienda suelta a su imaginación. La escritora y narradora oral que nació en el barrio de la Macarena de Sevilla ya lleva tres cuentos infantiles publicados y un sinfín de historias compartidas con los más pequeños. Su amor por la literatura comenzó cuando ella misma tuvo que redescubrir sus capacidades para salir adelante.
Lola finalizó la diplomatura de Empresariales y estudió un máster de Desarrollo Local, pero la crisis de 2008 truncó su carrera laboral. “Me llevé muchísimos años desempleada y llegó un momento en el que ya me quedé sin dinero”, comenta la administrativa mientras la brisa acaricia su rostro durante un paseo por el parque del Alamillo.
Aunque nunca paró de seguir formándose a base de cursos, ni eso ni su experiencia le sirvió para encontrar trabajo. Por eso no se quedó de brazos cruzados y se hizo una pregunta: “¿Qué otras habilidades tengo?”. Fue así como asomó su cabeza en el mundo de los cuentacuentos, tiró de su vena artística y dio vida a Danzacuentos Lola. “Yo bailaba salsa y danza del vientre y me quedaba muchas veces con los niños de mis amigas, ellos me pedían cuentos y yo decidí mezclarlos con la danza”, explica al otro lado del teléfono.
“La narración oral no da para vivir”
La sevillana montaba sesiones en las que combinaba la narración oral con coreografías de baile. Incluía canciones relacionadas con la historia y así, “los niños no solo escuchaban el cuento, sino que también cantaban y bailaban conmigo”. Lola trataba de involucrar tanto a pequeños como a mayores entre mensajes potentes y mucha nostalgia. Estuvo enganchando a familias durante cinco años hasta que hace dos recibió una llamada de una bolsa de empleo que solicitó hace más de una década. “Lo único que recordaba era haber bajado una escalera”, comenta.
Para ella, era la oportunidad de mejorar sus condiciones. “La narración oral no da para vivir, muchos cuenteros no terminamos de mantenernos, y si estás sola muchas veces no puedes tirar o malvives”, confiesa Lola, que optó por aceptar la plaza en un proyecto subvencionado por la UE dedicado a la inserción laboral.
Como no quería alejarse de su pasión, la sevillana se lanzó a escribir sus propias aventuras dando a luz a Segismunda (2018) y a Rita Superpedorrita: El Terror del Calor (2019). “Gracias a Dios que en su momento dije que sí, porque si no hoy no tendría nada”, suspira con alivio. La pandemia se tragó por completo todas las actividades en bibliotecas y librerías donde solía sacar una sonrisa a su público.
En la actualidad compagina su trabajo con cursos de escritura y actividades puntuales. “A mi me encantan los cuentos, ahora hago las sesiones gratuitas y a muchas ONG siempre que tengo hueco porque es lo que a mí me gusta”, comenta la narradora, que colabora escribiendo historias a partir de los dibujos que le envían los niños de Torreblanca. Y también ha aprovechado su tiempo libre para crear su tercer cuento, La desaparición del Santo Calcetín, ilustrado por Tamara Durán.
“Los milagros suceden en los momentos más inesperados”
Una nueva historia pensada para los primeros lectores y publicada a principios de año que pone en valor la fe y las costumbres populares. Todo surge a raíz del refrán “se armó la de San Quintín”. Según la escritora, “por eso toda la historia gira en torno a la figura de un santo, está el festín del calabacín, y lo que se le pierde al santo son las reliquias de un calcetín, porque rima con -ín”. La importancia de la rima reluce en esta propuesta literaria con la que desea transmitir valores como la solidaridad, la unidad y el amor por las tradiciones.
“Es lo que nos diferencia, lo que nos define como comunidad lo que nos hace peculiares y lo que compartimos todas las personas de un mismo pueblo, e incluso podemos exportar hacia fuera como el flamenco o la Semana Santa”, reflexiona.
Tras las páginas de esta obra también se esconde otro mensaje: “Los milagros suceden en los momentos más inesperados y en los sitios más recónditos”. Lola desea animar desde la infancia a valorar elementos arraigados a la cultura popular para que no se pierdan. Costumbres, fiestas y celebraciones que se borraron del mapa con la crisis y que intentan estar presentes a base de ingenio y mucha iniciativa online. Sin dejar de lado al misterio de la Fe, que se manifiesta en sus personajes.
La sevillana confiesa que se ha divertido mucho escribiendo este cuento con tintes de humor al que le ha dado mil vueltas. “Lo primero de todo es no coartar tu creatividad sino escribir lo primero que se te ocurra y ya después vas quitando de un lado y vas poniendo de otro, y luego reescribirlo muchísimas veces”, explica.
“Hay momentos en los que me siento sola luchando contra el mundo”
Una vez superado el complejo proceso de autocorrección, registró la obra e intentó buscar editoriales tradicionales. Las respuestas eran negativas, algo que ella atribuye al carácter religioso de su creación, y decidió embarcarse en un proyecto de autoedición a través de Amazon. Primero buscó una ilustradora, Tamara Durán, “que ha superado con creces lo que yo pudiera imaginar”, y después, dio el paso. “Era la opción que me ofrecía mejores condiciones, la menos arriesgada económicamente. Tengo una amiga que escribe novelas románticas y la verdad es que ella siempre me habla muy bien de Amazon. Me animó muchísimo”, afirma.
La escritora, por primera vez, se enfrenta a la autoedición con todo lo que eso conlleva. “Hay momentos en los que me siento sola luchando contra el mundo. En el caso de las editoriales tradicionales hay tres partes que ayudan a mover el libro, la editorial, el ilustrador y la escritora, pero ahora estoy yo para todo”, señala.
Lola está encantada con su obra de literatura infantil y aunque las ventas van “muy despacito” todavía, ella es “perseverante” y espera llegar pronto a los menores. Para ella, es fundamental que los niños se lo pasen en grande leyendo, una máxima que tiene presente durante el proceso de creación. “Un libro no es solo para leer, es para cantar, para bailar, para reírte. La lectura es divertida”.
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