Sólo queda una región en el mundo donde dos jóvenes estudiantes aún pueden convocar un duelo de esgrima a causa de un versículo de Kant. Son los países del Este. Allí los valores de la vieja Europa siguen en alza, gracias a una élite política que valora la cultura y la impone con mano de hierro. La pompa propagandística que rodea a la especie amenazada del déspota oriental les hace ricos en gestos simpáticos, calurosos y excéntricos hacia su pueblo, amén de ricos en general. Entre ellos, arrancarse un cantecito.Sí, ya sabemos que Barack Obama, Hugo Chávez, Boris Johnson y otras celebrities de la escena populista se han atrevido a mostrar sus talentos en galas benéficas y programas de televisión. Silvio Berlusconi llegó a sacar en 2011 un disco de canciones de amor, True Love, que de eso sabe para rato. Pero los demagogos de nuestros días, con sus coletas y sus coletillas, están a años luz del esplendor del mariscal Tito y sus medallas o del inefable Ceaușescu y su “cetro presidencial”. Qué lejos aquel 1935, en el que Joseph Stalin, que de niño había sido la voz dorada de los coros de Gori (Georgia), se lanzaba a entonar la Internacional durante un discurso… ¡Y ojito el que no le acompañara!
El frío se quita cantando: Politburó in session
