Que la vigésimo octava edición del Festival de Jerez que se está llevando a cabo durante estos días en Jerez no iba a pasar a la historia ya se lo decíamos cuando el día de su presentación hacíamos constancia de que había "más corbatas que artistas" en los Museos de la Atalaya.
Pero de ahí a que, durante toda esta semana, salvo contados momentos, no haya habido nada destacable en el Teatro Villamarta y que sean los espacios alternativos de la Sala Compañía y la Sala Don Federico del Museo de los Relojes los que estén dando la cara durante estos días, es algo que la nueva dirección tendrá que analizar en profundidad en próximas ediciones.
Dejando fuera el ciclo de Peña en Peña que organiza la muestra con la federación local en sus sedes sociales — donde los dos artistas más noveles del festival, Manuel Monje Chico y Juan El Moreno, han formado sendos líos importantes— ya se han desarrollado 17 de los 36 espectáculos que durante estos 16 días tendrán lugar en la ciudad.
Y, salvo la espectacularidad escenográfica de Sara Baras —más que otra cosa— y la apuesta de Joaquín Grilo en Cucharón y paso atrás en una clara vuelta a sus orígenes dancísticos, los más noveles e ilusionados artistas incipientes —a los que en muchas ocasiones el espectáculo les cuesta hasta el dinero— son los que mejores propuestas han expuesto sobre los escenarios de las actividades paralelas, es decir, la Sala Compañía y los Museos de la Atalaya.
Con mención aparte del toque, donde José Quevedo Bolita y Juan Diego Mateos han puesto de largo sendos trabajos discográficos, más el work in progress de Ana Crisman y su arpa, la pieza ya comentada de Chicuelo, Karen Lugo y José Antonio Maldonado, bajo el título de Tres piezas, la suite de danza realizada por Irene Lozano, con un David Carpio en estado de gracia, el espectáculo conjunto de Araceli Muñoz y Manuel Montes, como ganadores del concurso internacional de baile flamenco de Turín, en el que a sus 25 años las ganas por enseñar todo lo que saben les pudo a ambos, y un pasaje por martinetes y seguiriyas donde Miguel Ángel Heredia deja las botas de punta y tacón en el armario y le canta a su compañero y amigo Daniel Ramos en la Atalaya, son de las pocas cosas destacables de lo que llevamos de evento.
Y lo que más curioso resulta, es que ni siquiera el cante ha salido aún al rescate del Festival de Jerez. Ese cante que otros años es el bálsamo que todo lo cura, en la Bodega Los Apóstoles, en la Sala Compañía o la Atalaya. Este año aún no ha hecho acto de presencia por derecho. Y es más extraño aún que, habiéndose recuperado el Palacio de Villavicencio como espacio aún no se haya estrenado en los ocho días que llevamos de evento. Eso sí, hemos escuchado ya cuatro saetas, de distintas maneras, en el Teatro Villamarta. Está claro que el adelanto de la Cuaresma se nota hasta dentro del principal espacio de este evento.
No obstante, cante sí que ha habido. José de los Camarones, con una propuesta fuera de sitio, lugar y hora, puso todas las ganas del mundo en un espectáculo que necesitaba un espacio abierto donde poder expresarse. Y hasta bailar el que quisiera. Pero lo encorsetado del sitio, no poderte mover del asiento, lo malo de la hora, a media tarde, y el día con el tiempo lluvioso, hacían que chirriara todo lo que pasaba sobre el escenario.
Y, además, por no hablar de que el concierto pedía a gritos una barra de bar donde poder tomarse un algo, mientras “estos canallas que vienen conmigo hoy” presentaban un espectáculo que encaja perfectamente en cualquier festival de música indi de los que se hace por el sur del sur en verano, sin lugar a ninguna duda. Fronteo de su protagonista incluido.
La otra vertiente cantaora, la más clásica y ortodoxa, se nos quedaba en el tintero con Luis Moneo. A pesar de tener todas las ganas del mundo, una ciática dejaba mermado al cantaor de la Plazuela y, por consiguiente, ese cante visceral, lacerante y penetrante del actual patriarca de la casa de los Moneo se nos quedaba sin fundir el metal que da nombre a su disco. Y fue una auténtica pena. Porque había ganas de disfrutar de él y de su cante. Mucho, además.
Farruquito, Manuela Carrasco, Mercedes Ruiz y Patricia Guerreo con Alfonso Losa, las grandes esperanzas
Desde esta noche, donde tomarán el mando la actual directora del Ballet Flamenco de Andalucía, Patricia Guerrero, junto con Alfonso Losa, el ecuador llegará de la mano de Mercedes de Córdoba en los Museos de la Atalaya y Yerai Cortés como sustituto de Rafael Riqueni en la Bodega Los Apóstoles de González Byass.
Aún queda mucho evento por delante. Justo la mitad. Y junto con los principales protagonistas de hoy, Juan Manuel Fernández Montoya Farruquito con su hijo Juan El Moreno mañana sábado, Mercedes Ruiz el viernes y el inicio de la gira de despedida de los escenarios de Manuela Carrasco en la jornada de clausura, son los platos más interesantes que nos presenta por delante la programación oficial del 28 Festival de Jerez.
Entre tanto, el cante del Pele, Jesús Corbacho, Pedro Montoya El Chanquita y Rocío Luna — ganadora de la Lámpara Minera de La Unión en 2023— así como los estrenos previstos por Beatriz Morales y Agujetas Chico, Úrsula López con su compañía de flamenco y las mencionadas Mercedes Ruiz y Manuela Carrasco en el Teatro Villamarta, además de los de David Romero, Cynthia Cano, Juan Tomás de la Molía y Fernando Jiménez en los espacios alternativos del festival, son las propuestas más interesantes que quedan por llegar.
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