Hay un estruendo de zapateo, sudor y nervios en el renacido Palacio de Villapanés. A los pies del monumento de Jerez a Lola Flores, en la encrucijada de Empedrada y Cerro Fuerte, en pleno corazón de San Miguel, se abren las puertas del viejo monumento del XVIII a un centenar de bailaoras profesionales y aficionadas que participan desde el pasado domingo en el Concurso Internacional de Baile Flamenco Puro. La iniciativa nació en Turín hace cinco años y, en su sexta edición, se muda a la ciudad del flamenco, como preámbulo y nuevo aliciente de su XXIII Festival de Jerez. Bienvenidos por unos días a Turín de la Frontera. Hay traqueteo de trolleys, caras ya cansadas que no pierden el brillo en los ojos por la oportunidad, y concentración. Mucha concentración.
“No des zapatazos, hay que pisar como si estuviéramos en la arena”, insta a sus alumnas (también alumnos) el bailaor y coreógrafo jerezano Andrés Peña. Él mismo marca el compás y cantiñea a un grupo de bailaoras no profesionales. “Dile que baila muy bien y que lo estoy vigilando”, pide a una de ellas que traduzca a otro joven que toma clases al caer la tarde de invierno. Peña es uno de los encargados de impartir las masterclass, pero también es miembro del jurado, junto a los también bailaores Alicia Márquez y Manuel Betanzos, que selecciona a los finalistas que participarán en la gala que, este sábado a partir de las siete de la tarde en La Compañía, llevará por título Savia nueva y universal. Sin embargo, “el premio ya es estar aquí”, sostiene rotundo Betanzos, al que conocen como el maestro olímpico del flamenco. Su academia en Sevilla lleva abierta desde 1980, en el puente de Triana, herencia de otro gran transmisor del espíritu de la danza jonda, Manuel Marín.
Monica Morra y Manuel Betanzos, ante la sede de 'Turín de la Frontera'. FOTO: JUAN CARLOS TORO
Betanzos conoció a la italiana Monica Morra “hace 25 o 26 años” y desde entonces conectaron su amor por la danza y por la enseñanza. “Este concurso surge de la necesidad que tienen los alumnos cuando están estudiando de saber lo que es realmente el flamenco. Bailarle a una guitarra, a un cante… y ella tuvo la idea, me llamó, y desde el primer momento la apoyé”, comenta. A su lado, Monica Morra juguetea con un acento andaluz-turinés: “Po mira, soy bailaora, me encanta desde niña, y también profesora de danza contemporánea y en Italia se suele ir mucho a los concursos porque es una apertura y pensé que por qué no hacer uno de flamenco para profesionales y no profesionales, por lo que ahí me vino la locura”, sonríe, y añade: “Empezamos como un concurso nacional en Turín para gente italiana, pasó a ser internacional y consiguió más peso al venir gente de todo el mundo, y al final hemos acabado siendo acogidos por el Festival de Jerez”.
Con un centenar de participantes, el concurso es una Torre de Babel. Alumnas y alumnos de Estados Unidos, Brasil, Japón, China, Gran Bretaña, Tailandia, Grecia, Italia… Todos hablando el mismo idioma y con idéntica pasión. Es el caso de Lisi Sfair, una brasileña de 27 años que lleva diez estudiando danza en el Real Conservatorio de Madrid. Es una de las elegidas para la gala de finalistas en el Festival de Jerez. Y rebosa felicidad. “El concurso es precioso porque estamos súper unidos, disfrutando del proceso de aprendizaje, es especial, creces, ves a tus compañeros creciendo… el premio es estar aquí”. Bailaora del tablao flamenco de la capital española Cardamomo, “mi sueño es ir cumpliendo sueños, aunque claro que uno de ellos puede ser bailar en Villamarta”. Y puede haber suerte. La bailaora o bailaor más destacado de este concurso internacional “tendrá un contrato de trabajo en el próximo Festival de Jerez”, detalla Morra.
“Este concurso es muy humano, une a todas las nacionalidades, no queremos que sea una competición, es compartir y disfrutar en torno al flamenco"
Es otro de los alicientes de la edición de este año. Pero Betanzos insiste: “Huimos de la competición”. “Es muy complicada la selección —abunda— porque hay mucho nivel, mucha emoción, nosotros el jurado hemos estado en esa situación y lo sabemos. Es difícil puntualizar lo que hacen, pero ahí estamos. Sabemos cómo se sienten y la dificultad que tiene esto, somos sus consejeros, sus coaches”. Y rápidamente, recalca el objetivo esencial de todo esto: “Este concurso es muy humano, une a todas las nacionalidades, no queremos que sea una competición, es compartir y disfrutar en torno al flamenco. Aconsejamos a los alumnos: humildad, respeto, compañerismo y disfrutar. Realmente, aquí ya todos han ganado y ese premio se está viviendo, y para nosotros esa es la recompensa”.
Un momento de la clase de Alicia Márquez. FOTO: JUAN CARLOS TORO
También estará en esa gala final Juan Fernández, portuense de 34 años que vive en Sevilla y "tengo la suerte de dedicarme al baile flamenco, a lo que me apasiona desde niño". Con un contrato en un tablao de Barcelona, ha aprovechado unos días libres para presentar al concurso. “He venido con toda la ilusión del mundo y me he sentido súper bien acogido, por todos los miembros del jurado, los músicos, todo el público, ha sido una experiencia increíble”, comenta. Él es andaluz pero hay decenas de alumnos que vienen de medio mundo. A Betanzos, con una mochila cargada de viajes y enseñanzas, esto ya no le sorprende. "Son los extranjeros los que más se mueven, más estudian flamenco, hay mucho nivel, mucha cultura, a lo mejor no tienen esa oportunidad de estudiar de una manera más directa porque en su país no todos tienen guitarristas y cantaores, pero cada vez me alucina más el nivel que van adquiriendo y nunca pierden la pasión por aprender. Esto demuestra que el flamenco es universal. En España y Andalucía se cuece todo, porque nace aquí, pero ya es realmente universal".
En dos salas de Villapanés se suceden las clases, los zapateados, los marcajes, los giros imposibles de hombros, los golpes de cadera, las vueltas y más vueltas. “Uno, y dos, que se note la diferencia del primero al segundo… me gusta que lo hagáis a vuestro gusto, no me preocupa tanto cómo mováis este hombro… una… y dos… pá… y pá… pá, pá… Triaaaaana, Triaaaana… qué bonita está Triana…”, canturrea Alicia Márquez, en su masterclass de profesionales, de donde salen los finalistas de la gala de esta Savia nueva y universal. Y todas, en el acto, la entienden. Están en Turín de la Frontera. Aquí no idiomas, solo pasión por el flamenco. Y sueños por cumplir.
Comentarios