Suena la lluvia contra los cristales, gotean los desagües desde el tejado. La hermosa joven, poco más que los brillantísimos ojos hundidos en su rostro escuálido, agoniza en su lecho. Se desangra sin remedio, y por su sangre, la juventud, la vida le abandona.
Sin embargo no deja de escuchar música. Unas notas, como unos pasos que furtivos bajo la lluvia se detienen y esperan… no puede ya retenerlas en su cabeza, ni siquiera tiene fuerzas para apuntarlas, llama a su hermana Nadia y con un hilo de voz se las transcribe… Pie Jesu. Qui tollis peccata mundi. Dona eis réquiem… Es su Pie Jesu, fragmento de una misa de réquiem, que cierra su temprana obra en este mundo… En la noche de ese mismo día, 15 de marzo de 1918, Marie-Juliette Olga Boulanger entregaba su alma, tenía 24 años.
Tiemblan las gotas de agua en cada hoja, antes de deslizar su sonido por mi oído y caer hasta el profundo latido de mi sangre. Siendo tan débil mi pulso, llega a todos los rincones del universo, desde las orbitas que trazan astros remotos, hasta el pequeño corazón del mirlo que espera que pasen las nubes para elevar su canto…
Nacida en una reputada familia de músicos, su vida enfermiza siempre hizo presagiar su temprano fin. Eso marcó su obra, de la devastación espiritual al consuelo religioso, cantos de cisne que se fueron deslizando del romanticismo al impresionismo, desde su Fausto y Helena, con el que ganó el Grand Prix de Roma, siendo la primera mujer en obtener dicho galardón, a los añicos dolorosos de sus emotivas composiciones, versos simbolistas cruzando el atrio silencioso donde nos conduce su música. “¡Escuchad mis sueños dispersos/ entre los labios de vuestros ángeles!”
Trabajó, hasta que su salud lo permitió, en Roma. En la primera Gran Guerra, de regreso en París, colaboró con su hermana en la ayuda de músicos en el frente. Pocos datos más ofrece una biografía tan corta, siendo tan hondos los sentimientos que trasmite su música.
Aquel oído absoluto , como dijo de ella siendo una niña, su maestro Gabriel Fauré, dejó una serie de composiciones corales luminosas, canciones, entre las que habría que destacar el ciclo Clairières dans le ciel sobre poemas de Francis Jammes, salmos magistrales como el CXXX, Du fond de l’abîme, un delicado nocturno, cuartetos de cuerdas, poemas sinfónicos y un largo etc…trabajaba en una ópera basada en La Princesa Maleine de Maeterlinck, que la muerte dejó definitivamente truncada.
Podríamos añadir lo que escribió Claudio Abbado "Siempre me han interesado mucho los compositores que mueren jóvenes. Nos dieron tantas lecciones y tan maduras antes de irse a la tumba que me resulta misterioso. No sé de dónde les llegaba tanto poder creativo. El grado de sabiduría musical y la profundidad que consiguen no es corriente, es excepcional".
El 11 de febrero de 1927, Benjamín Jekhowsky descubrió el asteroide 1181, al que llamó Lilith, en honor de la compositora.
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