Hay un poema en la obra que resulta central y que recita el cuerpo de baile con un rito casi litúrgico. Se llama Una mujer que muestra su verdad y es obra del poeta y periodista cultural Braulio Ortiz Poole. Su último verso se repetirá como una letanía: «Solo vive quien arde». El recurso y la cita no parecen casuales: aportan un contexto lírico y una justificación a la decidida apuesta de una artista que decide arriesgar, arder, para mostrar su propia verdad, que no es otra que la del baile. Con él no valen componendas ni engaños, solo la entrega verdadera sirve para otorgarle la veracidad que reclama.
Puestos a contar verdades, hay que comenzar por la de la soleá. Un baile que es muestra de definición de estilo, de recursos, de lenguaje. El que expuso Mercedes fue creciendo sobre la guitarra, se elevó con el cante de Enrique El Extremeño y volvió a la sonanta para ir elaborando con esmero un sinfín de formas. Existe la búsqueda de un lenguaje que, beba de donde beba, aspira a ser propio, con rasgos distintivos que personalicen el canon. En el largo discurrir de la danza, los recursos, que son muchos y bien ejecutados, se presentan ordenados, con una mesura que permite el disfrute de los pasos y, lo que es más importante, la inmediatez de la emoción, ese estado al que Stendhal dio nombre: el síndrome que se siente ante la belleza y, en este caso, ante el movimiento, el arrebato o la pasión. El ensimismamiento de la bailaora en su ejercicio acalla por un largo tiempo a un cantaor que, de forma momentánea, lo acusa, pero que termina cerrando el baile con un aporte abrumador de garra ante el abandono y desolación final que la artista protagoniza.
Hay otra verdad, y es la del trabajo coreográfico. Mercedes es de una escuela que otorga a la disciplina un sitio en el espectáculo, sin miedo a la rivalidad y por mor del enriquecimiento del espectáculo. Debe de ser otra de sus apuestas. Las cuatro bailaoras del elenco se mueven bajo su diseño en cuadros que van del dibujo de escenas pictóricas al desenfado de un banquete, en el que el menaje de mesa (copas, platos, cucharas…) se convertirá en un recurso escénico y dancístico, con cambiantes formas bailables, incluida la sedente. Un poco antes, las mismas protagonistas habían protagonizado una suerte de suite de bailes y cantes de distinto tono y factura.
La penúltima verdad estaría en la guitarra, en la de Juan Campallo, que sostiene la obra con una incesante colección de estilos y de músicas (hasta se atreve a adaptar a Tchaikovsky) para mantener siempre la tensión dancística y escénica. También en el cante, que otorga identidad a cada uno de los cuadros.
En el tramo final, coexisten unos recuerdos dispares que resultan ser homenajes a maestras a las que la artista quiere citar. Con las luminosas cantiñas y las alegrías, la arrebatadora rumba, las trepidantes bulerías o la lírica milonga se evoca a Carmen Mora, a Lola Flores, a Dolores Vargas “La Terremoto” y a Manuela Vargas. Una forma festiva con la que cerrar una celebración que, pese al equívoco llamamiento nupcial, termina siendo un brindis por el arte y el baile. Hace dos años, Mercedes de Córdoba ya dejó en el festival su impronta —y unas imágenes para recordar— al presentar su primera obra con compañía propia, Ser, ni conmigo ni sin mí. Podría resultar casual, pero las dudas e inquietud que se escondían en el nombre de aquel espectáculo han quedado diluidas con el título del de este, de una categórica afirmación: su apuesta por el baile y por su verdad.
Mercedes de Córdoba. Sí quiero
Idea original, coreografía y dirección: Mercedes de Córdoba Dirección musical: Juan Campallo, Mercedes de Córdoba. Baile: Mercedes de Córdoba, Cristina Soler, María Carrasco, Águeda Saavedra (cedida BFA), María Reyes. Guitarra: Juan Campallo. Cante. Enrique El Extremeño, Pepe de Pura, Jesús Corbacho. Percusión: Paco Vargas. Compás: José Manuel “Oruco”. Colaboración coreográfica: Manuel Liñán. Asesoramiento literario: Sara Arguijo. Poema: Braulio Ortiz Poole. Diseño de iluminación: Antonio Valiente. Espacio sonoro: Ángel Olalla
Teatro Villamarta. 4 de marzo. 20:30 horas