Daniel Cervantes, el realizador gaditano que salta del rol a estrenarse en la novela: "Todos somos uniones"
Este realizador y montador de cine, de 30 años, acaba de publicar 'La Unión', su primer libro tras haber rodado por el panorama audiovisual haciendo cortometrajes u organizando el festival 'Shorty Week'
Un viaje largo en tren o un descanso entre rodajes era un buen momento para escribir. Daniel Cervantes, gaditano de 30 años, es realizador audiovisual, montador de cine y editor de vídeo, pero nunca se había lanzado a escribir una novela. Su cabeza andaba en el cine desde que se percató que la ingeniería informática, carrera que inició, no era lo suyo. “No me llenaba demasiado y el audiovisual siempre me había interesado, toda la expresión artística en general”, dice este freelance, autónomo desde Madrid, ciudad en la que se afincó hace unos años en busca de proyectos.
Cuando Daniel abandonó esta titulación, se apuntó a un grado superior de realización en el IES La Granja, en Jerez. “Empecé a formarme por mi cuenta, fui autodidacta, hacía animaciones, experimentaba con el software de edición de vídeo”, recuerda el gaditano, que después se diplomó en montaje de cine por el Instituto del Cine de Madrid.
En 2014 abrió un canal de YouTube que se convirtió en el origen de su productora Homeless, donde “empecé a crear cosas ahí sin ningún tipo de pretensión”. Le llamó así porque en esa época tenía una barba abundante y también porque “era sarcástico dejar una carrera con la que nos bombardean constantemente, que tiene mucho futuro”. Podría haber acabado siendo un “homeless” por haber elegido lo que le gusta. Sin embargo, no fue así. “Por suerte”, expresa.
Daniel coprodujo su primera película documental Paco Loco: viva el noise (2020), sobre la vida de esta figura del indie, y dio vida a títulos como Miguel Bahía: el último cineasta (2016) o San Idelfonso Experience (2018). Sus obras han sido presentadas en festivales como el Notodofilmfest o el Festival de Cine Europeo de Sevilla, ha sido organizador del festival Shorty Week de Cádiz y le gusta coger su guitarra, componer y cantar. Hace poco más de un mes, presentó su primer libro, La Unión, que más allá de compartir nombre con el grupo que cantaba a un “lobo-hombre en París”, es una propuesta narrativa “rara”.
¿La cultura te ha dado de comer? ¿Sigues viviendo de esto?
Siempre no. Al principio, como tantos compañeros, hacemos nuestros propios proyectos o colaboras y no ves un duro. Ya cuando empecé a trabajar para otra gente o cuando me di de alta como autónomo y empecé a trabajar por mi cuenta, empecé a vivir de la edición de video principalmente. Es lo que más me sostiene, aunque paralelamente hago muchas otras cosas.
Como la novela, ¿cómo surge hacerla?
Desde pequeño siempre he leído mucho. He tenido mi carné de la biblioteca desde chiquitito y estaba detrás de casa, así que iba mucho a coger libros. Desde adolescente escribo relatos y además escribo y dirijo partidas de rol, que también es una forma de escritura y requiere construir historias. Entonces, siempre he tenido la ilusión de escribir una novela. Cuando acabé mi primera peli, no me apetecía hacer otro proyecto cinematográfico. Quería hacer algo que no requiriese tantos recursos, que pudiese yo hacer solo en casa. Tenía la idea rondando de La Unión por un relato que escribí años antes. Surgió precisamente trabajando de ayudante de producción en un vídeo. Estábamos alojados en un hotel gigantesco y fue allí donde empecé a escribir y se me ocurrió la idea de colocar la historia en ese espacio.
He leído que parte de la premisa de qué pasaría si toda la humanidad comenzase a unirse bajo un mismo cuerpo. Cuéntame, ¿cómo llegas a plantearte eso?
La verdad es que es una buena pregunta. Yo no me acuerdo exactamente cuál fue el día en el que me lo planteé. Pero sí me pareció un concepto interesante para hablar de temas que me inquietan relacionados con la identidad y con la vida en sociedad. A mí me parece que la fantasía y la ciencia ficción, a través de elementos o premisas totalmente fantásticas, sí que sirven para hablar de cosas totalmente reales. Utilizarla casi como motor filosófico para hablar de ellos.
¿Eso de aglutinarse bajo un mismo cuerpo hace referencia a algo concreto que tienes en la cabeza? Por ejemplo, a mí me evoca a gente que se asocia por una causa común.
Yo soy muy partidario de dejar siempre que las lectoras reinterpreten lo que yo he escrito. Gente que la ha leído me ha dado feedback super interesante que yo ni siquiera me había planteado. Tengo muchos temas en la cabeza. La novela podría referirse a la unión de personas bajo una misma causa. También me interesa mucho la unión no consciente en el sentido en el que, al fin y al cabo, todos somos uniones en cuanto a que nuestra personalidad está construida en base a las relaciones que formamos. Al final somos una unión de la influencia que tenemos de nuestros padres, de nuestros amigos, de nuestras parejas, de nuestros profesores, de la gente que nos ha hecho bien, que nos ha hecho mal. Todas las personas con las que nos vinculamos en esta vida acaban conformando nuestra identidad de alguna forma. Entonces, ahí está la pregunta que yo me hago en la novela y que es un poco el motor, que es si la identidad es algo individual o es algo que se construye colectivamente. Y hasta qué punto podemos decir yo soy esto sin tener en cuenta toda la influencia que he tenido. En realidad se le pueden sacar mil lecturas.
¿Hay una narrativa con personajes?
Es un poco híbrida. Una particularidad formal de la novela es que está escrita en segunda persona. Está interpelando constantemente a la persona que está leyendo. Toda la novela transcurre con un solo personaje, una protagonista, que es la que habitamos toda la novela. No tiene diálogos tradicionales porque no hay personajes con los que hablar. Pero desde otro punto de vista podemos considerar que toda la novela es un gran diálogo interno de este personaje consigo mismo. Estamos en su cabeza siempre y todo lo que vemos lo vemos a través de sus ojos, que al estar en segunda persona se convierten en los nuestros. Al final el lector y la protagonista se unen. Es en narrativa, formalmente es un poco particular y a veces roza lo ensayístico y el análisis de la realidad.
Sobre el autor:
Patricia Merello
Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog.
Comentarios