Que Jesús Méndez es una de las voces de referencia del panorama flamenco actual, es algo que no vamos a descubrir ni hoy ni ahora. Sobra decirlo. Cualquier aficionado, con mayor o menos interés por el género, sabe que estamos hablando de un artista que, por méritos propios, se ha consolidado a lo largo del tiempo como uno de los perfiles jondos más interesantes de su generación. Tanto en Jerez, como más allá de las fronteras de la ciudad que le vio nacer en 1984, en el seno de una de las dinastías jondas más importantes: Los Méndez.
Y ese apellido, que abre tantas puertas como pesa, cuando se lleva a gala de verdad, provocaba que este oriundo del Campillo, la Hoyanca y las Playas de San Telmo, aunque con un ramalazo 'granjero' — no lo olvidemos— volvía al Festival de Jerez para mostrarse más allá del discurso sonoro que discurre por los terrenos clásicos, que le ha marcado y definido.
Tan es así, que el mayor embajador de esta casa cantaora y 'pescaera', con denominación de origen 'Paquera', volvía al complejo bodeguero de González Byass — más allá de su festival de verano— para ofrecer un concierto de cante flamenco en el que sus declaraciones en los días previos acerca de que "una soleá de Chiquetete o una bulería de Bambino podían ser tan profundas como una seguiriya de Manuel Torre", no era un titular que buscaba repercusión, sino toda una declaración de intenciones.

De este modo, desde la liviana y toná liviana de inicio, hasta el fin de fiesta por bulerías final — obligado en esta tierra si o si—, el paladín jondo de La Plazuela recorría bajo el título de 'Quiero cantarte' un universo flamenco, cuyo objetivo era mostrar todas las caras que puede tener el cante, sin perder nunca ni la raíz, ni las formas clásicas, ni la jondura.
Una prueba de ello, fue el cante por soleá. A tiempo, jugando en ocasiones con la bulería por soleá, con las palmas de Carlos Grilo, Diego Montoya y Manuel Salado marcando las oscilaciones del metrónomo, junto con la percusión de Paquito González, para que Pepe del Morao con su toque en mayores embarcara a los grandes del género que emanaban de la garganta del Méndez. O la vertiente clásica de la malagueña acompañada solamente por Borja Évora al piano, o la seguiriya llena de rabia con la que se cruzaba el ecuador del concierto.
Sin embargo, 'Quiero cantarte' muestra una bifurcación clara: esos otros públicos que también disfrutan del flamenco sin tanta solemnidad, lo que no significa que sea menos importante. Ese público que disfruta con los giros vocálicos, cortes y contratiempos, con el que el territorio de las alegrías y cantiñas cada vez gana más terreno, disfruta con las zambras a las que Tío Antonio Gallardo elevaba a los altares de la mano de Lola Flores o muestra los distintos paisajes flamencos que dibujaron Chiquetete por tantos, con letra de Paco Cepero, y un genio nacido en Utrera que revolución el flamenco de los 70 y 80: Bambino.
Sumándose a esa nueva corriente que está buscando nuevos públicos, Jesús Méndez se reivindicaba anoche en el Festival de Jerez como un artista que posee todas las herramientas para ser un referente de lo más y lo menos jondo, en el más amplio sentido semántico de la palabra. Un cantaor — que no cantante— que es capaz de dar 'los veinte reales del duro' en exigencia y jondura con los que se consideran como los palos esenciales, pero que también goza un soniquete y compás que le viene de familia y que en la masa de la sangre lleva implícita su capacidad artística.


Por ello, lo más importante de lo que ocurría ayer en la Bodega 'Los Apóstoles' de González Byass como última entrega de la jornada del ecuador del Festival de Jerez fue la renovación de un artista, cuyas emociones transitan por tantos caminos como ramas tiene el árbol del flamenco y, de paso, romper clichés recorriendo espacios que solo el tiempo sentenciará el resultado que tengan.
En la noche de ayer, si algo quedaba claro, es que Jesús Méndez no solo conoce a la perfección los senderos por los que el cante, los cantes y también qué variantes o bifurcaciones han llevado al flamenco a ser el principal embajador cultural y musical de la Marca España en el mundo. Desde su génesis, hasta los distintos puntos de inflexión que le han llevado a sobrevivir como una de las músicas de referencia en la actualidad y en la que siempre tendrán un lugar muy especial para el Juan Moneo 'El Torta' o Luis de la Pica, de los que nunca se olvida, pise el escenario que pise. Ayer, tampoco.