Dice el poema de El Arbi el Harti que ilustra su espectáculo: “El Norte ya no es posible / El sur es un laberinto sin un poema que llevarse a la cama”, es asombroso leer estos versos justo hoy…
Una de las cosas que tiene El Arbi maravillosas es que en todas las creaciones aporta su visión de la humanidad y siempre es muy premonitorio. Nos estamos adentrando en un momento de la humanidad muy delicado y en cierta manera preocupante. Parece que las fronteras se estaban deshaciendo y ahora todo está en crisis. Las fronteras físicas salen del interior de cada uno de nosotros: antes de construir un muro ya lo hemos construido dentro de nosotros para no aceptar al otro.
¿Y sobre estos versos?
Esas letras, que son unos fandangos que interpretan Ana Ramón y Sara Corea con una sensibilidad maravillosa, expresan justo eso: el norte ya no es posible, para los del sur siempre hay ese norte al que aspiramos y del que se nos cortan las posibilidades; y el sur es un laberinto.
Paraíso de los negros, una obra sobre la perpetua búsqueda de la felicidad y el derecho al deseo, ¿qué siente al presentar esta propuesta con la situación actual que estamos viviendo en las costas del Estrecho?
Hay muchos “estrechos” en el mundo y una gran resistencia a entender la humanidad, a entender que lo diverso no es el enemigo, que lo diverso nos enriquece.
"Los artistas somos portavoces de lo que estamos viviendo"
Siento que es una obra que más que nunca toma sentido, estamos construyendo continuas murallas y fronteras para no tener una convivencia pacífica, sana y humanista. En Paraíso de los negros se abordan diversas limitaciones humanas, físicas o incluso del cuerpo, porque estamos encarcelados en su transformación.
¿El cuerpo puede ser una cárcel?
Se me viene a la cabeza Jacqueline du Pré, una chelista maravillosa y brillante que se quedó paralizada cuando le diagnostican una enfermedad, dejó de tocar porque su cuerpo se lo impidió. El cuerpo a veces encarcela a nuestros deseos.
¿Hasta qué punto esta situación puede interferir en lo que usted baile este Festival de Jerez en el Villamarta?
Entiendo siempre que el artista es como un intérprete que tiene la posibilidad de reflejar lo que vive en ese momento. Las artes siempre han sido el espejo donde la sociedad ha podido reconocerse y tienen esa utilidad maravillosa, que es a su vez una responsabilidad. Desde el Centro Coreográfico María Pagés reivindicamos la danza y el flamenco como ese espejo donde mirarnos. Claro que influye lo que ocurre, estás atenta a todo lo pasa, y yo quiero ser transmisora de lo que nos llega. Es nuestra manera de reivindicar el arte. Los artistas somos portavoces de lo que pasa y lo que estamos viviendo.
¿Cuál es para usted “la casa común deseada”?
En Paraíso de los negros, por la relación que existe con los poetas, escritores y filósofos, desde García Lorca hasta Bukowski pasando por Nina Simone, lo que se refleja es que siempre hay una asimetría entre la autoridad y la libertad que nos hace que choquemos. La diversidad, el otro y lo diferente no debe darnos miedo, todos habitamos esta casa común que es el planeta.
¿Y qué papel juega el deseo?
Al final lo que todos queremos es sentirnos bien y felices, es este deseo lo que hace que sobrevivamos, por eso hay que reivindicar el deseo y darle el valor que tiene. Hay que tener la esperanza de que a pesar de los pesares tenemos que aspirar a un deseo de casa común, pase lo que pase, aunque estemos dentro de una época oscura.
Su espectáculo está lleno de literatura y música con Lorca, Nina Simone, Leopold Sedard, Baudelaire… ¿cómo es integrar en su espectáculo a tantos grandes referentes?
El Arbi siempre hace una investigación muy profunda basada en su conocimiento, este es su lenguaje y su espacio. Él es marroquí, hispanista y ha estado 30 años como catedrático de literatura en la universidad, conoce dos mundos muy asimétricos aparentemente pero muy conectados, solo nos separan 13 kilómetros.
"Una de las cosas hermosas de los procesos es descubrir a los referentes"
Cada proceso que arrancamos inicia un camino muy rico en el que descubrimos a referentes maravillosos, te das cuenta que desde que la humanidad existe, nos inquietan las mismas cosas, y han sido abordadas con muchísima profundidad y sensibilidad por mucha gente, en todo el ámbito artístico. Nina Simone defendió su negritud siempre, es una persona que, más allá de que fuera una fantástica cantante, tuvo una vida ejemplar. Una de las cosas hermosas de los procesos es descubrir a los referentes.
¿Cuál es la relación entre el final de Paraíso de los negros y Pink Floyd?
La aportación de Pink Floyd al concepto de muro (con el disco The Wall) fue maravillosa, y a su vez viene de Metrópolis de Fritz Lang, hay muchas influencias que se han ido conectando. El final del espectáculo tiene un final muy potente con una parte de música pero también con una parte de silencio.
A diferencia de Una oda al tiempo, que venías con la compañía al completo, en Paraíso de los negros se presenta sola.
En esta obra la parte musical adquiere mucho protagonismo. A nivel coreográfico es interesante porque me permite dedicar el tiempo para descubrir más cosas. Yo tengo 57 años, mi cuerpo es de otra manera… entonces, ¿cómo acompaño yo esta transformación física mía para ir avanzando con las transformaciones propias de un cuerpo? La vida y la trayectoria es la obra única, cada creación es una de las partes. Ha sido como un laboratorio poder trabajar sobre mí.
¿Qué supone para usted venir al Festival de Jerez?
Nunca tendré palabras de reconocimiento a este festival, lo digo con toda la sinceridad mayor posible. Hay un esfuerzo y una coherencia que lo demuestran estos 25 años, el hecho de que estemos hoy aquí demuestra la labor tan necesaria. El arte, el flamenco y la danza necesita de espacios para poder compartir con el público.
¿Guarda algún recuerdo en especial?
Han sido tantas veces… Todos los que nos dedicamos a esto queremos estar en Jerez y para mí todas las funciones han sido especiales, el reconocimiento del público y la crítica. Es una gran familia que tiene el objetivo claro de reconocer este gran arte que es el flamenco. Vamos en esta dirección por encima de cualquier otro interés.
María Pagés y su Centro Coreográfico de Fuenlabrada
De origen catalán, sevillana de nacimiento (1963) y madrileña de adopción, esta creadora iconoclasta ha llevado la cultura española a los mejores teatros del mundo, aunando danza y compromiso social. Los 10 premios Giraldillo de la Bienal de Sevilla la confirman como una coreógrafa española imprescindible. Ha creado, entre otras, Sol y sombra, El perro andaluz. Burlerías, La Tirana, Flamenco Republic, Sevilla, Autorretrato, Dunas, Utopía, Siete golpes y un camino, Yo, Carmen, Óyeme con los ojos, Una oda al tiempo, Fronteras y Paraíso de los negros.
Actualmente lidera el proyecto del Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada, junto a El Arbi El Harti, su compañero creativo. La labor de red alimenta la acción del CCMP para diseñar una línea programática anual de residencias artísticas, ensayos, ciclos formativos, conferencias, seminarios y a medio plazo, una programación de danza regular y constante en la ciudad.
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