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Miguel Ángel y Fergó, ausencias que siempre tengo presentes en el Festival de Jerez

Me entero a todo esto que el Festival de Jerez, desde esta edición, ha prohibido que los fotógrafos permanezcan inmortalizando los espectáculos más de 10 minutos y me ha parecido una terrible decisión

23 de febrero de 2025 a las 13:32h
Miguel Poveda y Shoji Kojima, en el XX Festival de Jerez.
Miguel Poveda y Shoji Kojima, en el XX Festival de Jerez.

Grandes amigos, compañeros y profesionales. Conocedores de lo que se traían entre manos. No quedan tantos en esto, desgraciadamente. Con Miguel Ángel González empecé (maravillado por cómo las cursillistas buscaban al día siguiente el póster del suplemento que construíamos juntos) y con Javi Fergó (esa mezcla de Fernández González acababa en el mundillo con tilde, aunque él se empeñase en subrayar que era Fergo) me curtí en los diferentes espacios de la muestra jerezana más internacional.

Nuestra primera gran crónica, en espacio y repercusión, fue aquel maravilloso y memorable Muñecas, de Dospormedio & Cía., es decir, Rafa Estévez y Valeriano (entonces Nani) Paños. Pero antes, sin hablarnos a medianoche, cruzábamos aquel ciclo De la Frontera, todo un riesgo en el marco de una muestra de baile flamenco y danza española hecha en Jerez, cuna de férreos ortodoxos de lo jondo que han ido cediendo terreno. Chano Domínguez y Son de la Frontera fueron algunos de los primeros escarceos en un mundo de la crítica donde no existían redes y aprendías de grandes especialistas que no fallaban nunca a la cita, ya estuviesen en cuerpo y alma o en su legado bibliográfico o periodístico.

Te empapabas de Anselmo González Climent en sus textos, de José Luis Ortiz Nuevo, Félix Grande, Manuel Ríos Ruiz, Juan de la Plata, José María Velázquez-Gaztelu y Alfredo Grimaldos. Conocías el trabajo de Ángel Álvarez Caballero, Manuel Martín Martín, Juan Vergillos, Estela Zatania, Kioko Shikaze... O escuchabas las reflexiones y anécdotas de José Manuel Gamboa —al que luego releías en su Una Historia del Flamenco— en el Arriate y el Colmao de los jartibles, como lo definió el flamencólogo Josemari Castaño

Gamboa y algún que otro, en la 29 edición del Festival de Jerez, puede verse entre el público y en La Manzanilla como un martillo metío en manteca (como se dice en Jerez a quien se conserva en formol), pero hay ausencias que duelen.

Una es ya irreversible: la de nuestro querido Javi, que se fue con mucho carrete por revelar. Este año lo vi un par de veces en un par de parecidos por la calle. Como si realmente fuera él. Ostias, qué se parece a Javi Fergó, me salió del alma. Su recuerdo permanece. Tanto es así que salí de la inauguración el viernes pasado y me topé en el hall del Villamarta con su foto de Rocío Molina. Única.

Y otra ausencia es la de su tío Miguel Ángel González, el gran artista y maestro de la fotografía de espectáculos flamencos de este país. Anda de baja médica Migue y el fondo del patio de butacas no es lo mismo al saber que allí no está su monopie, su teleobjetivo y por encima de todo su mirada. Yo hace ya años que echo mucho de menos sus abrazos al acabar la jornada leyendo la crítica que le entregaba en las páginas de Diario de Jerez

Porque al final uno siempre escribe para alguien muy concreto y yo en aquella época siempre escribía durante esas 16 mágicas noches para Slowly González, como le bautizó para siempre mi otro gran maestro del oficio, Pedro Ingelmo. Y estoy seguro que eso en algún momento volverá porque hay que escribir y pensar desde el futuro, no regodeándonos en el pasado que ya no será.

Me entero a todo esto que el Festival de Jerez, desde esta edición, ha prohibido que los fotógrafos permanezcan inmortalizando los espectáculos más de 10 minutos y me ha parecido una terrible decisión, que creo que se va a corregir porque no tiene mucho sentido si se acredita, como siempre ocurrió, a los profesionales.

Que solo queden las fotos oficiales va en contra del criterio histórico que ha hecho grande al Festival. Porque más allá de, por supuesto, los artistas y creadores, los que han engrandecido al Festival —Takase con su metralleta, Dani Muñoz Pantiga, Esteban o Ana Palma— han sido los fotógrafos, los fotoperiodistas. Los que han contado mil espectáculos con sus imágenes, fotos eternas que siempre valieron más que mil palabras.

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Paco Sánchez Múgica

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