Luis Antonio de Villena pinta la vejez – su vejez- en el poemario Miserable vejez(Visor 2025). El libro, que comienza con la siguiente cita del célebre poema de Jaime Gil de Biedma No volveré a ser joven que reza así: "Envejecer, morir, / es el único argumento de la obra", se acabó de imprimir el 8 de enero de este año, 35 años después del fallecimiento de Gil de Biedma en Barcelona.
En Miserable vejez son varios los personajes que viven en la propia intimidad del poeta, como máscaras del propio Villena. Ya, en un libro publicado en 1996, Asuntos de delirio, nos explicaba Villena, en su reflexión final, que el poeta se disfrazaba, se hacía pasar por quien no del todo es, como un actor voraz. Comparten ambos libros de poemas los referentes clásicos de los que nunca ha renegado Villena; poetas como Cavafis, a quien creo entrever en el poema Mi viejo Chamartín como una Alejandría madrileña, en la que Villena, trasunto del poeta griego, rememora: "¿Qué recuerdo juvenil, entre bastantes, salvaría, / ayudaría a salvar, esta híspida vejez, tan sola?". O también en el poema Rugir de la marabunta: "Símaco quería esconderse tras las frases bellas / tras el oro y las columnas del pasado, / que aún entendía, al borde de perder el sentido".
Sigue Villena rompiendo los límites y llega, en la vejez, al no-lugar, como en el poema Viejos (Solo) donde tres versos (de un poema más extenso) son capaces de llevarnos a lo sublime (no podíamos desaprovechar la ocasión de recordar Sublime solárium, arranque de la poética de Villena). Estos tres versos luminosos: "Va a comer, pero bien podría ir a volar, / es mitad golondrina, mitad búho, mitad / (son tres) antiguo flamenco sin tierra ni lugar".
Recuerda Villena a Jaime Gil de Biedma
Resulta significativa la conexión entre este poema y el primer poema de Asuntos de delirio (Visor, 1996), Cenando en el Ritz, donde Miguel, el protagonista del poema grita : "¡Adiós viejos!" y al final describe al viejo, casi igual 29 años antes que en el libro que aquí nos ocupa.
Recuerda Villena a Jaime Gil de Biedma, citado al comienzo de este artículo, en el poema Jaime, donde admite la lejanía de la juventud que nunca volverá, sin implicar ello una rendición sino, más bien, una consumación, un cambio de perspectiva donde "solo queda admirarla y bendecirla en otros, / que aún no se han percatado de la trampa", pues, como bien admite el poeta con un aire heracliteano en Reflexión bajo el cielo de México, "nada dura, nada permanece, todo cambia y muda".
Pero el viejo rebelde, como se autodenomina el poeta en su poema Gerontología, no ha tirado aún la toalla y retoma, quizá en advocación de Afrodita mercenaria, como escribiera en un libro del mismo título (Afrodita mercenaria, colección Árgoma, Santander, 1998), el poema titulado Arte amatoria donde joven y viejo en alquimia convertuntur, se entrelazan.
Si ese tártaro de las estrellas que es Luis Antonio de Villena dice que ha sufrido o sufre los embates de la vejez, su poesía, al menos este libro, Miserable vejez, no lo refleja en absoluto.