Fernando Toro: "Con los años me siento más capaz, más lúcido, pero parece que soy menos necesario"

El artista jerezano, con una trayectoria que se acerca al medio siglo, es el autor de las esculturas diseñadas para los I Premios Andaluces Voces del Sur, que se entregan por el décimo aniversario de lavozdelsur.es

Fernando Toro, en su estudio, con los 'cabezones' creados para los Premios Voces del Sur.
Fernando Toro, en su estudio, con los 'cabezones' creados para los Premios Voces del Sur. JUAN CARLOS TORO

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El sótano de las ideas

Al bajar al sótano de la casa de Fernando Toro Piriz (Jerez, 1959), donde tiene su estudio desde hace más de dos décadas, da la sensación de estar invadiendo un espacio muy íntimo. Prácticamente, de estar entrando en su cabeza. Lo que pasa por ella, lo traslada a los lienzos, a los dibujos, a las pequeñas esculturas que copan la estancia. 

Hay muchas estanterías, todas llenas, y cuadros por todas partes. De pequeño tamaño, y también muy grandes. De paisajes, toros, caballos… Prima el color, pero también hay blanco y negro. En las paredes, desde cuerpos femeninos semidesnudos con cabezas de guepardo —una serie a la que ha titulado Sensualidad felina—, hasta bocetos de La pataíta por bulerías, antes de aportarle las notas de color que caracterizan su pintura.

Nacido en una familia de artistas —su padre Fernando Toro Ramírez, Ramírez el pintor y su hermano Paco Toro—, Toro Piriz pinta desde que tiene uso de razón. Para transmitir sus emociones al papel, al lienzo. A lo que tenga a mano. No sabe vivir sin esa pulsión. Tampoco quiere.

"Eso de cerrar el estudio y no volver a ver la obra hasta mañana o cerrar un viernes, y no volver hasta el lunes… no lo digiero bien. Entiendo que el artista tiene que estar en continuo diálogo con su obra. Por eso tuve la idea de comprar una casa en la que pudiese tener mi estudio", cuenta Toro, que en su casa-estudio tiene "un diálogo continuo con mis libros, mis dibujos, mis esculturas, mis pinceles…".

Sobre una mesa, cuando lavozdelsur.es visita su estudio, reposan siete cabezones, que son las esculturas creadas para los I Premios Andaluces Voces del Sur, que este periódico entregará el 30 de octubre en los Museos de la Atalaya de Jerez. En esta entrevista habla del proceso de creación de los premios, pero también aporta su particular visión sobre el arte. Como suele ser habitual, no escatima en detalles. Ni en críticas. 

¿Cómo ha sido el proceso creativo de los premios?

Cuando se supo que lavozdelsur.es iba a celebrar su décimo aniversario se me encargó la creación de estos premios. Me gustó mucho la idea, principalmente porque tuve libertad absoluta para crear lo que creía conveniente. Empecé a darle vueltas a varias ideas, y la que vi más oportuna fue esta cabeza, que simboliza la inteligencia, la psicología y el significado de la voz. Es una cabeza que está en pleno desarrollo, como estamos todos, como está lavozdelsur.es, y como entiendo que es el ser humano, que está siempre en pleno desarrollo. Intenté hacer las medidas de un canon de lo que es una cabeza, de ahí que no haya ninguna repetida, son todas distintas, aunque el patrón es el mismo.

 

"Me cuesta mucho irme de vacaciones, no aguanto más de tres o cuatro días. Me pongo a pensar qué he dejado en casa" 

Son piezas totalmente únicas.

Son únicas. A la hora de modelarla, cada una lleva una medida. Y luego está la magia de la cerámica. Sin ser ceramista, soy un enamorado de este material. Me encanta la sorpresa que da el horno cuando lo abres. Lo que sale es distinto a lo que has intuido. De ahí que salgan tan explosivamente distintas. 

Un trabajo tan creativo no puede tener horario de oficina, ¿no?

No lo entiendo así. Hay muchos colegas que trabajan de esa manera, pero si nos vamos a los grandes, desde Picasso, a De Chirico, Chillida… no interrumpían ese diálogo con sus obras. Yo entiendo que debe ser así. De ahí que me cueste mucho irme de vacaciones, no aguanto más de tres o cuatro días. Me pongo a pensar qué he dejado en casa. Esa intermitencia molesta. 

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Los Premios Voces del Sur, obra de Fernando Toro.   JUAN CARLOS TORO
¿Hay alguna rutina después de tantos años?

Suelo levantarme temprano, y es cuando tengo más capacidad para trabajar, más energía. Tengo como una inteligencia superdotada, que se va perdiendo a medida que van pasando los minutos. A las once o doce de la mañana, ya me veo hecho un tarugo (risas).

Habiendo nacido en una familia como la suya, con un padre y un hermano pintor, ¿era posible ser otra cosa? ¿En algún momento se ha planteado no serlo?

Somos once hermanos y cada uno ha cogido un camino. Mi hermano Paco y yo somos los que hemos elegido este camino. Muchas veces me he hecho esa pregunta, pero desde que ando estoy pintando. Cogí los pinceles antes de saber hablar y siempre quise estar al lado de mi padre. Y preguntarle. Y después, con mi hermano Paco. No puedo estar sin pintar, y no sirve para nada, que lo sepáis.

¿A qué edad fue consciente de que era artista?

Después de mi primera excursión en el colegio. Fuimos a las canteras de Puerto Real y cuando vi aquellos pinares me impresionaron de una manera extraordinaria. Tenía ocho añitos y me marcó tanto que al día siguiente estaba buscando un soporte para pintar aquello que había vivido. Y desde entonces sigo pintando lo vivido, que también es una forma de vivir. En eso se basa mi trabajo.

"Vivimos en un mundo en el que el comercio del arte no existe, o es muy precario. No hay galerías de arte"

¿Le costó mucho autodenominarse artista?

Mi hermano Paco me decía siempre que no me lo creo, porque me han dicho que lo soy desde niño, que lo vivo con naturalidad y no lo llevo a gala. A muchos colegas les dicen por primera vez que son artistas con 15, 20 años… pero a mí no. Mi hermano decía que debía valorarlo. Y es verdad, nunca le he dado importancia a eso de que soy artista. 

¿Hay mucho ego entre los artistas?

Sí. Hay que tenerlo y yo no lo he tenido nunca. Así, me pasan por delante hasta los tontos, sin intermitente. 

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Fernando Toro, durante la entrevista con lavozdelsur.es.   JUAN CARLOS TORO
Hoy día, hay que saber venderse también por bueno que se sea. 

Es muy importante porque vivimos en un mundo en el que el comercio del arte no existe, o es muy precario. No hay galerías de arte. El artista tiene que salir, venderse y convertirse en comercial. Yo no lo soy, y me cuesta muchísimo conectar y convencer a alguien de qué soy o qué hago. Siempre he trabajado con galerías de arte, pero desgraciadamente han ido desapareciendo. Ahora lo que hay son salas de exposiciones, pero no hacen una función de proyección del artista y no se vende. Nunca me ha parecido bien. Ha sido competencia desleal para las galerías, que te exponen constantemente, te llevan a ferias, mueven tu obra y hablan de ti, te ponen en el mercado con un precio estable. Pero ahora, nadie sabe lo que vale nada. 

¿Cómo se explica que una ciudad con 220.000 habitantes como Jerez no tenga ni una galería?

Además, con la cantidad de artistas que hay. Sin embargo, no hay. Y las que ha habido, han durado poco. Es muy necesario. Una ciudad como ésta podría tener perfectamente cuatro o cinco galerías de estilos distintos.

"No se vende online. La obra hay que verla en directo, eso es la que te motiva y lo que te emociona"

¿Ve adormecido al tejido cultural de la ciudad? Cuesta mucho salir de los lugares comunes...

Querámoslo o no, quedarse en provincias te convierte en un pintor de provincias. Ser algo más es muy difícil. De entrada, te tienes que ir a la capital. Hay casos como el de Guillermo Pérez Villalta, un gran artista internacional que tiene su estudio en Tarifa, de donde es natural, pero su carrera la proyectó de joven en Madrid.

O sea, ¿sigue haciendo falta irse a Madrid para despegar?

Yo creo que sí, que es fundamental ir allí donde están las galerías de arte, y están en las capitales. No tiene por qué ser Madrid, pero en las capitales es donde está la efervescencia del arte, donde el artista conecta.

¿Las nuevas tecnologías no ayudan a vender?

No es verdad. Yo estoy en una plataforma desde hace doce años y he vendido, en Londres, en San Diego, en New Jersey, pero son unas ventas esporádicas. La obra hay que verla en directo, eso es la que te motiva y lo que te emociona. En el ordenador puedes ver la idea del artista, pero lo que transmite después, la forma en que está hecha, eso no. Las dimensiones, las texturas, el formato, la calidad… eso influye muchísimo.

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Toro, con sus obras.  JUAN CARLOS TORO
¿Cuándo considera terminado un cuadro? ¿Siempre queda algo de insatisfacción?

Esa es la eterna lucha, siempre queda la sensación de que se puede mejorar. Normalmente, cuando considero que he traspasado todas mis emociones al lienzo, ahí lo dejo. Cuando lo he terminado, necesito tenerlo un tiempo, no que me lo quiten de las manos rápido. Me gusta masticarlo, es algo mío. Y me gusta saborearlo, aprender de él. Por contra, mi padre decía que los cuadros tienen que salir rápido del estudio, porque si no acabas tocándolos y cuando los tocas ya no es lo mismo. Aunque creas que vas a mejorar esa emoción que te llevó a crearlo, la quitas, la aniquilas.

¿Dónde encuentra inspiración? ¿En el cine, la lectura, dando un paseo...?

En el cine no recuerdo haberme inspirado. Mi inspiración está en lo que vivo y en lo que leo, entendiendo que lo que leo también es una forma de vivir, porque te transporta a otros lugares. Y lo que más leo son ensayos. Y filosofía. Mis cuadros, como mis chistes, creo que tienen una carga filosófica total. Puede sonar a pedantería, porque no soy filósofo y estoy a años luz de tener esa sapiencia, pero se basa en eso. 

En estos años de larga carrera artística, ¿cuántas veces ha pensado en dejarlo?

Pasa muchísimas veces por mi cabeza, pero es que yo no soy capaz de estar tres días sin pintar, sin estar con mis materiales. Soy el hombre más desgraciado del mundo cuando no tengo una idea o cuando no me sale lo que hacer. Soy muy infeliz.

"Soy el hombre más desgraciado del mundo cuando no tengo una idea"

En esos casos, ¿ha desarrollado algún método para buscar esas musas que no llegan?

Creo que eso no se busca, sino que caigo en un hoyo, como una mini depresión y poco a poco voy saliendo, cuando te vuelves a enfrentar a tu hábitat, que es todo este mundo lleno de materiales. Entonces ves un dibujo, algo tuyo, empieza a motivarte, y ya alzas el vuelo.

¿Qué sensación le provoca ver sus obras fuera de su estudio?

La primerísima sensación que tengo es pensar: ¿de verdad yo he hecho eso? No me lo creo. No lo noto como algo mío, tengo que meterme en la obra otra vez para sentirla y para recordar cómo la ejecuté.

¿Eso le pasa cuando hace varios años que la creó o si es reciente también?

Incluso si es reciente, si me apuras. Hasta con obras que tengo por el estudio. No tengo ese sentido de la propiedad. 

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Los 'cabezones' diseñados para los Premios Voces del Sur, junto a un boceto.  JUAN CARLOS TORO
A nivel local, ¿se siente reconocido?

No es algo que a mí me preocupe, pero sí es verdad que pienso mucho en los pintores mayores que yo, que ya no viven. Han sido de una importancia extraordinaria para la ciudad y ha sido morir y desaparecen. Nadie los valora, nadie los reivindica. Tengo el caso de mi padre, que lo he vivido en mis propias carnes, o el de mi hermano Paco. Pero ahí están Carlos Ayala, Juan Gutiérrez Montiel, Pepín Caballero… Es algo que me descoloca, me desconcentra. Y no me gusta nada en absoluto. 

¿Eso lo achaca a Jerez o habla en general?

Hablo de Jerez porque es lo que conozco, pero si nos vamos a los pintores de Madrid, pasa lo mismo. Eduardo Arroyo, Antoni Tàpies… antes eran voces indispensables y hoy día parece que ni los conocen. Y si los conocen, no interesa para nada. 

¿Nos falta memoria artística?

No sé. Yo empiezo a notar que, con los años, se empieza a contar menos. No le doy mayor importancia, porque a un carpintero con 65 años también se le echa a un lado, o a un fontanero. Pero yo me siento muchísimo mejor, muchísimo más capaz, muchísimo más lúcido, y sin embargo, parece que soy menos necesario que antes.

¿Sigue con la espinita de no haber hecho aún el cartel de Feria del Caballo?

A mí es que me encanta la cartelería. Ya he desistido porque los carteles siempre se dan a dedo y nunca lo hago.

Volvemos a lo de antes, a saber venderse…

Es algo que también he reivindicado desde hace muchísimos años, que el cartel de Feria debe salir a concurso. Además, disfrutaríamos mucho porque se elegiría entre muchos presentados. Sería más democrático. 

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Director de lavozdelsur.es. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo como director. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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