Algo más de medio año han durado las obras de rehabilitación de la Iglesia de San Lucas. Este templo jerezano, declarado Monumento por la Junta de Andalucía en 2011, no solo es una joya del patrimonio histórico-artístico de la ciudad, sino que es un centro de peregrinación de miles de devotos, motivo por el cual la Diócesis de Asidonia-Jerez lo catalogó como Santuario hace cuatro años. Sin embargo, su preocupante estado de conservación hacía prever años atrás el peor de los pronósticos cuando parte del balcón del campanario se desprendió. Un suceso por el que no se tuvieron que lamentar heridos pero que encendió todas las alarmas.
"Había que restaurarlo sí o sí, el Obispado intervino ante la posibilidad de que hubiera un accidente grave", recuerda Feliciano Pérez de Azquillaga, hermano mayor de la Hermandad de las Tres Caídas. Fue entonces cuando la Hermandad comenzó con el proyecto de rehabilitación que ha impulsado y costeado con sus propios medios materiales. Las obras, llevadas a cabo por el arquitecto Miguel Ángel López Barba, incluyeron, además de la limpieza de la fachada principal y lateral, la restauración de la escalera de madera del campanario, el arreglo de las campanas y el resanado del lado izquierdo de la cubierta, causante de las filtraciones que afectaron a la decoración de yeso barroca.
El edificio, que parece haber sido construido sobre una de las seis mezquitas originales que tenía la ciudad tras la conquista de Alfonso X el Sabio, se ha dicho habitualmente que data del siglo XIII. Sin embargo, según las últimas investigaciones de Fernando López Vargas-Machuca, historiador que ha estudiado el periodo mudéjar del templo, la mayor parte de lo que vemos exteriormente es del siglo XV y correspondería a Alfonso Benítez. Con José Manuel Moreno Arana, historiador del arte que, por su parte, ha estudiado la completa restauración barroca del templo, lavozdelsur.es tiene el placer de adentrarse en el interior del santuario, con una reformada, rica y singular yesería barroca del siglo XVIII.
"Parece que la parte más antigua del templo es la cabecera, lo que es el presbiterio, que puede ser de finales del XIII, adaptándose a la mezquita", comenta el historiador mientras pasea por el exterior del santuario. "Seguramente luego fuera derribado y se construiría el actual a mediados del siglo XV", añade.
En uno de sus laterales, vemos uno de los elementos más interesantes, la portada del evangelio, claramente de estilo gótico-mudéjar que recuerda a la iglesia de San Dionisio, del mismo periodo y que encaja con el resto del conjunto histórico-artístico. 300 años más tarde, en el siglo XVIII, el templo sufrirá una completa reforma que lo transformó y que es objeto de estudio de José Manuel Moreno Arana. "Fue cuando se decidió redecorar la iglesia y construir las yeserías que la cubren por dentro", comenta. Por fuera, la portada y la torre cambiaron sustancialmente mientras que la hornacina y la escultura de San Lucas, protegida con una malla desde este verano para evitar el deterioro por las palomas, datan también de este periodo.
Paseando por la fachada del templo, Feliciano Pérez aprovecha para explicar la singularidad del reloj de sol que a muchos jerezanos ha sorprendido tras la limpieza de la fachada. "Lo original es que es un reloj que tiene de mañana y de tarde aunque lamentablemente el de tarde no se ha conservado", dice mientras señala el lateral de San Lucas, donde unos arcos encalados esconden otro de los antiguos secretos de la iglesia. "En las obras descubrieron que tenían el color de los arcos de la Mezquita de Córdoba", explica. Un rojizo que no se ha podido rescatar por su elevado coste pero que se conserva debajo de la cal, utilizada en sustitución de la pintura para no dañar la fachada. Antes de entrar al interior del templo, Moreno Arana señala las columnas en las esquinas de la portada, también rescatadas del olvido tras la restauración. "Supuestamente son de Asta Regia".
La iglesia que se salvó del 'terremoto' de la Ciudad del Flamenco
Ya en el interior, Feliciano Pérez recuerda algunos de los episodios más críticos que San Lucas ha vivido, especialmente durante los años de construcción de la fallida Ciudad del Flamenco. "Esta cúpula es la que se ha arreglado, ya que se rajó cuando pusieron los pilares en la plaza Belén", explica bajo el asombro del historiador José Manuel Moreno Arana. "Los pilares los clavaron a base de golpes y la iglesia, al no tener cimientos, se movía... similar a lo que sucedió en algunas casas de la zona, que tuvieron que tirar", añade. "Es como si fuera un terremoto", le dice el historiador. Ambos asienten.
Por su parte, la bóveda del presbiterio, de estilo gótico-mudéjar, es una de las originales y data del siglo XV. "Es la típica bóveda de crucería con los dientes de sierra"; señala el investigador, que se desplaza hacia el otro lado para señalar uno de los elementos patrimoniales cristianos más antiguos de la ciudad. "Esa cúpula, sin dientes de sierra, es la que parece que puede ser de finales del siglo XIII", cuenta.
Sin embargo, pese a que la Ciudad del Flamenco contribuyera a aumentar el deterioro de San Lucas, estos ya existían con anterioridad. "Los problemas estructurales datan prácticamente desde su construcción. Este pilar, al lado de la portada del Evangelio, dio problemas en el siglo XVII, por lo que tuvo que reconstuirse, pero luego dio problemas el otro, ese que está allí", dice señalando hacia el lateral derecho. Con motivo de paliar ese problema se decidió hacer la gran reforma integral barroca del siglo XVIII.
"En el siglo XVI las iglesias se reconstruyeron con bóvedas de cantería al estilo tardogótico pero tanto en San Dionisio como San Lucas, seguramente por medios económicos, se mantuvieron en su estado mudéjar", narra sobre el mantenimiento de este estilo en el templo. "Lo que se hace es imitar, hacer una bóveda tardogótica", añade sobre un hecho que parece sorprender, al haber tenido lugar dos siglos más tarde. Esa obligada reforma para sustentarse del siglo XVIII vino a añadir uno de los elementos más singulares: su yesería barroca. "Lo que se buscaba era un edificio ideal imitando a otras parroquias de Jerez y pese a que parezca extraño, no es nada raro hacer este tipo de arquitectura en el siglo XVIII", concluye. Uno de los motivos es el gran prestigio del gótico, con la referencia de otros templos de la ciudad y del mayor de la Archidiócesis a la que en aquel momento pertenecía: la Catedral de Sevilla.
Sede de una cátedra de párrocos intelectuales
Paseando entre las columnas, José Manuel Moreno Arana señala los elementos decorativos en yeso, al tiempo que recuerda que existía un coro, ahora desaparecido. Encima una tribuna real esconde una curiosa historia, ligada a la Virgen de Guadalupe de este templo. El santuario está muy ligado a la monarquía castellana desde que Alfonso XI donara la imagen de esta virgen, que llevó consigo a la Batalla del Salado. Este episodio fue crucial para la conquista del sur de la actual provincia de Cádiz y el establecimiento de las tradicionales fronteras con los nazaríes.
Rodeando el templo camina hacia una de las capillas, la de Ánimas, que pese a ser del siglo XV no es mudéjar y contiene otra historia cargada de simbolismo. Su retablo, de Francisco Camacho de Mendoza, que también data de la reconstrucción de época barroca, es sin embargo obra intelectual del Juan González de Silva, que enseñaba en la Cátedra de Moral. "La cátedra era una especie de centro formativo para los clérigos de Jerez costeado por todas las parroquias y que se impartía aquí, en San Lucas", explica. "Es por ello que el párroco de San Lucas tenía una gran formación intelectual", añade.
El retablo, que contiene una típica escena en la que se ve el infierno, el cielo, el purgatorio y los ángeles rescatando las ánimas con la intermediación de San Lucas, esconde otra no tan tradicional. El arco del relieve hace entrever al sol, la luna y también a los dioses del olimpo. El cielo no es uno, sino nueve, como los nueve paraísos de Dante. Un curioso detalle que va en conjunción a la tradición intelectual del momento y la doctrina de los escolásticos. En el basamento de mármol negro, una inscripción en latín contiene el salmo 54. "Quiere decir algo así como: quien me diera alas como de paloma para volar y descansar; esto ya nos indica la propia iconografía y su sentido", cuenta Moreno Arana. Presentes también están las tres virtudes teologales, la esperanza, la caridad y la fe, que lo hacen de la misma forma en La Divina Comedia.
Una imaginería llena de historia
Antes de subir al campanario, Feliciano Pérez habla a lavozdelsur.es de las imágenes y la historia de esta cofradía jerezana, constituida en 1940 con objeto de recuperar la antigua hermandad de los Mercedarios del convento de Belén, desaparecido tras la desamortización. La idea de los hermanos era rescatar las imágenes de aquel entonces, que ya no estaban y que fueron a parar al Asilo de San José. Mientras que el crucificado pareció haber desaparecido, la virgen fue a parar al conocido anticuario La Lebrijana, siendo comprada por la Hermandad de la Yedra hoy, esa antigua Virgen de los Dolores, es la Esperanza de la Yedra.
"Como no había un señor de las Tres Caídas, el Obispado recomienda hacer uno", explica Feliciano. Este fue encargado al reconocido escultor valenciano afincado en Jerez Ramón Chaveli. Otrora es el caso de la virgen, que fue rescatada de la Hermandad de Jesús del Nazareno. De esa forma, la Virgen de los Dolores de este santuario diocesano fue la antigua Señora del Traspaso de la otra señera cofradía jerezana. Más tarde se recupera el crucificado, el Cristo de la Salud, una imagen muy importante a nivel histórico-artístico, que ahora preside el altar de San Lucas.
Tras subir por una escalera de caracol hacia el campanario, unos dibujos de unas barcas en uno de los muros que han quedado visibles tras la restauración dan lugar a la especulación. "Puede ser de cualquier operario y no creo que tenga más importancia", dice Feliciano, que duda que sea algo antiguo pero que ha dejado la inscripción visible. A su vera, una escalera barroca de madera también ha sido restaurada. Los techos, visibles desde esta zona, denotan la gran limpieza que se ha llevado a cabo.
Con unas excepcionales vistas de Jerez, Feliciano no desiste sin embargo en su empeño de seguir trabajando por el santuario. El retablo principal, que aún no ha podido ser restaurado dado su alto coste y que está oculto en el presbiterio, es uno de los próximos objetivos. No obstante, junto a las campanas, también arregladas, el hermano mayor de San Lucas reconoce el trabajo bien hecho e invita a los jerezanos a una de sus casas, la de uno de los templos con más solera de la ciudad.